La poesía de Aurora Marco ”La ley es la ley” que es una crítica de los gobiernos obsesionados por la ley, entre otras cosas dice: “Se proclaman guardias de la ley del pueblo/ pero he aquí que el Maestro nos enseñó/ que la ley fue hecha para gozo del hombre/ que no ha de ser el hombre su esclavo”
Esta estrofa es una referencia clara de la lucha que Jesús mantuvo con los fariseos y doctores de la Ley que eran defensores acérrimos de la ley de Moisés de la que presumían ser estrictos cumplidores. Jesús sí que la cumplía suavizada con la misericordia. Mateo fue un cobrador de impuestos al servicio de Roma. Fue muy odiado por los jerarcas judíos. Cuando Jesús llamó Mateo para que le siguiese encontrándose en el lugar en que recaudaba los impuestos Mateo “se levantó y le siguió” (Mateo 9:9). En agradecimiento, Mateo invitó a Jesús y a sus discípulos a comer en su casa. “Y aconteció que estando Él sentado a la mesa en la casa, he aquí muchos recaudadores de impuestos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos” (v.10).Ahora aparecen en escena los legalistas empedernidos quejándose a los discípulos: “Por qué come vuestro Maestro con los cobradores de impuestos y pecadores?” (v.11). Oyéndolo Jesús se dirige a los estrictos cumplidores de la Ley diciéndoles: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (vv. 12,13). Aquel Jesús a quien los legalistas le acusaban de infringir la ley del sábado, “la gente se admiraba de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7: 28,29). Si de la Ley de Dios de la que “ni una jota ni una tilde pasará, hasta que todo se haya cumplido” (Mateo 5:18), debe aplicarse con misericordia, con mayor motivo las leyes humanas que por el hecho de serlo son transitorias y revisables, la misericordia debe acompañarlas en su aplicación. La ley sin misericordia se convierte en tiranía.
Es evidente que nos encontramos en medio de una grave crisis democrática, consecuencia de la profunda crisis moral que nos hace perder los valores éticos. La pérdida de la ética cristiana nos pone en una situación de debilidad porque falta la fuerza que Cristo da al alma. La debilidad se la quiere reemplazar con la dureza del imperio de la ley, condura lex. El imperio de la ley sin misericordia, como hemos dicho, es tiranía. Es una mala ley la que no admite ninguna modificación. El orgullo de los gobernantes no les permite ver los errores de las leyes que han legislado.
Maimónides, filósofo cordobés de origen judío (1135-1204) escribió sobre la vigencia de las leyes con estas palabras: “Por otro lado si una ley es vigente desde hace mucho tiempo, y con el transcurrir de los años resulta anacrónica, automáticamente debe derogarse. En términos judíos la cuestión se resuelve así: Se sancionó una ley en Israel y siguió vigente durante muchos años, y en cierto momento surgió un nuevo tribunal, y se comprobó que esta ley no satisfacía las exigencias del momento, en este caso debe anularse aun cuando el nuevo tribunal sea inferior en sabiduría y autoridad que el tribunal original”.
La constitución de 1978 ha muerto. No sirve para resolver los graves problemas que España tiene sobre la mesa. Los partidos políticos están de acuerdo en que debe revisarse y ponerla al día. A la hora de la verdad, pero, le dan largas. Todo por intereses partidistas. No persiguen el bien común. Presumen de patriotas, de ello nada de nada. De aprovechados, sí. El desbarajuste se ha hecho crónico por un motivo muy claro: La falta de la fe en Cristo distorsiona el sentido del bien y del mal, lo que es justo de lo injusto. En el momento en que las personas en general y los políticos en particular se mueven en la incertidumbre se decantan por lo que es más fácil: el mal y la injusticia. José A. Pérez Ledo, escribe: “¿Convendría una asignatura de pensamiento crítico?” Indiscutiblemente que sí. El texto para estudiarla ya lo tenemos al alcance de la mano: la Biblia que actúa de plomada para descubrir al instante si nos desviamos del bien y de la justicia para decantarnos hacia el mal y la injusticia. A la llamada crisis de valores, la Iglesia cristiana tiene una buena parte de culpa porque habiendo abandonado la pureza de las enseñanzas bíblicas para convertirse en un cristianismo de pandereta, no alerta a la sociedad en general y a los políticos en particular de que el abandono de Dios y de su Ley no resulta gratis. Siempre, en el momento oportuno pasa factura. La Iglesia mucho ruido y pocas nueces. Ceremonial mucho, Palabra de Dios en sus mínimos. En gran parte, debido a la infidelidad eclesial a su Señor la Democracia se encuentra sin brújula: cada uno hace lo que más bien le parece. Sin Cristo que es la luz del mundo, la Democracia de la que tanto nos enorgullecemos encuentra abocada a la catástrofe. Sin la Biblia no existe pensamiento crítico saludable.
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