Un diálogo clave que se mantuvo en la alborada de la existencia humana sirve para entender el pensamiento de muchos que pretenden convertirse en “Homo Deus”, es el que hubo entre Eva y la serpiente: “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que el señor Dios había hecho, la cual dijo a la mujer: Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto `podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni lo tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para adquirir sabiduría, y tomó de su fruto, y comió, y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos, entonces cogieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3: 1-7).
Tenemos que hacer una aclaración con respecto a la serpiente. Parece ser que originariamente, según restos arqueológicos, la serpiente andaba de pie y debería tener un aspecto hermoso porque si hubiese sido como la actual Eva hubiese echado a correr despavorida. La fisonomía de la serpiente de hoy es consecuencia de la maldición divina: “Y el Señor Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo, y polvo comerás todos los días de tu vida” (v.14).
El ángel que en la prehistoria se rebeló contra Dios y que de la contienda salió malparado se convirtió en el diablo “que era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad porque en él no existe la verdad. Cuando habla la mentira, habla de lo que le es suyo, porque es mentiroso y padre de la mentira” (Juan 8:44). ¿Se da cuenta el lector que las noticias falsas ya existían en los prolegómenos de la historia y que el hombre por instigación satánica intentó ser Dios contraviniendo las órdenes del Creador?
A lo largo de los siglos por instigación del padre de la mentira el hombre ha intentado alcanzar la divinidad. El primer intento para conseguirlo fue en la confusión de lenguas en Babel siendo el resultado de querer edificar “una ciudad y una torre cuya cúspide llegase al cielo, y hagámonos un nombre, por si fuéramos esparcidos sobre la faz de la Tierra” (Génesis 11: 4). El resultado fue un fracaso rotundo y los hombres obligados a esparcirse por toda la Tierra por no haber querido hacerlo voluntariamente.
La periodista Ima Sanchís entrevista a Albert Cortina autor de humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica, le pregunta: Qué el cuerpo muera pero que la mente siga viviendo con otro soporte? La respuesta que recibe es. “Sí, es una nueva visión de la resurrección, de hecho el Dalai Lama ha dado soporte a este proyecto”. Un personaje reconocido internacionalmente dando su aprobación “al nuevo paradigma que aspira a aplicar las biotecnologías para crear un nuevo ser humano post humano” (Albert Cortina), un proyecto instigado por el padre de la mentira para que el hombre pretenda convertirse en Homo Deus. Este proyecto como todos los que se han iniciado para que el hombre adquiera la divinidad fracasará. El tiempo lo dirá. La biotecnología no conseguirá que el hombre se convierta en Homo Deus.
En el momento en que Adán comió el fruto prohibido por Dios un cambio existencial se produjo en Adán y Eva: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos, y entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3:7). ¿Qué fue lo que les hizo conocer que estaban desnudos? Su conciencia les acusó que habían perdido la gracia de Dios. Se produjeron reproches mutuos. El Creador, pero, no los dejó abandonados a su suerte: “Y el Señor Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles y los vistió” (v.21). Fue el primer anuncio de que sin derramamiento de sangre no puede haber perdón de los pecados. La sangre de los animales que simbólicamente limpiaba los pecados, miraba hacia el Gólgota en donde Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado el mundo, ofrecería el único sacrificio que tiene el pode de perdonar los pecados de quienes creen en Él.
El apóstol Juan escribiendo a la asiática (actual Turquía) iglesia de Laodicea para instrucción nuestra, le dice: Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad, y no sabes que eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y no se descubra la vergüenza de tu desnudez, y unge tus ojos con colirio, para que veas” (Apocalipsis 3: 17,18). Los cristianos de Laodicea creían que eran alguien que podía prescindir de Dios. Su orgullo les impedía darse cuenta de que eran dignos de compasión, su pobreza extrema, ceguera que les impedía reconocer la necesidad que tenían de que el Señor les abriera los ojos y la urgencia que tenían de que Jesús les cubriera con las túnicas blancas símbolo del perdón de Dios para recuperar la gloria que habían perdido en Adán al creer éste la mentira satánica que podría ser dios desobedeciendo la orden del Creador. No se alcanza la divinidad porque la criatura no puede aspirar a ella, pero se recupera, para no volverla a perder la gloria inicialmente recibida de Dios.
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