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Joan Pere Viladecans, radiografía de un enigma

Cincuenta años exponiendo sus cuadros
Teresa Berengueras
martes, 3 de julio de 2018, 09:19 h (CET)

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Fotos: Fundació Vila Casas


Joan Pere Viladecans expone su última obra, “Una mirada interior. Una mirada interior?”, en el Espacio Volart de la Fundació Vila Casas de Barcelona. El pintor barcelonés cumple cincuenta años en el mundo del arte y el pensamiento, ¿por qué pensamiento?, Viladecans no usa una pluma, un óxido, un papel, una tela o unos pinceles sin haber empleado antes mucho tiempo, sin haber esbozado cada uno de sus cuadros en sus cuadernos, reflexiona profundamente en lo que hace, al milímetro, horas viendo, dibujando, escribiendo, tiempo, aparentemente, sin hacer nada o mucho, desasosegado con la realidad que le rodea, Joan Pere Viladecans, expresa, en su obra contemporánea, la realidad más sencilla de la vida cotidiana.

En las paredes de la Fundació Vila Casas hemos visto cómo el autor realiza la unión del arte con la ciencia. Difícil mestizaje. Puede que, a bote pronto, tan sólo veamos en sus cuadros radiografías de diversas partes del cuerpo siempre acompañadas de algún objeto, un botijo, un imperdible abierto, un centímetro de modista, un bastón, unas tijeras, un grifo, unos candelabros, una cuerda, un pincel, una herradura, dos sillas, ¿qué nos dice Viladecans con esta yuxtaposición de objetos y que, sobre la mesa, nada tienen que ver con una radiografía?

Viladecans, ha trabajado seis años para mostrarnos esta exposición donde une arte y ciencia, que, al fin y al cabo, tienen intereses comunes. Él no es un artista al que preocupa que su obra entre por los ojos, anda lejos de eso, Viladecans entiende su obra dentro de la cotidianidad, sale a la calle, ve, escucha, vive, lee, garabatea en sus cuadernos para después regresar a su estudio, encerrarse, centrarse y llevar al lienzo toda la vida de la que se ha empapado durante su paseo por la vida. Nunca nos pone fácil la interpretación de su obra, una obra muy meditada y trabajada.

En la actual exposición hemos constatado el interés del autor por la ciencia y eso se nota tanto en las telas expuestas como en el catálogo donde el cardiólogo Marius Petit, el President del Col-legi de Metges de Barcelona, Jaume Padrós y el médico Miquel Vilardell, junto con especialistas en la obra del pintor nos hacen más fácil la visión de estos cuadros en las que la unión entre arte y ciencia queda bien plasmada. Una obra donde el óxido y la estampación digital tienen una importancia capital.

Viladecans ilustró los cuentos de Edgar Allan Poe y de ellos encontró uno en el que se narra la historia de un personaje al que le van creciendo de manera desmesurada las extremidades. Años después, un médico francés, Antonin Bernard-Jean Marfan daba nombre a esta enfermedad bajo la denominación de “síndrome de Marfan”. I así ha titulado el pintor alguna de sus telas. Difícil responder a la pregunta que da nombre a esta exposición: “Una mirada interior. Una mirada interior”?, cada uno de nosotros encontrará mayor conexión con un cuadro u otro, pero lo cierto es la capacidad de sorpresa con la que nos puede sorprender la pintura de Viladecans. Cada uno tenemos una vida interior y secreta, tan secreta como el mundo que nos ofrecen los cuadros de esta exposición. Donde, a pesar de todo, se encuentran retazos importantes de la actual realidad, como el problema de la emigración a la que el hambre y las guerras obligan a centenares de miles de personas. O, también, la admiración del pintor por el poeta Salvador Espriu, reflejada en la tela en un simple bastón que nos recuerda el poema del “Caminant i el mur”. Viladecans dice que se ha pasado la vida escapando, no sabemos de qué, y aprendiendo, y este aprendizaje se encuentra reflejado en cada una de sus exposiciones a lo largo de los cincuenta años que lleva mostrando su obran al público.

DIALOGO ENTRE FILOSOFIA Y ARTE
Hace unos días y aprovechando esta exposición entre los cuadros de Joan Pere Viladecans tuvo lugar un encuentro entre la filosofía, representada por el filósofo y periodista Josep Ramonead y el pintor Viladecans. Ambos se conocen bien, y durante cuarenta y cinco minutos se enzarzaron en una agradable conversación en donde hubo de todo, de aquella tarde me que quedo con una escueta respuesta de Ramoneda acerca de cómo, con pocas palabras, definía la obra de Viladecans: “Imposible hacerlo”.

