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En estos días que se buscan culpables sobre la Dana de Valencia, en lugar de arrimar el hombro en la reconstrucción y sobre todo la reparación de las pérdidas humanas en la medida que sea posible, vemos que el relato sustituye la verdad, pues se busca la buena imagen.
La propaganda ha sido una herramienta poderosa para moldear las creencias y actitudes colectivas, y Edward Bernays, uno de los padres de las relaciones públicas, introdujo el concepto de un “gobierno invisible” que gobierna la opinión pública mediante el control de la información. Este “gobierno invisible” está formado por expertos en propaganda y relaciones públicas que manipulan ideas y gustos sociales sin que la mayoría de las personas lo perciba.
Relata Kafka, en “La Metamorfosis”, la mutación del protagonista, que se acuesta humano y se levanta convertido en un enorme insecto. Se dice que Kafka entrevé, de esa manera, la venida inminente del totalitarismo, tal vez sin saber de manera exacta de qué se trata, y lo refleja en sus obras. Su entorno familiar y, sobre todo, la condición de funcionario, oficio primordial ligado a cualquier deriva tiránica, favorecen esa suerte de precognición.
En El Criterio, Balmes (muerto en 1848) dice: “El pensar bien consiste: o en conocer la verdad o en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a ella. La verdad es la realidad de las cosas. Cuando las conocemos como son en sí, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en error. Conociendo que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe…”.
Añoro aquellos tiempos en que cada día aparecían en mi buzón un cerro de cartas. No ha pasado tanto tiempo. Durante mi vida laboral como agente comercial, la labor de los esforzados carteros fue imprescindible para mi negocio. Pedidos, facturas, catálogos, tarifas, instrucciones de venta. Se cruzaba todo un conjunto de correspondencia que ponía en marcha y organizaba toda mi vida comercial.
Se advierte muy en boga la referencia a la guerra cultural, bastante relacionada con la propaganda de siempre que, como los viejos rockeros, nunca muere y solo se adapta a las circunstancias; es sabido que adquiere especial relevancia durante los conflictos bélicos, pero también inunda los tiempos de paz, en el marco de la contienda política diaria, ligada a la dinámica del Poder.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha inaugurado este jueves un encuentro europeo de lucha contra la difusión de propaganda terrorista a través de Internet. Las jornadas reúnen durante dos días a medio centenar deexpertos en seguridad procedentes de 24 países de la Unión Europea y están coorganizadas por la Comisión Europea y el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO).
Desde sus orígenes, los usuarios del poder, para reforzar su papel dominante, han acudido a la doctrina. Su efectividad ha quedado debidamente acreditada a lo largo de la historia. De tal manera que no ha habido poder duradero sin que intervenga la doctrina, aportando ese matiz legitimador que la caracteriza.
Entre otros subproductos que viene vendiendo el tan alabado Estado de Derecho, se ha puesto en escena, y progresivamente revalorizado, lo de la igualdad. El hecho es que funciona, al menos, en su calidad de distintivo de una sociedad moderna. De un lado, el eslogan de la igualdad ha adquirido cierto grado de solidez argumental en virtud de la ley y, a veces, de la jurisprudencia.
Los parloteos han llegado hasta extremos inauditos, nos acribillan a verdades desde las perspectivas acomodaticias de cada pronunciamiento. Ni teorías son, ni afirmaciones llegan a ser, apenas se presentan como unos dichos insolentes, pero se cuelan. Cargadas con el estigma de la subjetividad más intempestiva e intolerante, apenas logran adaptarse a su propio protagonista.
Estamos en plena efervescencia propagandística. El Gobierno se ha lanzado en tromba para intentar, por todos los medios, conseguir cambiar el sentido de lo que se anuncian como evidentes derrotas del partido o partidos gobernantes en los próximos comicios que se avecinan. Promesas y más promesas por parte del Ejecutivo que no mira en gastos cuando se trata de ir comprando votos allá y acullá.
En los años que lleva España en democracia, ni uno solo de los gobiernos denominados conservadores ni tampoco cuando se han tenido que limitar a formar parte de la oposición, han tenido el más mínimo interés en dotarse de una red de informativos: prensa, TV, radios, foros, propagandistas o cualquier otro medio que les permitiera contrarrestar la probada eficacia de los métodos de divulgación, captación de afiliados e incluso manipulación utilizados por las izquierdas.
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