La historia se repite. El ser humano vuelve a tropezar en la misma piedra una vez tras otra. A principios del siglo XVI Maquiavelo nos anticipaba (sin pretenderlo) las consecuencias de la DANA. Tengo la inmensa suerte de asistir a clase de Historia Universal de la Edad Moderna en la Universidad de Málaga. Días atrás, mientras debatíamos sobre la historia de la Europa del siglo XVI, nuestra profesora proyectó en la pantalla un fragmento de la obra de Maquiavelo “el Príncipe”. Concretamente el capítulo XXV. Con estupor pudimos leer un párrafo premonitorio de lo que ha sucedido en España estas últimas semanas. Dice lo siguiente: ”estimo que la fortuna es arbitro de la mitad de nuestras acciones, pero también nos deja gobernar la otra mitad, o al menos, una buena parte de ellas. La fortuna me parece comparable a un río fatal que cuando se embravece inunda llanuras, echa a tierra árboles y edificios, arranca terrenos de un paraje para llevarlos a otro. Todos huyen a la vista de él y todos ceden a su furia, sin poder resistirle”. Aquí surge la buena noticia en forma de consejo que intento transmitir a quién corresponda. Se basa en que pongan en práctica las ideas de Maquiavelo que recogemos a continuación: “Por muy formidable que su pujanza sea, los hombres, cuando el tiempo está en calma, pueden (deben) tomar precauciones contra semejante río construyendo diques y esclusas, para que al crecer de nuevo se vea forzado a correr por un canal, o por lo menos, para que no resulte su fogosidad tan anárquica o dañosa”.
El susodicho Maquiavelo no es precisamente de mis autores favoritos, pero, en este caso, creo que nos ha dado unas pautas a seguir a fin de no depender de la suerte y acordarnos de Santa Bárbara solo cuando truena. Confiamos en la fortuna cuando edificamos alegremente en zonas inundables o en territorios con influencia de volcanes en activo, cuando permitimos aglomeraciones humanas en discotecas y locales sin ningún tipo de seguridad, cuando construimos viviendas con materiales inflamables, etc. Me estoy refiriendo a catástrofes recientes. Se dice “no pasa ná”… hasta que pasa. “El Príncipe” intentaba alertar de las invasiones de los pueblos poderosos. A mí, me ha parecido interesante recapacitar sobre el cambio climático que ya nos ha llegado. Más vale prevenir que curar. Quitemos barro pero prevengamos mirando hacia el futuro. No lo dejemos todo a la fortuna. Maquiavelo dixit.
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