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El respaldo tácito de Harvard a la esclavitud

La propiedad de los daguerrotipos es una cuestión judicial que penetra el corazón de la esclavitud
Amy Goodman
domingo, 7 de abril de 2019, 07:04 h (CET)

La evocadora mirada de Papa Renty se asoma desde un daguerrotipo de 1850. Este hombre esclavizado se vio obligado a posar desnudo para un estudio conducido por un antropólogo racista de Harvard llamado Louis Agassiz. El científico de origen suizo respaldaba el “poligenismo”, una teoría que sostenía que las diversas razas eran especies diferentes, y que la raza blanca era muy superior a la negra. Para validar este concepto, Agassiz viajó desde Harvard a Carolina del Sur en busca de esclavos negros auténticos, “puros”, cuya composición racial africana original no hubiera sido diluida, como ocurría con demasiada frecuencia por la violación de las mujeres esclavizadas por parte de sus amos blancos. Agassiz encargó estas imágenes de Renty, su hija Delia y otros esclavos, y regresó a Harvard con ellas. Las imágenes finalmente terminaron olvidadas en un depósito hasta 1976, cuando fueron descubiertas. Desde entonces, Harvard ha mantenido un control estricto sobre el acceso a la colección y cobra derechos de uso a quienes deseen utilizarlas. Ahora, Tamara Lanier, una de las descendientes directas de Renty, ha presentado una demanda contra Harvard, en la que exige que los daguerrotipos de Renty y Delia sean devueltos a su familia.


El abogado de Tamara Lanier, el reconocido defensor de los derechos civiles Benjamin Crump, declaró en una entrevista para Democracy Now!: “¿Cuándo liberará finalmente a Renty la Universidad de Harvard? Estos daguerrotipos son muy, muy valiosos. Son las primeras fotografías conocidas de esclavos estadounidenses y algunas de las primeras fotografías conocidas en Estados Unidos que utilizan la técnica del daguerrotipo. Por ello, Harvard cobra derechos de licencia para su uso en películas. Aparentemente se vieron en la película Roots y han sido utilizados en varios libros. Están ubicados en el Museo Peabody, que cobra derechos de reproducción y demás. Pero son invaluables para Tamara Lanier y su familia, porque son sus descendientes directos. Y cuando Abraham Lincoln y el gobierno estadounidense liberaron de la esclavitud a las personas negras en Estados Unidos, no recibimos tierras. No recibimos 16 hectáreas y una mula [que fue la promesa realizada por el gobierno estadounidense en 1865 a las personas que habían sido esclavizadas]. Al menos creemos que, cuando fuimos liberados, adquirimos el derecho y la propiedad de nuestra persona, de lo cual también se desprende nuestra imagen. Pero Harvard le está diciendo a la señora Lanier y su familia: ‘No, no, Renty todavía nos pertenece. Todavía es nuestra propiedad”.


La propiedad de los daguerrotipos es una cuestión judicial que penetra el corazón de la esclavitud, su historia en la construcción no solo de Estados Unidos, sino también de instituciones como Harvard, y lo que nuestra sociedad les debe a los descendientes de esclavos. Benjamin Crump manifestó sobre la demanda: “Que quede claro, [la demanda] es un hito, ya que será la primera vez que descendientes de esclavos africanos en Estados Unidos sean compensados de alguna manera por una institución estadounidense”. Crump dice que podría ser tan importante como el caso de Brown contra el Consejo de Educación, el caso de 1954 de la Corte Suprema que terminó con la segregación de las escuelas a nivel nacional.


El fascinante texto de la demanda —de 24 páginas— comienza con una cita de Maya Angelou, también descendiente de esclavos: “La historia, a pesar de su dolor desgarrador, no se puede desvivir, pero si se enfrenta con coraje no habrá que volver a vivirla”. La demanda detalla las teorías racistas de Louis Agassiz y su meteórico ascenso en los círculos académicos y de élite de Estados Unidos. También informa que su investigación, que describe la inferioridad de las personas negras, fue financiada por un magnate textil de Boston cuyo negocio dependía de un constante suministro de algodón barato de las plantaciones de esclavos del sur.


Asimismo, la demanda describe lo que se sabe de Papa Renty. Nacido en Congo, Renty de alguna manera obtuvo una copia del libro de gramática inglesa “Blue Back Speller” de Noah Webster y logró aprender a leer de forma autodidacta y enseñarles a otros, un crimen para las personas esclavizadas. Es el mismo libro que usó el legendario abolicionista Frederick Douglass para aprender a leer y escribir cuando aún estaba esclavizado y trabajaba en los astilleros de Baltimore. El hijo y el nieto de Papa Renty también se llamaban Renty. Fueron obligados a usar el apellido de su dueño, Taylor. Renty Taylor III fue vendido a un esclavista llamado Thompson. Entre sus hijos estaba Frederick Douglass Thompson, el abuelo de Tamara Lanier, quien relató en una entrevista para Democracy Now!: “Cuando era niña, mi madre a menudo hablaba de sus antepasados esclavizados, particularmente del hombre de la imagen, a quien se refería cariñosamente como Papa Renty. Y ella también hablaba de nuestro linaje, de cómo nuestra familia fue desgarrada por la esclavitud”.


Además de las imágenes de Renty y Delia, la colección de Harvard tiene daguerrotipos de otros esclavos, tomadas en el mismo estudio de retratos de Columbia, Carolina del Sur. Son de un estilo de ficha policial: una imagen de frente, otra de costado. De la plantación de Taylor también está Jack, nativo de Guinea, junto a su hija, Drana. Drana, al igual que Delia, fue desnudada hasta la cintura, como los hombres. De la plantación de un tal coronel Wade Hamilton, también cercana a Columbia, hay un hombre llamado Fassena, carpintero y esclavo.


Tamara Lanier espera que las imágenes puedan ampliar el diálogo nacional sobre la esclavitud. “Es importante para mí que la gente sepa quién fue Renty y quién fue Agassiz. Y espero que haya una mayor educación o que se vuelva a enseñar la historia, para que podamos disputar el legado con el que Agassiz ha mancillado a mi familia”.


Mientras continúa su litigio, las imágenes de Renty y los demás permanecen en el Museo de Arqueología y Etnología de Peabody en la Universidad de Harvard, con el derecho de autor a nombre del “Presidente y miembros de la Universidad de Harvard”. En este aniversario 400 de la llegada del primer barco de esclavos a las costas de América del Norte, ya es hora de que Harvard renuncie a sus derechos de autor y haga lo correcto: reunir a Renty y Delia con sus descendientes.

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