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Dudo que quede en España algún ganadero que no haya pedido la dimisión de Alberto Garzón, ministro de Consumo del Gobierno de Pedro Sánchez, sector comunista. Su falta de preparación y su desconocimiento del mundo ganadero le ha llevado a demostrar su ignorancia en «The Guardian». Además de inconsciente es un hipócrita porque en su boda no faltó solomillo. ¿Qué tiene este desorejado contra la carne?
Dicen que no hay peor sordo que el que no quiere oír, pero sí hay uno peor: el que por un oído le entra y por otro le sale. Pablo Casado es un mal sordo. Lo ha ignorado todo: a FAES, a los barones del PP y a la patronal. Es tal el complejo adquirido tras el tentetieso con Díaz Ayuso que ya ve enemigos por todas partes, lo que le hace ser un peligro hasta para el propio Partido Popular.
Cualquiera que conozca la negativa gestión del Gobierno en cualquiera de los ámbitos donde ha metido la mano, no puede por menos que llevarse las manos a la cabeza; ahí tienen la pandemia en la que el actual Ejecutivo ha quedado descolgado respecto a la mayoría de los países de la UE. Y si lo prefieren investiguen sobre cómo se ha llevado a cabo la vacunación: el propio Gobierno se ha hecho el loco y ha dejado que fueran las comunidades quienes gestionaran el proceso.
¿Viva Cataluña libre? Acaso no lo es. ¿Cuándo no lo ha sido? ¡Cuántos complejos atenazan al independentismo! ¿Cuándo no ha sido libre como lo es cualquier comunidad de España? ¿Acaso Cataluña no está en España? ¿De qué libertad hablan esos impresentables y cutres nacionalistas? Exceso de discurso cutre, hueco y con incontenida palabrería. El tal Aragonés no pasa holgado un curso de castellano ni con recomendación.
Las cosas se ponen feas en Cataluña, pero también para los propios catalanes. El complejo catalán se agudiza y, cada vez con más insistencia, el alumnado se rebela contra el profesorado y contra el sistema educativo catalán. La división irreconciliable de familias catalanas es un hecho y el sufrimiento de familias de policías y otros profesionales llegados a Tabarnia y Tractoria empieza a cambiar en algunas zonas.
Alfonso Fernández Mañueco ha convocado elecciones en Castilla y León en el peor momento que podía hacerlo: con la pandemia en claro ascenso, no es ético dejar huérfana la consejería de Sanidad. No me extrañaría que la ciudadanía le hiciera pagar esta brutalidad que, por otra parte, demuestra una inmadurez política y un claro afán de revancha del PP nacional.
Hoy está siendo tendencia la localidad de Camporredondo, provincia de Valladolid. La cuestión es que su alcalde, Javier Izquierdo, ha respondido de forma contundente, y no sin sorna o recochineo, pero con extraordinario fundamento histórico, a un requerimiento del Senado sobre la aplicación de la mal llamada ley de Memoria Histórica. Ley sectaria, mentirosa y torticera basada en el revanchismo, el odio y la venganza.
No es fácil poner orden en Cataluña y tampoco en España. Lo están intentando varias familias frente al supremacismo catalán; lo han intentado asociaciones y agrupaciones no catalanistas; no dejan de hacerlo los partidos constitucionalistas: unos más que otros, porque el Partido Popular se limita a hablar, pero no actúa. Del Gobierno mejor no hablar: su actitud es calificada de «despreciable ante el sufrimiento de miles de familias represaliadas en Cataluña».
Hace algún tiempo pensábamos que Nadia Calviño abanderaba el sector más moderado del Gobierno, incluso ella daba la imagen de ser la más moderada. Pero ayer se quitó la careta tras las afirmaciones de Pablo Casado en el Congreso de los Diputados.
No se puede esperar más. La defensa de los niños en Cataluña es urgente y hasta los jugueteros muestran su enfado por la burda manipulación que hace al efecto el ministro de Consumo, Alberto Garzón. Sabido es que el Gobierno «Frankenstein» se ha desentendido de los problemas de represión que practica el independentismo catalán, las amenazas a las familias y la persecución a todo lo español, incluidas las instituciones y las tradiciones.
