“Hay que hacer creer al pueblo que el hambre, la sed, la escasez y las enfermedades son culpa de nuestros opositores y hacer que nuestros simpatizantes se lo repitan en todo momento(…) Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va…”, Joseph Goebbels (ministro de propaganda nazi).
No es que la derecha peque de inmovilismo o carezca de personas capaces de contraponer el ideario denominado capitalista o de libertad de mercado como el que mejores resultados ha dado a través de la historia, a las tesis comunistas, anarquistas, totalitarias y dictatoriales de la izquierda en nuestro país; es simplemente que, en los años que lleva España en democracia, ni uno solo de los gobiernos denominados conservadores ni tampoco cuando se han tenido que limitar a formar parte de la oposición, han tenido el más mínimo interés en dotarse de una red de informativos: prensa, TV, radios, foros, propagandistas o cualquier otro medio que les permitiera contrarrestar la probada eficacia de los métodos de divulgación, captación de afiliados, exaltación del sistema, justificación de las acciones gubernamentales o, incluso, manipulación utilizados por las izquierdas para vender al pueblo aquellas actuaciones, incluso de dudosa o ninguna legalidad, utilizadas para conseguir los fines con los que las izquierdas pretenden anular a sus opositores políticos, para imponer en España su sistema totalitario de gobierno.
Ya no es que los dirigentes delo PP hayan perdido el norte en unos momentos trascendentales para el partido, ni que sus luchas internas les vayan haciendo perder votos o que la imagen de algunos de sus dirigentes vaya siendo cuestionada por las bases, a causa de la falta de perspicacia, contención y evidente inoportunidad respecto a sus declaraciones públicas; es que, incluso, en aquello que han acertado, en aquellos logros que han conseguido o en aquellos recursos jurídicos en los que se les ha dado la razón, han sido incapaces de explotar el éxito, de vender al pueblo la excelencia de su proyecto, de disponer de una red propia de informadores que les permitan contrarrestar la gran mayoría y preeminencia de los medios de difusión de los que se ha dotado la izquierda que, en cuanto al tema que tratamos, siempre le ha dado vuelta y media a unos partidos conservadores, que da la sensación de que tuvieran que pedir perdón por todo aquello que consiguieron, pero que dispone de la habilidad propagandística, la insistencia en la desinformación, el empeño en repetir consignas en las que se tergiversa la verdad o la evidente facultad de crear mundos virtuales de los que se vienen valiendo para conseguir desorientar a la masa ciudadana, siempre propicia a creer a quienes, aparentemente, defienden a los trabajadores de la “codicia” de los empresarios olos acusan de robarles su dinero.
Resulta curiosa la semejanza de los métodos de propaganda nazi con los que vienen utilizando nuestros políticos de izquierdas que, en lo que les conviene, no dudan en utilizar los mismos argumentos que empleaba el ministro de propaganda Goebbels cuando repetía aquello de que “una mentira repetida mil veces… se transforma en una verdad”.Lo cierto es que si se quiere estar en condiciones de plantar cara a estas izquierdas que amenazan con llevar al país a la ruina, no va a ser posible si el PP, C,s y VOX no buscan una estrategia común, no desarrollan un frente propagandístico capaz de emular o, al menos, intentar contrarrestar a la avalancha de información negativa para ellos que separatistas, comunistas y socialistas lanzan cada día a través de su gran poder mediático.
La política cainita, en este caso la especialmente practicada por la dirección del PP, no parece que sirva para que se cree una corriente de simpatía popular hacia ellos. Lo que está sucediendo con la presidenta de Madrid, la señora Ayuso y el empecinamiento del señor García Egea en tratar de quitarle méritos y de ponerle trabas en sus aspiraciones de dirigir el PP madrileño, no parece que sea el método más adecuando para convencer a los españoles de que, un gobierno del Partido Popular, sería capaz de evitar incurrir en los mismos defectos del actual ejecutivo de izquierdassi, cuando exista en sus seno la menor discrepancia, empiezan a sonar los tambores de guerra.
