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Una lista conjunta, PP y Ciudadanos, por conveniencias táctico electorales

Existe en este país lo que se podría definir como una intoxicación colectiva
Miguel Massanet
sábado, 16 de marzo de 2019, 09:49 h (CET)

Es obvio que existen pequeñas circunscripciones electorales en las que el voto dividido puede perjudicar a los constitucionalistas en la consecución de escaños.


En realidad, existe en este país lo que se podría definir como una intoxicación colectiva respecto al maremágnum político en el que estamos inmersos y las derivadas que se van produciendo, como es el caso de esta añagaza proyectada por la señora Montero, pareja del señor Pablo Iglesias el actual dirigente de Podemos que, al parecer, ha decidido aumentar el censo de españoles y futuros comunistas, como auto declarado ejemplo de macho ibérico de que presume, lleva camino de no poder ocuparse de otra cosa como no sea del cuidado de lo que ya se puede anunciar como una prole numerosa. Es cierto que, la señora Irene Montero, en el periodo postparto de su primer hijo, no ha desaprovechado el tiempo convirtiendo a su partido Podemos del que, por lo visto, se va haciendo cargo en ausencia de su pareja, dándole un nuevo enfoque con el que, con toda seguridad, pretende conseguir recuperar parte de los votos que las encuestas les venían negando. Ciertamente esta señora, espabilada y feminista, ha creído dar en el clavo cuando, aprovechándose de que el Pisuerga pasa por Valladolid y el día 8 del corriente mes se celebró con gran pompa, propaganda mediática, manifestaciones multitudinarias y gran lujo de pancartas reivindicativas, “el día de la mujer”, decidió poner en marcha todo el aparato de su partido para acaparar ( y creo que lo logró) toda la atención de las mujeres, mostrándose como abanderada, organizadora, líder indiscutible y dirigente de un “nuevo partido”, el que ella (que en todo momento estuvo hablando de “nosotras”), estaba capitaneando para conducir a las mujeres de cualquiera que fuese su ideario y condición, a la lucha contra las desigualdades que han venido afectando al sexo femenino desde que el mundo es mundo: el Podemos feminista y, cómo no, comunista bolivariano.


Es evidente que, en este ambiente de confusión, en esta competición de sandeces que venimos escuchando y en el desmadre que se viene produciendo dentro de cada partido, donde se mezclan las ambiciones personales, los celos, las envidias y las deslealtades entre aquellos que ambicionan escalar posiciones y situarse en primera línea en las respectivas listas que, cada formación, va a presentar para el gran enfrentamiento en las urnas, del 28 de Abril; la posibilidad de que una gran parte de los españoles se sientan despistados observando las contradicciones en las que van incurriendo aquellas personas que ahora les reclaman su voto, ofreciéndoles lo que, en cada ocasión que se produce un enfrentamiento de esta clase, todos sin excepción prometen que, en general, consiste en buscar aquellos cebos que son capaces de ilusionar a la mayor parte de sus presuntos votantes, con los que piensan convencerlos para que les otorguen la confianza que les permita gobernar. Claro que, a la hora de ofrecer no hay límites y si se está en el poder y se les permite usarlo de una forma arbitraria, no hay mejor reclamo que ir emitiendo decretos-ley dando por hecho lo que, en realidad, no va a servir para nada si no ganan las elecciones.


Con todo ello queremos decir que hemos entrado ( y esto lo podemos comprobar en las redacciones de todos los medios de comunicación hablados, escritos o a través de la imagen) en una batalla de ideas en la que los más espabilados son capaces de acabar con aquellos que son más fiables, más prácticos, menos demagógicos y mucho mejor preparados a la hora de dirigir una nación cuando, al fin y al cabo, sean cuales fueran las promesas que se hagan, pasado el periodo electoral el gobierno que salga de las urnas va a tener que afrontar la realidad que, en la mayoría de casos, nada tiene que ver con lo realmente posible. Y es que, cuanto a las posibilidades de actuar, a las limitaciones económicas, a las relaciones internacionales ( especialmente con respecto a nuestros socios europeos) a los excesos de gasto público, endeudamiento y déficit público y al modelo de sociedad que, en el caso de España, estando integrados en la UE, cualquier intento de salirse de la política comunitaria ( véase el caso griego) no tiene más salida que: o salirse de la UE o ajustarse a su normativa; algo que parece que a algunos no les entra en la cabeza si se les escuchan sus proposiciones completamente descabelladas y que no hay economía que pueda resistir sus utopías en cuanto a prestaciones sociales completamente irrealizables.


