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Etiquetas | Historia | Ley | Franco

La nefasta Ley de la Memoria Histórica

Esa perjudicial brecha de resentimiento ha vuelto a abrir
Manuel Villegas
domingo, 17 de marzo de 2019, 09:31 h (CET)

El malhadado y funesto Rodríguez Zapatero en su ansia de revancha y su profundo odio volvió a dividir a España, que había perdonado y cerrado página con la Constitución de 1978 en la que todos los bandos cedieron con el único objetivo de llegar a una convivencia pacífica que enterrase odios y rencores, en las dos facciones que la han separado durante tantos años.


Esa perjudicial brecha de resentimiento ha vuelto a abrir sin necesidad heridas que todos los españoles deseábamos cerrar. Pero hete aquí que ha llegado este Pedro Sánchez, bueno para nada, expresión que usan los estadounidenses cuando se quieren referir a algo inútil, y que miente más que habla, y, como los españoles no tenemos problemas de que preocuparnos, no hay paro, los pensionistas viven en la abundancia al igual que los que reciben de pensión los 450 € de mantenimiento, no hay exclusión social ni familias que vivan no ya en la indigencia sino el límite con la miseria, se ha empecinado en la profanación de la tumba de Franco, cosa que se nos da un ardite al resto de los españoles.


Empleo la palabra profanación en el sentido de la segunda acepción que da a esta palabra el DIRAE, o sea, deshonra, o uso indigno de lo que se considera respetable. Todos los difuntos son honorables, hay culturas en las que se prohíbe hablar mal de los muertos, mucho menos sacarlos de sus tumbas en contra de la voluntad de sus familiares. Los descendientes de Franco en su oposición a que se lleve a cabo tal desmán han recurrido ante el Tribunal Supremo que está pendiente de emitir su dictamen sobre este asunto.


Pero hay que tener en cuenta otra consideración que este Gobierno calla, y ningún medio de comunicación manifiesta, y es que por el Acuerdo entre el Estado español y la Santa Sede sobre asuntos jurídicos, de 3-I-1979, en su artículo I-5 reconocen ambas partes que son inviolables los templos, los cementerios y los archivos eclesiásticos.


La cabeza hueca Carmen Calvo, ya ha anunciado que el próximo 10 de junio se llevará acabo la exhumación. ¿Se va a saltar a la torera el fallo del Tribunal Supremo? ¿Entrara ́por las bravas en una propiedad privada, contraviniendo lo convenido en el Concordato? Como la insigne prócer de Cabra es de las de “ábrete boca y dí lo que quieras”, no habrá tenido en cuenta las dificultades legales que habrá que superar este Gobierno para conseguir su despropósito. Ya veremos cómo salen de este atolladero.


Esta memoria histórica de represalia en la que sólo se buscan las tumbas de los republicanos fallecidos durante y después de la Guerra incivil no alcanza a satisfacer a los familiares de los que lucharon contra ellos, pues, por pertenecer al bando de los vencedores, carecen de derechos.


El Socialismo, como padre de la mentira, desfigura y pervierte las verdades históricas siempre que esta manipulación redunde en su propio beneficio. A Goebbels: se le atribuye la siguiente frase: «Miente, miente, miente, que algo

quedará: cuanto más grande es una mentira, más gente la creerá». Desconozco si los socialistas tienen blasón, pero, caso de que lo tuviesen, esa lapidaria frase podría campear con todo derecho en el mismo.


Prueba de ello es la cadenas de mentiras y falacias pronunciadas por Pedro Sánchez desde su llegada, de manera legal, pero torticera, al poder. Por parte de la Izquierda, tan bien vista hoy socialmente, se ha pretendido, a base

de repetir machaconamente mentira tras mentira, presentar la Segunda República como que fue un paraíso de libertad y democracia, cruentamente arruinado por una sublevación fascista que arrasó con un régimen democrático legítimamente elegido por el pueblo.


Quienes propalan es falsedad lo hacen a sabiendas de que están mintiendo, ya que las Derechas fueron absolutamente las que ganaron las elecciones del año 1931. Pero como el propósito de la Izquierda es llegar al poder a toda costa logró, mediante lo que conocemos como pucherazo, gobernar España, aunque las mil y una transgresiones de la ley, la justicia, el orden y la libertad que ejecutó la Segunda República, las oculten torticeramente o las transformen en dudosas verdades Pedro Sánchez y sus socios izquierdistas.



Estos impenitentes socialistas sólo recuerdan las matanzas y purgas del régimen franquista, pero no les viene a la memoria las atrocidades cometidas por los republicanos y por ello no hablan de la gran matanza de Badajoz, la de Alcalá de Henares, Paracuellos, el Tren de la muerte de Jaén y tantas otras bestialidades, como la Semana Trágica de

Barcelona, que enumerarlas todas no tendría fin.


Por cierto la Ley de Vagos y Maleantes, no emanó del régimen franquista, sino que fue aprobada el 4 de agosto de 1933 por las Cortes de la II República, y se refería al tratamiento, a veces inhumano que se tendría que aplicar a los vagabundos, nómadas, proxenetas y otros comportamientos considerados antisociales.


¿Por qué no hablan del destino del oro que fue expoliado del Banco de España la noche del 13 al 14 de octubre de 1936? ¿Acaso los dirigentes republicanos lo pusieron a buen recaudo en bancos extranjeros para cuando, como preveían que no ganarían la guerra, huyesen de nuestra Patria disfrutar de lo que era de todos los españoles? Memoria histórica sí, pero para todo, no sólo para lo que le interesa a estos izquierdistas nostálgicos de la Segunda República.

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Es propio de estas fechas hacer balance del año. Pero, entreviendo conclusiones poco gratas, opto por emprender una cavilación breve y escrita sobre la noción, más genérica, de cambio o transformación, ese “leitmotiv” recurrente del progresismo contemporáneo cuando medimos cualquier mutación en términos de avance social.

Cuando las jerigonzas se extienden en los ambientes modernos, las habladurías altisonantes no pasan de generar unas algarabías sin sentido. Los hechos repercuten en cada ciudadano, sin guardar relación con lo que se dice. Se consolida una distorsión de graves consecuencias, lejos de ser una rareza, se generaliza en la práctica diaria.

Como la lluvia fina que parece que no, pero cala hasta los huesos: el mensaje es claro, quieren que acabemos pensando que “lo que nos viene encima es irremediable”, que los recortes que van a dar en el Estado del bienestar de aquellos que todavía tienen la suerte de tener una nómina, son absolutamente necesarios.

 
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