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En épocas de elecciones todo el mundo hace sus conjeturas siempre favorables al parecer de cada uno. Llega el día señalado para tal fin, nervios, vacilaciones, incertidumbre, pereza o dinamismo… Recuento de votos y escrutinio, todos ganan ningún partido pierde, ninguno quiere ver la realidad y se autoestimulan los resultados para que no se note la derrota.
Tras el fiasco del PP en las elecciones en Castilla León, el liderazgo de Pablo Casado estaría en entredicho por lo que en el laboratorio de la Fundación FAES se estaría gestando una operación para defenestrarlo con el objetivo inequívoco de lograr que la nueva estrella del firmamento neoliberal español, la Presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso sea investida Presidenta del Gobierno en las próximas Elecciones Generales.
Alfonso Fernández Mañueco ha subido dos escaños, pero si tenemos en cuenta que comenzó la campaña electoral con uno por debajo de la mayoría absoluta, bien podemos decir que ha fracasado. Pretendía emular a Díaz Ayuso y ha resultado ser un monigote que, la última semana de campaña, ha tenido que recurrir a la presidenta madrileña porque se veía perdido y aterrorizado.
Desde que la historia es historia el boca a boca del pueblo considera que la mentira es el oficio más viejo del mundo. Si duda de la verdad, lea la Biblia y lo verá. Entre Castilla y León: ganó la claridad por su estilo a la hora de exponer problemas de España.
Hay una acepción, la segunda y parcial, en el diccionario sobre la palabra ‘morbo’ que lo define como interés malsano por personas o cosas. Morbo también es la abreviatura, que ahorra tiempo y letras, para referirse al presidente de la Junta de Andalucía Juan Manuel MOR-eno BO-nilla.
Si alguien piensa que Fernández Mañueco está sereno es porque no le conoce. Las últimas encuestas han acabado por derribar su poca resistencia. Le tiemblan las canillas. Sabe que si no gana con holgura habrá dilapidado el tiempo, las formas y los proyectos futuros, si es que los tuvo alguna vez. Ha empezado a tirarse de una oreja sin llegar a la otra. Sabe que ha iniciado un camino sin retorno y que, de no ganar a lo Ayuso, debe presentar la dimisión la misma noche electoral.
Las urnas nos dirán si Fernández Mañueco acertó convocando elecciones o se precipitó. Si tenemos en cuenta las posibilidades de traición y cuanto se estaba cociendo, entonces egoístamente sí hizo bien, pero desde mi punto de vista y dado el momento de pandemia, no fue lo más acertado. Voy más allá: pensando en la ciudadanía de la comunidad, nunca debió hacerlo tan a la ligera, pero si sólo pensaba en su partido y en creerse como Díaz Ayuso, la metedura de pata es incorregible.
No hay duda de que durante este mes de noviembre han sucedido en Andalucía dos acontecimientos políticos de una gran relevancia para el futuro de su gobernabilidad. Por una parte el PSA, ha renovado su cartel electoral con el sevillano Juan Espadas y el PPA ha ratificado al malagueño Juan Manuel Moreno para intentar prorrogar un nuevo mandato en el Palacio de San Telmo.
Leído el libro, conviene obviar el conflicto entre personas y ver algo más. Es lógico, y hay plumas que se dedicarán a ello, entrar en la disputa interna PP. Afanes personales. Elitistas. Mangoneos. Intereses encontrados. Abertura en canal de lo que ha ocurrido, ocurre y pueda ocurrir en el PP. Incluso su futuro, por lo que significa para España y en la derecha-centro-derecha europea en el concierto mundial.
Una y otra vez me pregunto ¿qué ocurre con los partidos conservadores de España? Tienen tres cabezas, son tricefálicos, no trifálaicos como dijo cierta vez la Ministro de Justicia Dolores Delgado; habría que ver esta traición de su subconsciente por qué se produjo. ¿En qué estaría pensando esta mujer?