Se apellida Garzón, y no es precisamente Baltasar, el exjuez expulsado de la Judicatura. Me refiero a Alberto, el ministro de Consumo. Sesudo personaje que descubrió que circulaban menos coches cuando nos obligaron a permanecer enclaustrados bajo amenaza de sanción. El mismo que no domina las matemáticas y que descubrió que había bajado el nivel de juego, precisamente cuando estábamos encerrados por la pandemia y por las ilegales medidas del Gobierno.
La meiga gallega del Gobierno pierde tornillos a su paso. Muy torpes tienen que ser quienes votan en las encuestas para que este personaje traicionero quede en primer lugar. Claro que, eso pasa porque los otros, por quienes también se pregunta, son burdos personajes políticos, sin importancia, carisma ni prestigio, aunque sean líderes de otros partidos.
Debemos avergonzarnos de los falsos y faltos informadores que matan la información, traicionan a sus propios compañeros y cercenan la realidad con mentiras al más puro estilo del Gobierno procomunista. Están vendidos a unas siglas, a falta de un trabajo serio en algún medio de comunicación en el que demostrar su valía profesional. Da la impresión de que son enchufados ideológicos que nunca tuvieron que competir con y por la calidad informativa.
Deberíamos llamarlos algo así como «Delegación Plurinacional de Prensa y Propaganda» a todos esos periodistas vendidos a unas siglas. Son enchufados, nunca tuvieron que competir. Son hijos de la LOGSE y se venden al mejor postor, hablamos de mercenarios incapaces de resolver sus propios problemas. Ponen el culo en cualquier dirección y para ello precisan protección. Representan una forma de corrupción soterrada que daña los cimientos de la democracia.
España no se cansa de pedir fondos europeos a Europa, con la disculpa de la recuperación y la necesidad de modernizar el país. Pero resulta que ciertas cantidades importantes de esos fondos van a parar a los sindicatos clasistas para el arreglo de sus sedes. El caso es que la Unión Europea ha bloqueado diez mil millones de euros porque ese no es el destino de los fondos.
Hace unos días me comentaban que, con un ministro de Cultura y Deporte como el «Peoncín» de Tabarnia, ha acabado por degradarse la representación de una y el otro. El caso es que uno reflexiona al respecto y posiblemente esté en lo cierto quien así opinaba. Los Gobiernos democráticos españoles siempre han dado importancia a esas dos disciplinas, pero en el Gobierno actual no lo han hecho; han tomado a ambos como una «María» de bachillerato. Y así nos cubre el pelo.
«Lo que nos gustaría es que los museos nacionales no estén sólo en Madrid». Lo ha soltado el ministro de Cultura y Deporte, Miguel Octavio Iceta, y se ha quedado tan pancho y orondo. ¡Qué atrevida es la ignorancia! Y pensar que estamos gobernados por personajes como el «bailarín» o, como le llaman en su partido, el «peoncín» que llegó de Tabarnia.
Cada vez que abre la boca, Íñigo Urkullu, sube el pan o baja la bolsa. Y cuando habla de asuntos de fiscalidad ya es el colmo: algo así como las risotadas de los niños cuando los payasos hacen su aparición en la pista del circo. Hace unos días se ha reído media España de él y, si no lo ha hecho la otra media, es porque no ha entendido la majadería interesada que ha esputado.
Muchas veces, el activismo ideológico deja en segundo plano la lógica, el bienestar y la razón. Eso es lo que le ha sucedido a José Luis Escrivá, ministro de Seguridad Social y cosas varias. Sabe que los fondos de recuperación comunitarios dependen de una serie de factores que el Gobierno ha de cumplir, sí o sí. No sé cómo explicará a Bruselas que la patronal se ha retirado de la mesa de las pensiones.
La calle se caldea. Ha costado, pero se va logrando. Los camioneros están hasta el pico de la boina; los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado han acabado hartos de abusos y de mentiras de Pedro «El mentiroso» y del fundido Grande Marlasca; Los metalúrgicos van a peor cada día y están olvidados; los agricultores venden por debajo de lo que cuesta producir; los sindicatos andaluces se gastan en putas el dinero que debían entregar a los parados, y así sector tras sector.
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