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La primera vez que me casé tenía dieciocho años, y… un día decidí vivir sola… Y es que Rudolfhiatt no quería a su marido, Gulbertt Franghión, porque le mintiera, por eso ha decidido, ni siquiera decírselo.
Carlos Javier Jarquín, nació el 26 de junio de 1990; es oriundo de Nicaragua, propiamente de Rancho Grande una localidad de Matagalpa, pero residente desde hace varios años en Costa Rica. Además de poeta, es escritor de ensayos y comentarios que casi a diario son publicados en poco más de ochenta periódicos y publicaciones de todo el mundo. Sus obras poéticas han sido incluidas en antologías de poesía, de nivel internacional.
Cuidarlos debemos, están a tu alrededor.
Nunca desistamos del intento, pues son creaciones de Dios.Martes, junio, calor, verano y pájaros;
una combinación de luz y vértigo.
La poesía es una morada no confesional en la que podemos guarecernos cuando las cosas se ponen difíciles y más si se trata de tiempos mundialmente aciagos como los que estamos viviendo con motivo del Covid-19.
Odio, odio hasta la tortura del ser, del mío que tiene que soportarlo todo.
Desde abajo, donde se haya
puede ver, sentir en ellaSe enfrenta a la soledad
y está enferma,Se quedó en la calle,
ese hombre, ahoraHoy no pienses demasiado
que pensando tempestadesEn Techirrén Dufhert”…
Cabo Chimanfurell oeste, en Puygartiwers.Volar sin alas
sólo piensoy es un tormento
Ángel Antonio Herrera es un poeta introspectivo y discursivamente intrincado, para lo que se vale de una sintaxis dispuesta a la manera de los nudos marineros: hermosamente embrollada, lo que da lugar, al fin, a poemas que vienen a ser un bello y complejo epítome versal.
Pocha de oro negro... de cruel mirada cuando el hambre de triste sombra la invade, como Nanny es fiel llamando a su dueña. De cuello estrecho pero real y blanca y negra, y de ojos verdes cual dos luceros, y rabo de ratón, Pocha Josefina, gata concha de tortuga, gato con botas bien puestas, máscara del zorro, Pocha maravillosa gata de dulce corazón de miel, de garganta enferma de herida cruel que no se dejó castrar, ya que quería ser madre, Pocha de la luz.
Sabes que te quiero, que ya te lo he dicho, sabes que no es un capricho, que eres mi tipo, no sé si has oído, que te amo mucho, preciosa criatura, mi viejo marido que me entrego a él como el primer día, hubo una vida allá atrás en que todo fue así. Viéndote, hoy puedo recordarlo.
LA RENDIJA LÍRICA. Con la mirada afilada de un cíclope, el lector de poesía aguza la vista. La hendidura por la que vislumbra la estancia que aferran sus manos en el libro o en la resonancia al vuelo que se recita, es sencillamente hasta donde le permita perseguir el hilo de oro viejo de las palabras.
Mover esta mano que sostiene mi pluma color azul marino, como el mar cuando cae la noche, verde como mi jardín del bajo B y negro como la suerte que se me desea desde afuera por aquellas personas extrañas, insensatas, que no me han querido bien, que me desean lo malo sin lamentaciones, sin pensar que soy un ser humano, con dolor de espalda, huesos y corazón.
A mis 50 años
Yo no quería crecer
No quería ser mayor
De niño para mí eso era malo
Debo decirte que sí, que quiero irme con él, que quiero compartir tu vida y despertar a tu lado, quiero casarme y decir sí, muchas veces sí. Le quiero en verano y más en invierno, en otoño y primavera.
Las posibilidades de enriquecerse intelectualmente en éstos tiempos es cómoda y extraordinaria, incontables de profesionales se destacan por su ilimitada cordialidad en apoyar a los que están iniciando a vivir en lo que tanto desean convertirse, es grandioso saber que existen personas que se entregan honestamente a esa causa de ayudar desinteresadamente al que necesita.
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