No parece que el señor Casado entienda bien lo que siguen pensando una gran mayoría de los simpatizantes del partido de Fraga Iribarne. Puede que, con su forma particular de intentar navegar por esta legislatura, piense que va a conseguir desbancar al señor Sánchez, un personaje que ha dado pruebas de tener un sentido de la oportunidad que le ha ayudado a sobreponerse a todas las dificultades, algunas muy grandes, a las que ha tenido que enfrentarse.
Pero hay algo que no debieran de olvidar los dirigentes actuales del PP y es que su base más sólida, sus votantes más fieles, sus apoyos más significativos no serán los que provengan de Ciudadanos o los que pudieran desertar del PSOE y ya no hablemos de lo que pudiera conseguir de VOX un partido que, de momento, lo único que hace es lograr más votantes, precisamente a costa del PP.
Y volvemos a lo de siempre. El señor Casado ha convertido su campaña en contra de VOX en el leitmotiv de su discurso, empeñado en aumentar las diferencias entre ambas formaciones. No parece que sea consciente de que, si llegara a ganar las elecciones, si fuera capaz de contrarrestar a las izquierdas, entonces, no podría gobernar sin la ayuda de VOX que, al menos hasta ahora, parece que sigue acumulando votantes y aumentando el número de escaños que le corresponderían.
No sabemos si se está a tiempo para cambiar el rumbo, ni si existe el convencimiento de que es preciso mejorar el tema de la comunicación con los ciudadanos. No parece que prescindiendo de valores oratorios como es el caso de Cayetana Álvarez de Toledo, simplemente porque es una señora que no coincide en todo con el señor Casado, nos parece de una ruindad de lo más que absurda. Lo mismo que el someter a la señora Ayuso a un tercer grado para evitar que aumente su fama dentro del PP, no es más que una de las tonterías más grandes que se pueden hacer porque, a la vez que desprestigia, o lo intenta, a una señora que salvó Madrid de caer en manos de las izquierdas, lo que demuestra es que los egoísmos y tics autoritarios en Génova pueden llegar a causar graves perjuicios a la imagen de los populares.
Es cierto que la opinión de un simple ciudadano de a pie, no se puede considerar ni tener en cuenta a la hora de diseñar un plan para una formación política, pero estamos convencidos de que muchos otros ciudadanos de a pie, que simpatizan y votan al PP, sienten que lo que estamos argumentando tiene su base y que, en ocasiones, hasta los personajes más preparados, más carismáticos y más influyentes tienen sus fallos, cometen sus errores y, cuando lo hacen, es muy posible que enmendarlos ya no sea factible.
En todo caso no entendemos muy bien el hecho de que la convención del PP que se debía celebrar en Madrid haya sido aplazada, al parecer, como una medida más de intentar perjudicar la candidatura de la señora Ayuso de presidir el PP en la comunidad madrileña. Lo hemos dicho y es posible que no sea posible que ocurriera, pero de situaciones semejantes, de estos desamores políticos pueden llegar a producirse situaciones inverosímiles pero que, extrañamente, de tanto en cuanto suceden, no debiera descartarse la posibilidad de un plante de la presidenta madrileña que, sin duda alguna, podría causar, al menos en la comunidad que preside, un gran descalabro al PP y, luego, vendría aquello “del llanto y el crujir de dientes” que suele ser el preámbulo de una salida poco airosa del campo político de ciertos personajes incapaces de prever los resultados de una mala decisión.
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, somos conscientes de que hemos entrado en una fase en la que en España, unos y otros, nos estamos jugando el porvenir que, a la vista está, nos puede llevar directamente a lo que, cada día que pasa resulta más evidente: un intento, perfectamente orquestado por la unión del separatismo y las izquierdas, encaminado a desballestar la Constitución, imponer un régimen intervencionista, limitar las libertades individuales, desautorizar a los cuerpos de seguridad del Estado, favorecer el sindicalismo, uno de los factores más negativos de las relaciones laborales, fomentar la ocupación de las calles y los actos vandálicos subsiguientes; iniciando el camino hacia lo que se pretende desde el actual gobierno de Pedro Sánchez: convertir a la nación española en una más de las gobernadas por el régimen bolivariano imperante en Venezuela.
Hoy la frase que nos ilustrará se la debemos a don Miguel de Cervantes, y reza así: ”La falsedad tiene alas y vuela y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando la gente se da cuenta del engaño ya es demasiado tarde”.
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