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Santi Terraza
Santi Terraza es periodista y dirige la agencia de comunicación Hydra Media, que creó en el año 2000. Es presidente del semanario L’Eco de Sitges, editor de la Revista Castells y colabora en El Periódico y Ara, entre otros medios. También ha escrito para La Vanguardia, El País, Huffington Post y Público y ha participado en las tertulias de Tele 5, Cuatro y TV3. Es miembro del comité de organización del festival de innovación en comunicación Sitges Next. |
Junts necesita atraer los focos. Es la segunda fuerza en el Parlament y mejoró ligeramente resultados en las elecciones del pasado mes de mayo, pero prácticamente no toca poder en Catalunya. Entre las veinte poblaciones con mayor número de habitantes, sólo tiene una alcaldía, la de Sant Cugat, que es el doceavo municipio catalán.
“No vengo a insultar a Pedro Sánchez, vengo a ganarle”. La frase de Alberto Núñez Feijóo a principios de marzo de 2022, cuando los barones del PP se cargaron a Pablo Casado, es tal vez la mayor mentira en la política española desde el 11M. La campaña por derribar, al precio que sea y de las maneras que fueran, al presidente del Gobierno no tiene precedentes en la política española.
Cuando ahora hace dos años y medio, las tropas rusas iniciaron la invasión de Ucrania, los planes de Vladimir Putin apuntaban a una inevitable rendición del ejército de Kiev y a un rápido control del país por parte de sus tropas. No sólo es evidente que las previsiones fracasaron y que Rusia quedó embarrancada en un atolladero de difícil solución, sino que, al margen de cómo evolucione en el futuro, la guerra tiene un claro perdedor: Putin.
Durante los años álgidos del Procés, Cataluña se dividió en dos mitades: los que estaban a favor de la independencia y los que estaban en contra. La polarización a la que condujo el escenario vivido esos años supuso la desaparición provisional del amplio espacio intermedio, en el que, con diferentes sensibilidades, se mueve la mayoría de la población catalana.
El inapelable triunfo del Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen (33,20%) en la primera vuelta de las elecciones legislativas francesas, sumado al segundo lugar obtenido por la coalición de la izquierda y la extrema izquierda (28,27%), confirma la máxima polarización en la que está sumido el hexágono. Francia, el máximo exponente de la cultura y la intelectualidad, vive atrapada en una perversa dinámica de extremos.
En 2007, cuando José Luis Rodríguez Zapatero finalizaba su primera legislatura, empezó a cuajar en la sociedad catalana una sensación de cansancio y disgusto. Los problemas crónicos en Cercanías, un aeropuerto que entonces era insuficiente para responder a la proyección de Barcelona, la baja inversión pública por parte del Estado o el acentuado déficit fiscal acabaron por engendrar lo que se bautizó como el 'català emprenyat' (catalán enfadado).
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