Tuve el placer de presentar ante los alumnos de 3º de ESO del IES Sapere Aude al célebre escritor valenciano Vicente Muñoz Puelles, quien tuvo a bien acudir al aludido centro de Enseñanza Secundaria, enclavado en el municipio de Villanueva del Pardillo, a dar una charla sobre su novela “El despertar de Cervantes” (Anaya, 2016), lectura obligatoria en la tercera evaluación a instancia del Departamento de Lengua Castellana y Literatura.
Personalmente, descubrí dicho libro por casualidad durante el curso pasado en un matinal-dominical paseo por la Casa del Libro. Pese a no ser especialmente afecto a la literatura juvenil, adquirí dicho ejemplar por curiosidad, toda vez que por algún motivo llamó mi atención, y lo empecé a leer. La sorpresa fue que me acabó por enganchar. Disfruté leyéndolo hasta el punto de hacérselo leer asimismo a mis alumnos de aquella hora de 3º de ESO, un grupo de muchachos bastante disruptivo y poco afecto a la lectura en general. Y ahí fue donde me llevé una nueva sorpresa: mira por dónde, a mis alumnos también les sucedió lo mismo que a servidor y se engancharon a la lectura de un libro portador de múltiples y atractivos ingredientes: misterio, carga social, sentimental, supranatural, histórica… en fin, un conglomerado de elementos ingeniosamente emparentados que surtió un efecto inesperado en los muchachos y en mí mismo. Entreví, además, lo importante que podía ser esta obra, dada su amenidad, usada como trampolín a un posterior y más profundo análisis de la figura de Cervantes y de su tiempo. Muñoz Puelles nos había entregado un material de gran valor pedagógico, con itinerarios incluidos.
Así las cosas, la charla de nuestro autor acabaría deviniendo en un sugerente coloquio en el que los jóvenes estudiantes se mostraron muy interesados por los más diversos flancos del trabajo de un escritor, y como allí contábamos con uno (polígrafo impenitente) solícito por demás cuando de saciar la sed de conocer de los jóvenes se trataba, el encuentro se acabó centrando fundamentalmente en el periplo libresco y literario de Muñoz Puelles. Este les contó, entre otras muchas cosas, con pedagógica y sencilla eficacia, que de joven era mucho más barroco porque tenía la pretensión de epatar, habiéndose tornado paulatinamente más conciso con la edad; que siempre ha vivido rodeado de libros, entendido esto en toda su literalidad, llegando a dormir con montones de tomos atesorándolo, pues siempre fueron sus juguetes, sus amigos. También les refirió a los educandos su perentoria necesidad de contar historias; o cómo piensa que los libros que lees te ayudan a conocer el mundo. Les advirtió de lo difícil que es novelar antes de los veinte años, dada la compleja entidad que caracteriza a dicho género, no en vano la novela es más compleja, a su entender, porque abarca muchos planos que beben de la experiencia. Contó a los muchachos cómo a través de la escritura vive muchas vidas toda vez que gusta de situarse vívidamente en los distintos puntos de vista de los diferentes personajes de sus obras.
Una gran parte de la intervención de nuestro escritor estuvo centrada en el oficio literario, esto es, en la literatura, entendida esta más como transpiración que como inspiración. Cómo cuando se toma la decisión de ser escritor, y se consigue, se pasan apuros por los plazos que imponen los editores, o cuando libros aparentemente sencillos se empiezan a complicar, circunstancia a la que hay que saber verle la gracia. Apuntó también lo importante que es hallar la voz, el estilo propio. A Muñoz Puelles el trabajo le va otorgando estímulos, pues implica un constante ejercicio de observación, retención e imaginación. Eso, a su entender, sería vivir en escritor: meditar sobre cómo trasvasar la vida a la libresca literatura.
Humanista por demás, no en vano es biólogo de formación, Vicente Muñoz Puelles afirmó estar acostumbrado a investigar, de hecho su fuerte está, según nos dijo, en la diversidad de lo escrito, una diversidad a la que se une el que cada libro corresponda al momento de la vida en el que fue escrito, existiendo una profunda relación, a su manera de ver, entre vida y literatura.
Descreído de los géneros, él acostumbra a integrar en sus obras acción, reflexión, amor, aventura… elementos que, según aseveró, están en todos los géneros.
Tras tan ameno coloquio, en el que los jóvenes asistentes mostraron un gran interés, formulando una nutrida pléyade de variadas cuestiones, el autor tuvo a bien firmar los ejemplares que muchos de los estudiantes empezaron a esgrimir en pos de obtener la anhelada dedicatoria.
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