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Rolando Revagliatti
Rolando Revagliatti nació el 14 de abril de 1945 en Buenos Aires, ciudad en la que reside. Publicó en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia, dos con cuentos, relatos y microficciones y diecinueve poemarios. En ediciones digitales se hallan los seis tomos de su libro “Documentales. Entrevistas a escritores argentinos”, conformados por 159 entrevistas por él realizadas. Todos sus libros cuentan con ediciones electrónicas disponibles en www.revagliatti.com |
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A ver, exploremos donde hay un hombre y unos cuentecitos. Exploremos ese patrimonio. A ver, al ciego, al cegado.
Tramo de la palabra borbotada, voluminoso vocablo que hubiera sido escrito carne en el espacio epigramático epidramático, polisemia trozada de la repetición y el estallido demolición de la corteza...
A las Musas de Olivari se les ha perdido el tiempo y dicen que La Guadaña lo tiene se les han perdido las cariátides y dicen que El Musicante Rengo las tiene.
Me asomé a la naranja a su liberada claridad. La ventana que se abre me abre a su secreto. El secreto del sol es la naranja. El sol muestra la naranja. A Apollinaire el sol le muestra la naranja.
Para el poeta A un buen augurio es que florezcan carteros que llamen dos veces. Para el poeta B un buen augurio es que por dos veces
carteros que te llamen florezcan.
¿Importa saber qué edad he llegado a tener y si soy risueña o resentida hija adoptada por Karenin (el marido de mi madre y padre de mi medio hermano) hija del conde Vronski, e insisto de aquella mujer tan bella que apenas conocí?
Vean cómo me explayo vean cómo me equivoco propago erratas y chochez. Preceptor, el de los preceptos, dice: Introductor, el de los introductos, dice: El título es de la avanzada alucinógena a veces...
Juegos de sociedades en comandita por arteras acciones y cuentos verdes absurdos y desciframiento de manos pies, pezones y actores que improvisan delante de examinadores y recitan lo advertible en dos carteles: “¿Qué es no ser de izquierda?”
¡Diosa!: Dios me trajo al mundo inmejorablemente ataviada. Produje estupor y estupro.
La cabeza del ruin de mi esposo -reciente decapitado- y archienemigo de mi amante luce como flor azteca en el ya impresionante florero
desde siempre advertible encima del bargueño del comedor.
Ambas con la vigilia a hombros y un airecillo insondable ¡No te nos escaparás! con nuestros corazones en tu fibroso trinchante.
Ese corazón está puesto muy lejos concurren expedicionarios. Resarce el aire cerca del oro. Me las vi con uno que más que como yo
era en efecto yo viéndoselas conmigo. Tan intrincada como lúdica resultó la finalmente para nada excepcional contienda de resultas de la cual redacto ahora este sosiego.
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