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Miles de veces me he propuesto escribir sobre el conflicto palestino israelí, como consecuencia de la actual masacre realizada por el grupo terrorista Hamás en el desierto de Neguev coincidiendo con la festividad judía del Sukkot. Pero tantas veces como me lo propuse, tantas desistí por tener claro que mis intenciones acabarían embadurnadas de lodo, ira, venganza, y sucios intereses geopolíticos.
Al menos 4050 mujeres murieron víctimas de feminicidio el año pasado en América Latina y el Caribe, según ha informado el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para esta región del mundo (Cepal). Más de 70 % de las víctimas de feminicidio en 2022 tenían entre 15 y 44 años.
La verdad —y los periodistas— son las primeras víctimas de la guerra en Gaza. Mientras el bombardeo israelí contra la Franja de Gaza, que ya lleva casi siete semanas, se ha cobrado la vida de más de 14.000 palestinos, entre ellos más de 5.000 niños y niñas, los valientes periodistas palestinos que trabajan en Gaza en circunstancias sumamente difíciles y peligrosas están muriendo uno tras otro.
La guerra entre ejércitos rivales en Sudán, iniciada el 15 de abril y que ha costado 6.000 vidas de civiles y el desplazamiento de siete millones de personas, se intensificó en las últimas semanas con más ataques sobre la población civil, según lamentan responsables del sistema de Naciones Unidas.
El renovado uso de las minas terrestres antipersonales mantiene elevadas las cifras de víctimas de esas armas, con 4.710 personas que resultaron muertas o heridas en 2022, según el informe divulgado esta semana por la Campaña Internacional para la Prohibición de las Minas Terrestres.
La inmensa mayoría de los demócratas de nuestro país exige parar la guerra y el genocidio que Israel perpetra contra la población civil en Gaza. La posición de España tiene una especial relevancia, tanto porque España ocupa en estos momentos la presidencia del Consejo Europeo, como por la presencia militar directa en la zona liderando desde 2022 una misión de la ONU en la frontera entre Líbano e Israel, y por la implicación de las bases estadounidenses en el conflicto.
Más de 9.000 palestinos —entre ellos 3.700 niños y niñas— han muerto a causa de los bombardeos que Israel ha lanzado contra Gaza en las últimas semanas y de la invasión terrestre que el Ejército israelí ha iniciado recientemente, con el pleno apoyo del Gobierno de Estados Unidos, mientras los llamamientos mundiales a un alto el fuego continúan sin ser escuchados.
El sufrimiento de los niños en Gaza se debe a que, por impaciencia, van directamente contra los objetivos militares sin importarles que estos se escudan en la población civil, muriendo muchos niños cada día. La rabia de la guerra, la sed de venganza nunca puede dejarnos ciegos ante el llanto de un niño, de miles de niños que sufren, que mueren.
La agencia de ayuda humanitaria internacional World Vision ha hecho pública una declaración en la que afirma que la actual crisis en Oriente Medio está teniendo un impacto sin precedentes en varios millones de niños y niñas de la región. La directora de Respuesta a la Crisis en Oriente Medio de la organización afirma que estamos viendo cómo se violan sus derechos más fundamentales a la vida y a la seguridad.
Israel ha pedido a los habitantes del norte de la franja de Gaza que se vayan al sur, pero hemos visto que muchos no lo han hecho. Israel dice que los que se queden serán considerados como pertenecientes a Hamás, pero si pensamos que muchos son familia de miembros de Hamás en mayor o menor grado, vemos que la acción violenta contra ellos no es posible, que un exterminio así sería inmoral y no viable ante los ojos de la opinión pública internacional: hay que usar otras vías.
Con motivo de la reactivación del conflicto israelí-palestino que se inició el 7 de octubre de 2023, cuando grupos armados de milicianos palestinos, principalmente de la facción armada de Hamás y de la Yihad Islámica Palestina, junto con otras agrupaciones, realizaron un ataque armado contra la población civil que se hallaba en territorio israelí, desde la Franja de Gaza, arrojando un balance de al menos 1000 personas asesinadas en el primer día del ofensiva.
Dos apartamentos en los que Aldeas Infantiles SOS proporcionaba alojamiento a familias en situación de vulnerabilidad en Gaza han quedado completamente destruidos en un ataque aéreo. Las personas ya habían sido reubicadas en otro lugar más al sur. Ningún participante o miembro del personal ha resultado muerto o herido por este ataque. La organización ya ha perdido y lamenta la muerte de varios niños y familias relacionados con sus programas en Gaza e Israel.
De nuevo, las noticias se vuelven a manchar de sangre, gritos y desesperanza. Hoy como antes y como ocurrirá mañana los titulares de los medios de comunicación nos recuerdan la descarnada historia de las guerras sin sentido, de la sinrazón de las creencias excluyentes y de la realidad de quienes mueren sin ser culpables de la locura que a su alrededor tiñen de negro las esperanzas de un futuro trucado a golpe de metralla.
He pasado buena parte de la tarde del viernes cómodamente sentado en el sofá de mi casa contemplando por televisión la ceremonia de la entrega de los Premios Princesa de Asturias. Me lo he pasado bien. Confieso que estas ceremonias me gustan y admiro la destreza de los realizadores de la TV que son capaces de poner ante nuestra mirada imágenes y expresiones que no hubiésemos sido capaces de captar.
El número de muertes sigue aumentando en Gaza a medida que Israel impone un castigo colectivo a los 2,4 millones de palestinos que se encuentran atrapados en ese enclave ocupado, que ha sido descrito como la cárcel a cielo abierto más grande del mundo.
Sería bastante trivial comenzar esta reflexión anunciando que los israelíes tienen derecho a vivir en paz en su territorio, sin ser víctimas de los cobardes ataques terroristas de Hamás, como también los palestinos tienen derecho a vivir decentemente en su territorio casi completamente cercado hace más de medio siglo.
World Vision Afganistán, con sede en Herat, ha destacado los crecientes riesgos a los que se enfrenta la infancia tras los terremotos del pasado fin de semana cuyas réplicas continúan. Hasta la fecha, se calcula que hay más de 4.000 víctimas mortales y 10.000 heridos. Algunos pueblos han quedado totalmente destruidos y muchos otros han sufrido graves daños.
El incremento de agresiones sexuales es imparable. Solo el primer trimestre de 2023 se incrementó hasta en un 3.8% con respecto a las cifras del mismo periodo del año anterior. Sin embargo, es un delito que está infra denunciado. Según los datos, sólo el 11% de las violaciones tienen denuncia cursada y, en muchos casos, tiene que ver con el desconocimiento de la víctima sobre cómo actuar.
El 19 de septiembre, el sonido de las bombas recordaba la vigencia de un conflicto que el mundo parecía empeñado en olvidar. Fue entonces cuando el ejército azerí volvía a lanzar un ataque masivo contra Nagorno Karabaj. Se trata de una república autoproclamada dentro de Azerbaiyán habitada por una mayoría armenia que persigue su independencia desde la disolución de la Unión Soviética, en 1991.
El este de Libia se ha visto golpeado por la tormenta Daniel, que ha provocado graves condiciones meteorológicas: fuertes vientos y lluvias torrenciales en varias zonas del noreste de Libia. El balance humano es elevado: según las últimas cifras oficiales, hay más de 6.000 muertos, 7.000 heridos, 10.000 desaparecidos y 40.000 desplazados. Es difícil evaluar las necesidades humanitarias, pues las conexiones telefónicas y por carretera han quedado interrumpidas.
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