| ||||||||||||||||||||||
Estamos asistiendo, gracias a las redes sociales y a la TV, a una retransmisión diaria de la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso y que tal como está transcurriendo, se asemeja el pasaje bíblico de la lucha de David contra Goliat: “Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano”. (Samuel17,49-50). Este sería, sin duda, el final que todos desearíamos de esta desigual guerra.
Todos sabemos que los tiempos que corren son propicios para la aparición en escena de los seres más extraños e inútiles que se puedan dar. Naturalmente son “resilientes, empoderados y amantes de la disrupción progresista de la sociedad embrutecida por el capitalismo”. Y, cómo no, incongruentes y estúpidos en grado sumo. Hoy me voy a ocupar de dos de estos tipos, ambos españoles y de parecida edad.
Hoy asistimos a una campaña propagandística que promueve a todas luces una furibunda ruso fobia, pretende instalar en el mundo el desconocimiento de Rusia como potencia y legitimar la inutilización de un incómodo gasoducto cuya costosa materialización ya se ha consumado. Para demostrar todo eso, Putin pateó el tablero cuando más atención del mundo tenía encima y todo se hizo evidente.
El origen y responsabilidad de esta guerra (aunque la intolerable intervención militar haya sido de Putin, dicho desde el primer momento para que no se nos tache de Putinfilo) es de EEUU y de la OTAN. Pero decir esto hoy, es revolucionario y motivo suficiente para que todo el mundo te acuse de apoyar a Putin. A este extremo de ignorancia y manipulación hemos llegado.
Hoy hay que hablar de la criminal invasión de Ucrania, proyectada principalmente para saciar las ansias del trastornado y supermillonario marxista (que Dios confunda) Vladimir Putin. Hasta donde yo sé, este tipejo que es el mayor dictador que hay en el mundo, desde sus tiempos en la KGB, tiene al pueblo reprimido hasta el punto de que cualquier orden suya es de obligado cumplimiento si no quieres verte privado de vida y hacienda.
Al entrar al noveno día de la guerra en Ucrania las tropas rusas ya han entrado a combatir por el control de sus dos mayores urbes (la capital Kiev y Járkov), mientras que vienen capturando los principales puertos del centro y este de ese país y van penetrando desde el sur, el este, el norte y el noreste.
Es posible que, en estos momentos, las dos personas que tienen en sus manos el poder de declarar una contienda de carácter universal, se estén preguntando sobre si la responsabilidad que se han echado encima, si este inmenso poder que les confieren sus respectivos cargos, de decidir sobre la vida y la muerte de miles y millones de personas, les capacita, les autoriza o les da la fuerza ética y moral para que estén en condiciones de decidir el destino de la humanidad.
El mundo vive una situación cada día más complicada y peligrosa como consecuencia de tres circunstancias principales, cada una de ellas más irracional que las otras: se ha dejado crecer un monstruo, se ha alimentado su ira innecesariamente desde hace años y, quienes supuestamente deberían contenerlo, se han hecho cada vez más dependientes de sus decisiones y suministros.
La estupefacción que siente el mundo entero ante la tragedia a la que se enfrenta Ucrania es resultado de haber creído durante décadas que la guerra era en exclusividad endémica de África o de Asia y que el primer mundo, con sus innumerables mecanismos diplomáticos y su concepción inequívoca de la paz, la había desterrado in aeternum.
En su primer mandato como Presidente, Putin logró la defenestración de la primitiva clase dominante proveniente de la época de Yeltsin (oligarcas), corrupta camarilla mafiosa equivalente a un miniestado dentro del Estado Ruso (el 36% de las grandes fortunas concentrarían en sus manos el equivalente al 25% del PIB), procediendo a su sustitución por sujetos de probada lealtad a su persona, sin veleidades políticas y con el único afán de lucro rápido.
No he colocado a España en primer lugar, porque sea más importante que Ucrania, sino porque las acciones que voy a referir son más antiguas. Ambas naciones, cada una en su momento, han sido invadidas por un enemigo muy superior en armamento, y soldados con mayor efectividad y preparación militar que el pueblo al que han intentado sojuzgar. Ninguna de ellas ha inclinado la cerviz ante el tirano.
Cuando el lunes 21 Putin decidió reconocer la independencia de las autodenominadas "repúblicas populares" de Luhansk y Donetsk, muchos esperaban que sus acciones se redujeran a mandar "tropas de paz" a éstas o a lograr que dichas regiones recuperen su área original (pues 2/3 estaban en manos del ejército ucraniano). Sin embargo, Moscú ha decidido ir hacia una ofensiva general que tiene como fin tomar Kiev (la capital) y Járkov (la segunda ciudad del país).
|