Las cosas se van olvidando, a veces demasiado deprisa. Rodriguez Zapatero es un personaje del que ya nadie se acuerda, salvo cuando aparece dándose una vuelta por algún país sudamericano mediando entre no se sabe quienes o asistiendo como observador a no se sabe qué. Me parece que cobra una pensión como ex presidente del gobierno y no se si un sueldo por ser miembro del Consejo de Estado, organismo que se reúne una vez al mes para que no resulte muy cansado. Por lo demás, tengo entendido que se dedica a mirar al viento o algo así, tal y como lo manifestó en una ocasión.
Su colega de partido Pérez Rubalcaba, parece estar actualmente más entretenido, pues al dejar la política, se reincorporó a su puesto de profesor de química en la universidad.
Lo que quizá esté ya en el olvido de mucha gente es el modo como uno y otro dejaron la política. Yo lo explicaría diciendo que uno y otro labraron su propio fin político al dar predominio a la ideologización sobre la gestión.
Dentro de la política, es evidente que hay cierta carga emocional, llámese de ideología, patriotismo - patrioterismo - sentimentalismo, ardor, etc. No se si es bueno que esta carga sentimental exista. Personalmente, lo colectivo es algo que no me atrae. Entiendo que las personas están por encima de las instituciones, sean del tipo que sean, y no me convence que desde el poder se sacrifique la libertad individual (y por tanto, el dinero, porque aunque el dinero no da la libertad, ayuda a ella) en aras de una colectividad ante la que otro pueda llorar de emoción pero que a mí no me diga nada.
Sobre todo, pienso que tiene valor la gestión política para que los ciudadanos se sientan más a gusto, pero como cada uno quiera, no como se lo dicten desde arriba.
Esto quiere decir que la política económica es muy importante, y que los políticos deben ser unos buenos gestores económicos de lo público, es decir, obtener buenos resultados económicos con pocos medios.
Quizá pocos se acuerden de que, cuando Zapatero llevaba tres años de su segunda legislatura, su gestión económica estaba siendo tan rematadamente desastrosa que tuvo que convocar deprisa y corriendo elecciones generales y dejar a Rubalcaba como candidato. Zapatero, no es que dejara el poder, es que huyó de él precipitadamente. Rubalcaba, bastante más capaz que Zapatero, recibió una herencia tan envenenada, que no pudo lograr ganar a Rajoy, a pesar de que este era el eterno candidato y no tenía el carisma de Aznar. La política de Zapatero había dejado al país tan maltrecho económicamente, que estuvimos varios años a punto de ser intervenidos desde Europa.
¿Qué sobresalió de la política de Zapatero? Básicamente dos cosas: La Alianza de Civilizaciones y La Memoria Histórica. En lo económico, lo más sonado fue el famoso Plan E ¿se acuerdan? Sí, aquello de gastar un pastón a cuenta de la deuda pública para que los ayuntamientos levantasen las calles y las volvieran a poner.
Haciendo un poco de memoria también podemos recordar la medida aquella de cambiar las señales de tráfico de toda España, las de 120 kilómetros por hora, y sustituirlas por otras de 110, para unos meses después volver a poner las de 120. ¿Y quién no se acuerda de ese ministro de Zapatero que para fomentar el consumo nos regaló dos bombillas de bajo consumo a cada español que terminaron colapsando las oficinas de Correos porque a todo el mundo le daba pereza pasarse por ellas a recoger sus bombillas?.
Con ridículos de ese estilo en la gestión económica, lo ideológico es el refugio de los políticos inútiles. El problema es que lo ideológico cuesta dinero pero no genera riqueza, y por tanto, no da de comer, y al final, el teatro de bambalinas se va al carajo. Lo bueno de la democracia es que esa caída estrepitosa de políticos inútiles, da paso a una alternativa política. Por el contrario, en países como Venezuela, Corea del Norte o Cuba, verdaderas dictaduras, cuando se cae el régimen, sigue el régimen. Maduro (o Pablo Iglesias) podrán echarle todos los piropos que quieran al régimen bolivariano, pero los venezolanos no tienen papel higiénico después de cagar.
En España, todos los indicativos económicos han empezado a bajar desde que entrara el gobierno de Pedro Sánchez. Los inversores extranjeros se están yendo o simplemente no están viniendo y prefieren los países vecinos.
Por contra, cada vez es más intensa la dedicación del gobierno a la Memoria Histórica y a plantarle cara a un enemigo que murió hace 43 años. Me estoy refiriendo a Franco. El Valle de los Caídos, la catedral de la Almudena, las gestiones ante el Vaticano, la Comisión de la Verdad sobre la Guerra, el establecimiento de la censura hacia quien no piense como ellos en lo relativo al sistema político de Franco, etc.
El gobierno no se da cuenta probablemente de que los franquistas, por ley natural, casi no existen, por la sencilla razón de que se han ido muriendo, ya que los niños que nacieron durante la guerra, tienen hoy día más de 80 años, y los que hoy día tienen 50 años, tenían tan solo siete añitos cuando murió Franco.
Y sobre todo por una poderosa razón: porque las personas normales entendemos la época de Franco como un tiempo pasado, irrecuperable hoy día, aunque solo sea porque el entorno político y social han cambiado profundamente. Los españoles normales vivimos en el presente, no en el pasado.
Aunque se lo propongan desde el gobierno, Franco no es hoy enemigo político de nadie, empezando porque está muerto. En todo caso, es un personaje histórico, objeto de estudio por parte de la historia. Franco no es hoy un personaje de la escena política, como no lo es Napoleón para los franceses. Es muy tosca la actitud de traerlo a la política actual como enemigo. Es tomarnos por tontos. ¿No será una cortina de humo que tape las vegüenzas de una política totalmente disparatada, llevada a cabo por unos ineptos?
Zapatero se fue al carajo de la noche a la mañana, como la Unión Soviética, como un decorado de cartón-piedra. Fundamentar la política nacional en dónde y cómo enterrar a Franco, da una idea de cómo estamos. Menos mal que Sánchez pasará, aunque nos cueste a los españoles pagarle una pensión de ex presidente del gobierno y un sueldo en el Consejo de Estado.
|