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Fotos: Fundació Vila Casas


¿QUIÉN ES JOAN PERE VILADECANS?
Nació en una familia humilde y se ha hecho así mismo. Amaba la música desde temprana edad y ahorraba cinco pesetas para ir, cada domingo por la mañana, al Palau de la Música. En su familia no hay antecedentes artísticos, y hace años, en una entrevista, me dijo que creía que desde que mamaba se sentía atraído por la pintura. Su abuela le regaló “El Romancero gitano” de Federico García Lorca, en una edición que había llegado a sus manos desde México, por aquellos días Lorca y otros más estaban prohibidos. Su abuela no sabía ni leer ni escribir pero fue amiga de Margarita Xirgu, tanto que era la única persona que la Xirgu dejaba entrar en su camerino. Esos fueron los verdaderos comienzos de Viladecans. Vida sencilla, hombre con empuje para tirar adelante y con un carácter tímido pero con un punto de humor bien servido en las charlas cortas y relajadas.

Nos conocemos desde hace años. Una de las primeras entrevistas que le hice, cuando aún yo era una universitaria que compaginaba estudios y trabajo, fue con motivo de una exposición que hizo en la Sala Bellas Artes de Sabadell. No conocía su obra, pero fue un encuentro de dos personas que a lo largo de los años se han ido reencontrando. He comprobado que aquel Viladecans que traté entonces sigue siendo la misma persona sencilla, humilde, con una avidez natural por conmoverse por según qué realidad, por conocer más lo que está pasando a nuestro alrededor.

HIJO ESPIRITUAL DE ESPRIU
Con Espriu, mantuvo una larga relación epistolar y personal, Espriu le mandaba cartas al pintor invitándole que fuera a visitarle, y el pintor lo hacía. Viladecans, acerca de esta relación, me explicaba: “Muchos creen que Espriu era un hombre que vivía aislado, y eso no es cierto, siempre estaba al corriente de todo, era un hombre sabio”. Mantuvieron una magnífica relación que hace pocos años se plasmó de forma excelente al ilustrar, Viladecans, una antología de la obra de Espriu editada en edición de lujo y coleccionista por la Enciclopedia Catalana. También, durante años, las portadas de las ediciones poéticas de Edicions del Mall fueron obra suya. Hablar con Viladecans es hablar de Espriu, Ovidi Montllor, Vicent Andrés Estellés o Raimon, entre otros, siempre ha mantenido una buena relación, con un punto de admiración, con poetas y cantautores.

EL ENIGMA VILADECANS
Viladecans es un hombre sincero y su obra rezuma enigma, sus cuadros, tan reales, tan llamados a la vida real, siempre tienen un punto de secretismo. Como dice Ramoneda “es imposible de definir”. Creo que es un romántico, hay una época, quizá la más especial es la de las letras y los números, en donde puedes leer en sus obras historias de amor, aunque sin final rosa y feliz. En Viladecans encuentras verdad, el amor pasional sin comprender, el que no es posible, el que duele profundamente, el de ahora voy y luego no te contesto, todo es cotidiano, pero vivido cada día. Todo eso crea un aura de enigma cotidiano. Difícil de explicar.

Cuando un día le pregunté si era masoquista dijo: “Si, ¿crees que un “tío” que se dedica toda la vida a hacer dibujos, manchas, pinturas, es un “tío” normal?. No, la gente normal no hace estas cosas, ni pinta, ni escribe, ni hace cine, ni hace música”.

Le gusta escuchar a Springsteen, incluso va a sus conciertos, pero también escucha a Bach, Beethoven, Vivaldi, dice que recientemente ha descubierto a Mozart pero, según él, quién expresa mejor el alma humana es Brahms.

La obra de Viladecans, lleva su sello, no sólo artístico, su sello más íntimo, de difícil lectura, una personalidad que le conecta con el mundo y nuestra realidad, por eso se hace tan real y todos, todos, y no hace falta que especifique, podemos acceder a su obra. Les aconsejo que la vean, hasta el 22 de julio está en la Fundació Vila Casas y si no entienden todo lo que ven, nadie sabe de todo, poco importa, habrán conocido algo más. Todos los días se aprende algo, esta es la máxima del pintor. Cincuenta años no son nada. A por otros cincuenta más. Ánimo Viladecans.

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