El riesgo de que aumente el conflicto empuja al país a una devastación total
La escalada en curso de la violencia en torno a la ciudad portuaria de Hodeidah está poniendo en peligro la seguridad de la población y amenaza la entrada ya crítica de combustible, alimentos y suministros médicos para el resto del país. Es crucial que el puerto permanezca abierto. Las vidas de millones de mujeres, hombres y niños yemeníes dependen de ello.
La población civil continúa siendo la más afectada
Población e infraestructuras civiles, como mercados, hospitales, autobuses escolares y molinos, siguen siendo golpeadas por todas las partes con impunidad, según informa el Grupo de Expertos sobre Yemen de las Naciones Unidas.
Continúan los ataques contra escuelas y hospitales, con más de 1800 colegios directamente afectados por el conflicto, incluidos más de 1500 que han sido dañados o destruidos[1] y 21 que han sido utilizados por grupos armados.
Una generación perdida de niños yemeníes
Dos millones de niños y jóvenes siguen sin ir a la escuela[2], sin acceso a educación y expuestos a la violencia y la explotación. Niños y niñas desplazados, cuya seguridad no está garantizada por los ataques constantes contra las escuelas o por el uso que hacen de ellas los diferentes grupos armados.
Una población al borde de la hambruna
17,8 millones de personas, más del 60 por ciento de la población, sufren inseguridad alimentaria y más de 8,4 millones está al borde de la hambruna. 4,2 millones de ellos son niñas y niños, y otro más está en riesgo a medida que los precios de los alimentos y el combustible se disparan en todo el país. La desnutrición no solo amenaza directamente sus vidas, también debilita sus sistemas inmunológicos, lo que provoca que las personas mueran de enfermedades prevenibles como el cólera y la neumonía. Las madres en periodo de lactancia, los niños y los ancianos son particularmente vulnerables. La mitad de los niños yemeníes sufren retraso en el crecimiento al no acceder a los nutrientes que sus cuerpos necesitan para crecer, lo que reduce su capacidad de aprender y desarrollarse.
Una economía en problemas que continúa tambaleándose
Paralizada, la economía yemení continúa debilitándose. La fuerte devaluación del Rial yemení recientemente limita aún más la capacidad de la gente para comprar alimentos y medicinas. Muchos tienen que decidir entre uno u otro y una gran parte apenas cuenta con recursos para acceder a nada.
El prolongado conflicto y la erosión de las redes de seguridad han dejado a millones de yemeníes sin acceso a medios de subsistencia o sin capacidad de hacer frente a una crisis económica. Se estima que 1,2 millones de trabajadores públicos, especialmente en las gobernaciones del norte, no han recibido sus salarios en más de dos años. La economía de guerra ha dejado a millones de personas con muy pocas oportunidades de ganar ningún dinero.
Continúan los obstáculos al acceso
Las restricciones a las rutas comerciales terrestres, marítimas y aéreas han reducido drásticamente los suministros de productos de primera necesidad. A la incertidumbre sobre la accesibilidad de los puertos de Yemen, particularmente el de Hodeidah, se suma el cierre del aeropuerto de Saná a los vuelos comerciales desde agosto de 2016, restringiendo aún más la movilidad de la población yemení. El “puente aéreo médico” es una buena noticia, pero es una pequeña concesión que continúa dejando a la mayoría de los yemeníes sin libertad para buscar tratamiento médico en el extranjero.
Asimismo, 1,4 millones de personas permanecen en áreas de difícil acceso, sin asistencia de primera necesidad ni apoyo alguno, un aumento de 200 000 desde febrero de 2018. La escalada de los combates ha venido a agravar la situación, con cientos de miles de desplazados en los últimos meses, incluyendo cerca de medio millón procedente de Hodeidah desde junio de 20188.
La comunidad internacional debe intensificar su presión para que todas las partes en el conflicto:
· Cumplan con sus obligaciones de acuerdo con el derecho internacional, y tomen medidas inmediatas para prevenir y poner fin a la violación de los derechos de los niños.
· Garanticen el acceso humanitario y comercial de bienes y servicios esenciales.
· Se involucren para encontrar una solución política pacífica, sostenible y real, en la que se incluyan a las mujeres, los jóvenes, los grupos minoritarios y la sociedad civil.
Solo una solución política puede poner fin a la guerra y restablecer la paz en Yemen. Todas las partes deben poner fin de inmediato a las hostilidades, acordar un alto el fuego general y cooperar de “buena fe” con el proceso de paz del enviado especial de Naciones Unidas, Martin Griffith.
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