Pero no podemos ignorar otra realidad: por ahora las encuestas coinciden en que el PSOE del señor P.Sánchez parece que tiene todos los triunfos en la mano gracias a una política de propaganda que, hay que reconocerlo, las derechas o el centro derecha nunca han podido superar. España es un país mediterráneo, con todas las ventajas y los defectos que el vivir en este privilegiado clima otorga a todos sus habitantes. Los países meridionales de Europa (España, Italia, Grecia etc.) se caracterizan por tener como habitantes a los ciudadanos más hospitalarios, más serviciales, más alegres y campechanos, más aficionados al buen comer y al buen beber, a la buena vida, y a engendrar celebridades que son capaces de los mayores logros, las mejores proezas, los sacrificios más notables y las gestas más celebradas. Junto a estas cualidades también somos indolentes, propicios a la envidia, muy influenciables a la acción de los provocadores, rencorosos y fácilmente excitables, especialmente si forman parte de multitudes, donde es fácil ceder a la tentación de ampararse en la masa, para cometer acciones que, en ningún caso, se atreverían a llevar a cabo individualmente.


En general, no se le puede pedir al votante que se informe (leemos poco), que se tome la molestia de pensar sobre las consecuencias de su voto, en especial cuando ya ha decidido darlo a un partido y ya no se molesta nunca más en comprobar si, en realidad, se lo ha de votar o es mejor cambiar el sentido del voto. El carácter impulsivo, los lavados de cerebro, como sucede con muchas personas en Cataluña, que son la esencia de la buena educación, la amabilidad, la generosidad, la solidaridad y la buena acogida, con una sola excepción, cuando se saca el tema del catalanismo o el independentismo de Cataluña, entonces surge el sectarismo, la obnubilación, la sinrazón, la furia, el despropósito y, en casos puntuales, la agresión o la ruptura de amistad, algo sumamente frecuente durante los últimos tiempos en los que, en muchas familias catalanas, por este solo motivo hay padres e hijos que no se hablan, matrimonios que no se soportan o amigos que dejan de serlo para siempre.


Lo que nos jugamos en estas elecciones legislativas del 28 de Abril es tan importante como sería dejar en manos de la izquierda ( no en las de un señor Felipe González al que, seguramente, votaríamos muchos) y de un peligroso individuo, P.Sánchez, que no ha dudado en minar la credibilidad del PP ( no olvidemos que tuvo que sacar a España de una quiebra que nos dejaron en herencia los socialistas) que se ha prestado a pactar con la extrema izquierda, representada por los comunista bolivarianos de Podemos y con la IU. Para más INRI, ha sido capaz de intentar vender la unidad de España utilizando el dinero público, las cesiones de poder, la complicidad y promesas de futuras nuevas concesiones, en el caso de alcanzar el gobierno, a los separatistas catalanes a los que parece que también les ha prometido el indulto de aquellos que están siendo juzgados por levantarse en contra del Estado español, en el más que probable caso de que fueren condenados a largas penas por el TS español.


Es muy probable que, en esta ocasión, sea una de aquellas pocas en las que, en realidad, nos encontramos ante una encrucijada en la que, según el camino que escojamos nos expongamos a despeñarnos desde lo alto de una sima o tomar la senda, algo más abrupta si se quiere, pero más segura, de los cambios paulatinos pero eficaces, de las mejoras menos espectaculares pero con más garantías de que funcionaran y de unas transformaciones que nunca pongan en peligro todo lo bueno que hasta ahora se ha conseguido que, digan lo que digan los derrotistas, es mucho, para muchos y muy bueno. Y esto, señores, merecería que algunos de los partidos que todavía quedan en España en los que se mantienen los valores, las creencias, los legados de nuestros ancestros y la moral y ética que mamamos de nuestras propias madres; fueran capaces de dejar sus diferencias, de mirar por el bien de España y de los españoles y tomaran decisiones sensatas e imaginativas que les permitieran afrontar los próximos comicios en las mejores condiciones posibles con el saludable propósito de limitar lo que pudiera ser un paseo triunfal de las izquierdas si no somos capaces, entre todos, de ponerle remedio.


Y una de las cosas que sería urgente poner en práctica, a juicio de muchos de los españoles que intentamos evitar la catástrofe que se anuncia sería, probablemente, el que tanto el PP como Ciudadanos fueran capaces de presentar listas electorales conjuntas en aquellas circunscripciones electorales en las que, la dispersión del voto de la derecha (Ciudadanos, PP y VOX), daría lugar a que partidos como PSOE o PODEMOS, se hicieran con las mayoría de escaños correspondiente. Nada que ya no hayan hecho los del PP y Ciudadanos en Navarra, juntamente con los de UPM; lo que daría a esta coalición electoral amplias posibilidades de expulsar del gobierno de muchas autonomías, incluida la de Navarra con la expulsión de sus actuales gobernante: Bildu y Geroa Bay.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, quisiéramos que pequeñas diferencias, cuestiones personales, ambiciones absurdas y, por encima de rencillas que a nada conducen, el bien de la patria y el futuro de muchos españoles, que vemos con gran preocupación los negros nubarrones que se ciernen sobre esta desconocida España, se sobrepusieran en los dirigentes de ambas formaciones para que, en bien de ambas y para frenar el auge de las izquierdas, se concertaran cuanto antes en sendas alianzas para presentar listas conjuntas, del PP y Ciudadanos, en todos aquellos lugares en los que el peligro de la dispersión de votos pudiera favorecer el triunfo de las izquierdas. Vale la pena que reflexionaran sobre ello.

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