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En octubre de 1992 el Papa San Juan Pablo II aprobó el Catecismo de la Iglesia Católica, un grueso libro con más de 600 páginas y 2855 apartados que trató de ser una exposición orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la moral, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia cuyas fuentes principales son la Sagrada Escritura, los Santos Padres, la Liturgia y el Magisterio de la Iglesia, estructurado en cuatro partes: La profesión de la fe, los sacramentos de la fe, la vida de fe y la oración en la vida de la fe. Las cuatro quieren ayudar a profundizar el conocimiento de la fe y se orienta a la maduración de esta fe, su enraizamiento en la vida y su irradiación en el testimonio.
Pues lo mismo de siempre, nada o casi nada nuevo bajo el sol. Mientras nos aprestamos a celebrar el segundo round de las elecciones nos queda un espacio para pararnos y pensar. Elegir el menos malo y votar.
“El Concilio de Trento se pronunció contra los reformadores declarando que Cristo comunicó a los apóstoles y a sus legítimos sucesores la potestad de perdonar y retener los pecados con el propósito de que se reconciliasen nuevamente con Dios los fieles que cayeron en pecado después del bautismo.
Y no me importa nada este fracaso aparente. Desde el principio he tomado una opción por el menos malo. Cuando de joven soñaba con la democracia siempre llegaba a la conclusión de que mis ideas van por ser un socialdemócrata cristiano.
Cuando vemos una magnifica pintura preguntamos por su autor. Lo mismo si contemplamos una construcción imponente o leemos un bello poema. Siempre nos interesamos por saber algo de los autores de todas las cosas que nos impactan.
Dos viñetas de El Roto que podemos relacionarlas. En la una todo está a oscuras que bien puede representar un tormenta inminente. El texto: “Una sobrecarga de mentirás provocó el apagón informativo…” La otra muestra a un hombre contemplando el panorama des de una terraza. Lo que ve representa el elevado nivel de contaminación que produce el amenazador cambio climático.
¿Son injustas las enfermedades? Puede que nos disgusten por los inconvenientes y sufrimientos que provocan. Injustas no, porque son la consecuencia de un acto de nuestra voluntad libremente ejercido cuando todavía estábamos en el seno de Adán.
Vivimos tiempos propicios para la reflexión calmada, ya que desde la aurora de la Pascua una nueva primavera de luz nos anima, y en verdad que necesitamos, (creyentes y no creyentes), de este sosiego meditativo, al menos para desenredar los diversos nudos que nos hacemos unos a otros durante el camino existencial.
Inmediatamente se me vino a la memoria aquel otro Lunes Santo en el que toda Málaga se sintió consternada por el incendio de un famoso almacén del centro de la ciudad. Aquél día-no tendría yo ni una docena de años- pudimos observar como los componentes de la Banda de los Bomberos abandonaron el recorrido oficial para incorporarse a su trabajo.
Escribo estas líneas con tristeza. Mi hijo Pablo, joven y brillante abogado (perdón, soy su padre) no ha tenido paciencia para darme la mala noticia y me ha puesto un WhatsApp diciéndome: “Papá, malas noticias. Este año el Señor de los Gitanos, nuestro Cristo, saldrá en procesión en la “madrugá” del Viernes Santo, con la túnica bordada de oro. Pero consuélate; tengo entendido que será solo este año. A partir del año que viene volverá a las calles de Sevilla con su túnica morada, lisa. Lo siento.”
El periodista y comunicador, Manuel J. Ibáñez Ferriol, ha publicado, una nueva novela, basada en la Biblia de San Vicente Ferrer. El libro ha sido publicado en la plataforma Amazon, en dos formatos: papel y digital. Estamos ante un libro novedoso, ya que su catalogación es como novela negra de corte policial, ambientada en nuestra época.
La muerte por ser un hecho tan común que nos afecta a todos está presente cada día en las noticias. Las muertes se incrementan en las carreteras y las autoridades competentes diseñan campañas dramatizando la muerte para concienciar a los conductores que deben extremar la prudencia.
Llega la Semana Santa, la gente va de un lado a otro, comienzan las procesiones, largas filas de penitentes con túnicas y capirotes de determinado color, bandas de música y unos pasos en los que se muestra la pasión de Cristo o el dolor de la Virgen.
No es lo mismo que la eutanasia. La buena muerte creo que no existe. Si se entiende por tal la plácida desaparición de una persona que deja de existir porque su situación es irreversible se puede entender. De todas formas, estoy convencido de que la muerte nunca es algo bueno y deseable en sí mismo.
Quien fue portavoz de la Sala de Prensa de la Santa Sede Federico Lombardi escribió en La Civittà Cattolica un escrito titulado Hacia el encuentro episcopal sobre la protección de menores, encuentro celebrado en Roma el pasado mes de febrero de 2019, en que pide “sea un auténtico motor de cambio en la lucha contra la pederastia clerical”.
El escritor asturiano ficha por el sello madrileño Huso Editorial para ofrecer una de las novelas de la temporada. Un profesor de Historia de la Universidad de Madrid, una alumna y un joven desclasado de origen marroquí en un entorno yihadista. Dos fuerzas arrolladoras, la del amor y la del fanatismo religioso serán los factores que el azar moverá en un vertiginoso ritmo de montaña rusa.
He tenido que volverla a ver y, sobre todo, a escuchar. La primera vez que la disfruté en directo se me acumuló una tormenta de ideas mientras se me llenaba de fuego el corazón. Hacía años que no me emocionaba tanto en el encuentro con el Evangelio vivo. Así que la he vuelto a revisar.
Dos viñetas que representan España y el estado en que se encuentra. Una es de Kap: el barco España se hunde y Pedro Sánchez se aleja de la nave remando cabalgando sobre una urna. La otra es de El Roto en donde solamente aparece un navío en medio de una fuerte tempestad. Le acompaña esta frase: “Para evitar el naufragio, el capitán hunde el barco…” Ambos mensajes dicen lo mismo: España no va bien.
A la vuelta de 21 siglos tenemos una cultura cristiana heredada, en la que hemos nacido y en la que vivimos, conscientes o no.El problema es que en muchos aspectos, esa cultura - y esas formas culturales - es una cultura fosilizada, más arqueológía que vida.No vivir de las rentas significa, en primer lugar, darse cuenta de esto, si es que no queremos hacer el ridículo ante una sociedad secularizada y atea en la que las formas culturales cristianas del pasado no tienen el más mínimo recorrido en el mundo actual salvo ser objeto de burla.El problema de muchísimos católicos actuales es que buscan en la cultura cristiana una seguridad que solo deberían buscar, y encontrar en la fe, entregada por Dios y custodiada por la Iglesia.Si la fe no se impone, sino que se propone, con mucho menor motivo se puede imponer la cultura cristiana (las formas de cultura cristiana), cuando desde nuestra fe, los cristianos no nos hemos tomado con responsabilidad lo que decía san Pablo VI, inculturizar la fe, hacer de la fe, cultura, y cultura viva.Quienes le dan a la cultura cristiana el valor que solo deberían dar al evangelio, se equivocan.
He estado recordando el tiempo de Cuaresma cuando yo era joven e inevitablemente surge la comparación con lo que ocurre ahora. Ya sé que tenemos la tendencia a idealizar el pasado, nuestros tiempos, aunque mientras sigamos vivos estos tiempos tan diferentes también son nuestros.
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