El juicio de los EREs se ha pospuesto incontables veces, pero valiéndonos de un dicho castizo, y
perdón por la expresión, a cada puerco le llega su San Martín.
Eso es lo que ha ocurrido que la lenta pero inexorable marcha de la justicia ha sentado en el
banquillo a muchos de los incursos en la inconfesable y siempre despreciable trama de los que le han
robado, sí robado, el dinero a los trabajadores andaluces creando un fondo de reptiles por el que se han
perdido cerca de mil millones de euros que se los han repartido entre unos cuantos amiguetes en perjuicio
de la clase obrera.
Mala es toda corrupción, pero no es lo mismo la que se perpetra para financiar un partido cuyo
dinero provienen de componendas y chanchullos con los que no se perjudica tanto al pueblo, que la que se
comete causando un perjuicio directo a los trabajadores.
Ya les ha llegado el turno a los ex presidentes de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y José
Antonio Griñán que se escudan en el “yo no sabía”, “yo desconocía”, “yo ignoraba”..., en fin, escusas de
malos pagadores y de cobardes actitudes indignas de quienes nos han representado a todos los andaluces
durante demasiado tiempo, demostrando con ello que no han sido dignos de ostentar tan altos cargos.
Digo que son posturas cobardes e indignas porque se pretende inculpar a los subordinados para
que sean estos quienes reciban el peso de la Justicia, mientras que ellos, como se suele decir, “se vayan
de rositas”
No sé qué es más irritante pretender hacernos a los andaluces y por extensión a todos los
españoles pasar por tontos, o intentar poner cara de bobo y decir, tanto uno como otro que desconocían
ese pozo sin fondo del que se extraían ingentes cantidades con las que se acumulaba dinero para “poder
asar una vaca”, como la madre de cierto reptil llegó a decir.
A pesar de esa actitud de no querer dar la cara y reconocer que, como mínimo, al no estar en
actitud vigilante como era su obligación, hay muchos indicios contra ellos, ya que ni el Tribunal
Supremo, ni el Juez de Instrucción ni la Fiscalía le dan un adarme de crédito a sus manifestaciones
exculpatorias.
Es a todas luces increíble por su falta de coherencia el que hubiese una especie de vacío insalvable
que no permitiese la comunicación y el conocimiento entre los dos responsables más altos de la cúpula
gubernativa, o sea, el presidente y los consejeros, así como entre los vice consejeros y directores
generales.
Son miserables y faltos de valor al no querer admitir que el ex interventor general de la Junta de
Andalucía, que también es acusado, advirtió a ambos presidentes al menos quince veces de que se
estaban cometiendo fraudes y chanchullos en la práctica de los EREs.
Es más, en una carta que le dirigió a Griñán le puso de manifiesto que este asunto era el caso de
corrupción más importante de la historia de España.
¿Cómo se puede ser tan cínico cuando se ha tenido conocimiento de tamaño hecho delictivo y
atreverse a negarlo?
Pero no sólo son Chaves y Grinñan los principales inculpados. Hay otros veinte altos cargos más,
como la ex ministra Magdalena Álvarez, número dos en la Junta con Chaves y sus adláteres Francisco
Vallejo, Carmen Martínez Aguayo, Antonio Fernández y José Antonio Vieira.
También se encuentra el que tuvo el acierto de dar el nombre de “fondo de reptiles” al putrefacto
pozo en el que se acumulaba tanta inmundicia, el Director General de Trabajo y Seguridad Social, Javier
Guerrero.
¿Que actitud tomarán todos estos?
¿Adoptarán la postura rastrera y miserable que han elegido sus jefes máximos y negarán todo
diciendo “yo no se”, “yo no me había enterado”, “yo no tenía conocimiento”, o tendran la gallardía y
valentía de reconocer que eran los que urdieron la trama más canalla que se ha podido dar en España?
Eso sería lo correcto pechar con el mal hecho, pero me parece que adoptarán la postura de Chaves
y Griñán para librarse de la pena que les pueda caer encima.
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