En los años que lleva España en democracia, ni uno solo de los gobiernos denominados conservadores ni tampoco cuando se han tenido que limitar a formar parte de la oposición, han tenido el más mínimo interés en dotarse de una red de informativos: prensa, TV, radios, foros, propagandistas o cualquier otro medio que les permitiera contrarrestar la probada eficacia de los métodos de divulgación, captación de afiliados e incluso manipulación utilizados por las izquierdas.
‘Al trantrán’. La expresión no la recoge el diccionario de la RAE, sí otros diccionarios que la definen con el significado de ‘con lentitud, sin prisa’. Así apareció en Nueva Economía Fórum, en el Ritz de Madrid, el PP con el presidente de la Comunidad Autónoma de Castilla y León (CyL), Fernández Mañueco. Con 94.200 km2, CyL es la más extensa de España. “¿Qué error fue y parece que sigue siendo Mañueco presidiendo la CyL?”. La afirmación, pregunta y reproche, sonó cerca.
Pablo Casado tiene un problema, incluso voy más lejos: Pablo Casado es el problema. En estos momentos, el binomio Díaz Ayuso-Miguel Ángel Rodríguez acapara todas las miradas, los parabienes, la ilusión, la esperanza y los deseos de que la «Gaviota» se pose en Moncloa con ella como presidenta nacional.
No sabes, Pablo, lo contentos que están contigo tus votantes y simpatizantes. Hace un rato he tenido ocasión de comprobar el poco atractivo que tienes para ellos y lo mucho que creen en Isabel. Te sorprenderías si supieras el gancho que la presidenta tiene, incluso, para gente como Martínez-Almeida, Núñez Feijoó, Cayetana, Fernández Mañueco, Herrera Campo… Te aseguro que has caído en el despropósito.
Mientras Pablo Casado y Teodoro García Egea encienden la mecha y se cargan las esperanzas de millones de afiliados y simpatizantes, Díaz Ayuso hace gala de la madurez que le caracteriza y lanza un mensaje de unidad, concordia y diálogo. Lo que esta mujer cosechó con trabajo, esfuerzo y sacrificio, esa pareja de celosos y codiciosos ha estado a punto de dilapidarlo por envidia, mala fe e inmadurez.
Lo marcado en los Estatutos del PP, más que definir, limitan, con una redacción tan difusa que apenas es compatible con la libertad que impone la Constitución. Por el mero hecho de solicitar la afiliación, los populares aceptan los principios que cimientan el pensamiento político y los programas de gobierno.
¿Qué sucede cuando se tiene la posibilidad de avanzar e irle comiendo terreno al adversario político y, de pronto, por un simple movimiento erróneo, por un mal cálculo político, dejar perder toda la ventaja que tanto esfuerzo ha costado conseguir y volver a situarse en la posición de salida, mientras el partido en el Gobierno se vale de la mala decisión del partido de la oposición, para afianzarse y conseguir volver a situar la perspectiva electoral a su favor?
La presidenta de la Comunidad de Madrid debe ser quien presida el Partido Popular en esa. No se entendería lo contrario, como no lo entienden el presidente gallego, Cristina Cifuentes o Esperanza Aguirre. Díaz Ayuso ha salvado al partido de la abulia, la desgana y el encefalograma plano. Es por ello por lo que la nueva torpeza de Pablo Casado, muy mal asesorado por Teo García Egea como principal actor de la crisis, no ha gustado nada a sus afiliados, simpatizantes y votantes.
Todos los presidentes desde Manuel Fraga a Mariano Rajoy, pasando por Antonio Hernández Mancha y José María Aznar encierran una densa historia de la vida del Partido Popular. Muchos hemos sido los que hemos tenido el privilegio de recorrer la apasionante etapa de la transición política bajo el liderazgo y dirección de todos ellos.
España sigue teniendo dos problemas graves que no puede dejar de considerar, si es que espera afrontar el futuro con una cierta garantía de estabilidad del país. Uno, el del separatismo, cada vez más en auge, convencido de que tiene al Gobierno a sus órdenes y de que su camino hacía una independencia está asegurado, mientras Sánchez siga en el poder. Otro es el del problema de las energías.
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