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Durante la desaceleración económica, las empresas suelen reducir la contratación o recortar los empleos ya existentes, todo esto afecta directamente a las familias y las comunidades, generando cada vez más preocupación por su seguridad laboral, creando mayor desempleo, lo que conlleva estrés financiero, ansiedad y muchas dificultades para cubrir las necesidades básicas de las familias.
El 41% de las constructoras dedicadas a la edificación residencial y no residencial se encuentra en un nivel máximo o elevado de impago, lo que supone un empeoramiento de dos puntos porcentuales frente a 2022. El sector está marcado por la desaceleración de la demanda por el encarecimiento del crédito bancario, la pérdida de dinamismo de los visados de obra nueva y el impacto de las variaciones de precio de los materiales de construcción en los márgenes comerciales.
La economía mundial está en desaceleración, las naciones en desarrollo resultan las más perjudicadas, y se requieren cambios en la arquitectura financiera internacional y las políticas de los bancos centrales, según ha confirmado la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) en su Informe sobre Comercio y Desarrollo 2023.
El precio del brent ha mantenido su cotización en un rango compuesto entre los 71 y los 78 dólares por barril, un hecho “sorprendente” en un contexto en el que las preocupaciones de carácter económico se han impuesto a los fundamentos “puramente físicos”.
El valor de las exportaciones de bienes de América Latina y el Caribe aumentó 2,9 por ciento interanual en el primer trimestre de 2023, una cifra muy inferior al promedio de 16,4 por ciento que mantuvo durante el año pasado, según se indica en un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
La economía de EE.UU. ha esquivado los prolongados llamamientos a su ralentización y a una recesión. Los consumidores siguen teniendo ahorros pandémicos, los beneficios empresariales han resistido y los últimos índices PMI se situaron en un 54 de expansión. Pero la ralentización se acerca, por el impacto retardado de los tipos de interés del 5%, el temor a los bancos y los recortes del techo de la deuda.
Seguimos bajo la narrativa donde la renta variable ignora los riesgos de una recesión y se acopla a la idea de que, ante esa contracción económica, se lograrían frenar los problemas de reducción de productividad, de la inflación y de nuevas alzas de tipos resultantes de la política monetaria agresiva de la Fed.
Los mercados europeos subieron drásticamente la semana pasada y los rendimientos de los bonos cayeron después de que la inflación del IPC de EE. UU. para octubre fuera más lenta de lo esperado. Esta renovada esperanza de los inversores ante un posible techo de la inflación estadounidense y ralentización en el endurecimiento de la política americana por parte de la Fed se vio en cierto modo frustrada por el anuncio del miércoles sobre la inflación en el Reino Unido.
Comentario de mercado elaborado por Ben Laidler, estratega de mercados globales de la plataforma de inversión en multiactivos eToro, en el que aborda la desaceleración del crecimiento económico en las principales economías del mundo, aunque destaca su apuesta por “un repunte sostenible en forma de U más adelante en el año, ya que el crecimiento sigue siendo resistente y la inflación alcanzó su punto máximo”.
Especialistas analizan la escalada en los precios de las materias primas como consecuencia de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia y su impacto en la inflación. En este contexto, la renta variable mundial está sometida a una fuerte volatilidad y “aunque todavía parece haber un gran sentimiento de aversión al riesgo, los mercados parecen más abiertos a asumir cierto riesgo y a reinvertir en valores growth”, explican.
Según los datos de la OCDE, frente Noruega que se encuentra con PIB de 3,4 y una renta per cápita por habitante o Francia con un 0,1 de PIB y un -0,7 de renta per cápita por habitante en los últimos puestos se encuentra con un -6,6 de PIB y un -6,3 de renta per cápita por habitante. Eso hace que la recuperación económica en España sea realmente complicada en los tiempos que estamos sufriendo con la pandemia.
El crecimiento económico mundial se está desacelerando y se está volviendo cada vez más frágil. Esa es la advertencia de Crédito y Caución, que prevé “una notable desaceleración” del PIB global en 2019 y 2020 hasta el 2,5%, siete décimas por debajo del valor de cierre de 2018, debido especialmente a la desaceleración de los intercambios comerciales provocada por la guerra comercial entre Estados Unidos y China.
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