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Barcelona como moneda de cambio

La investidura de Sánchez influye en la partida de ajedrez
Michel Fonte
viernes, 14 de junio de 2019, 14:24 h (CET)

Análisis del voto, patrañas y representaciones partidarias

Descifrar los resultados del 26M en Barcelona se presenta como una condición preliminar para desmentir unas interpretaciones que, desde cuando empezó el proceso separatista, unen los españolistas e independentistas en su distorsionada lectura de los fenómenos políticos. El punto de partida es que Ada Colau, la alcaldesa saliente, es la verdadera derrotada en estas elecciones municipales, de hecho, las papeletas recogidas por Barcelona en Comú atestiguan una erosión de popularidad que quedó enmascarada por los 10 concejales logrados, los cuales determinaron el empate con ERCi. Los contorsionismos ideológicosii y las declaraciones no ajustadas a la realidadiii, típicos de las maniobras poselectorales para conseguir la máxima ventaja en los pactos de gobierno autonómicos y nacional, no impiden examinar con objetividad lo que se ha producido. Una de las explicaciones parciales que se ha intentado avalar, es la supuesta incapacidad de los independentistas de sobresalir en los asentamientos popularesiv, ciñendo su triunfo exclusivamente entre los barrios de la burguesía alta y media.

Sin embargo, con respecto a esta afirmación, se descubre que el partido de Ernest Maragall aunque siendo la formación más votada, en las 4 zonas residenciales con renta alta (Diagonal Mar i el Front Marítim del Poblenou, el Putxet i el Farró, Vallvidrera-el Tibidabo i les Planes y l'Antiga Esquerra de l'Eixample) y las 7 con renta muy alta (Pedralbes, les Tres Torres, Sarrià, Sant Gervasi-Galvan, Sant Gervasi-la Bonanova, la Dreta de l'Eixample, la Vila Olímpica del Poblenou)v, a menudo no consigue mantener el primer puesto en la clasificación. En particular, se registran resultados sorprendentes en Diagonal Mar i el Front Marítim del Poblenou, en que ocupa la segunda plaza (1380 votos, 22,1%) detrás de Barcelona en Comú (1407, 22,5%), y la tercera en Pedralbes (772, 13,2%, tras de BCN Canvi-Cs, 2.030, 34,8% y JxCat 989, 16,9%), Sarrià (ERC 2.457, 19,3%, detrás de BCN Canvi-Cs 2.675, 21% y JxCat 2.473, 19,4%), Sant Gervasi-Galvany (ERC 4.015, 15,9%, adelantado por BCN Canvi-Cs 7.021, 27,8% y JxCat 4.321, 17,1%) y Sant Gervasi-la Bonanova (ERC 2.139,16% superado también esta vez por BCN Canvi-Cs 3.649, 27,2% y JxCat 2.435, 18,2%), e incluso en cuarta posición (ERC 1.172, 13,1%), en les Tres Torres precedido por BCN Canvi-Cs (3.019, 33,8%), JxCat (1.612, 18%) y PSC-CP (1.176, 13,2%)vi.

En sustancia, en los 11 barrios más ricos de Barcelona, ERC solo gana en menos de la mitad (5 equivalente al 45%), el escenario no mejora mucho hasta agregando los consensos de todas las formaciones separatistas (ERC, JxCat, CUP y BCAP), una hipótesis que falta de efectividad considerando que la convergencia entre partidos con el mismo objetivo, pero con diferencias programáticas e ideológicas, no siempre produce una automática suma de sus porcentajes. De hecho, en Pedralbes, los independentistas juntos llegan al 34,2% sin alcanzar a BCN Canvi-Cs (34,8%), y donde consiguen ser primer partido, quedan debajo del 40% de los votos validos en les Tres Torres (36%), Diagonal Mar i el Front Marítim del Poblenou (37,3%) y Sant Gervasi-Galvany (39,1%), y debajo del 50% en Sant Gervasi-la Bonanova (40,2%), la Vila Olímpica del Poblenou (42,6%), l'Antiga Esquerra de l'Eixample (45,8%), la Dreta de l'Eixample (46,2%), Sarrià (47,2%) y el Putxet i el Farró (47,6%)vii.

El único barrio en que son mayoría simple es en Vallvidrera-el Tibidabo i les Planes (51,9%), un área residencial con baja densidad, que ocupa la posición 67 sobre 73 por número de electores.

Valls y Ciudadanos, una colaboración que puede generar un partido céntrico

Los datos parecen reflejar una fase de estancamiento o desinchamiento del proceso separatista entre los miembros adinerados y los exponentes del tejido empresarial catalán, que empiezan a buscar otros referentes políticos para encontrar una salida del choque frontal de poderes, y restablecer condiciones favorables para la recuperación económica y los negocios. En este sentido, el cambio de estrategia se manifiesta tanto en el encuentro de Josep Sánchez Llibre, presidente del Foment del Treball, con el líder socialista Pedro Sánchezviii (Sitge, 1 de junio de 2019) – para instar una mayoría parlamentaria que apruebe la propuesta de ley, presentada por Unidas Podemos, de reformar los artículos 472-484ix y 544-549x del Código Penal con efecto retroactivo, reduciendo así las penas por delitos de rebelión, conspiración, sedición y otras infracciones menores – como en el avance obtenido por BCN Canvi-Cs.

Al declarar el fracaso de su proyecto como alternativa al populismo de Colau y al independentismo de Maragallxi, Manuel Valls ha subestimado el éxito alcanzado. La excesiva expectativa en la contienda electoral era inapropiada por falta de consensos en los barrios pobres, no obstante, con el 13,2% de votos válidos (99.494), no solo mejora de 2,1 puntos porcentuales el resultado de Cs en las precedentes elecciones de 2015 (11% correspondiente a 77.272 votos)xii permitiéndole lograr un concejal más, precisamente 6 respecto a los 5 de la precedente legislaturaxiii, sino que también se afirma como el partido más fiable para representar los intereses de la burguesía ciudadana, dado que es la primera formación en los barrios de Pedralbes, les Tres Torres, Sarrià, Sant Gervasi-Galvany y Sant Gervasi-la Bonanova, que encabezan la lista por renta familiar disponible (RFD=100) con un índice respectivamente de 248.8, 215.8, 193.6, 192.1 y 184.6xiv. Por lo tanto, BCN Canvi-Cs, y particularmente Manuel Valls, por un lado, les ha quitado fuerza a las agregaciones independentistas conquistando el respaldo de la clase acomodada, es decir, la que tiene la capacidad de apoyarlas y financiarlas, y por otro lado, ha conseguido el poder de inclinar la balanza en el ayuntamiento de Barcelona, así como en otros gobiernos territoriales en que su posicionamiento es importante o clave para determinar una u otra mayoría (en el ayuntamiento de Madrid, 11 concejales; en las comunidades de Aragón, 12 diputados; Asturias, 5 diputados; Canarias, 2 diputados; Castilla y León, 13 diputados; Madrid, 26 diputados; Murcia, 6 diputados; La Rioja, 4 diputados;)xv.


Se puede afirmar que la volatilidad del voto, hija de la degradación de la vida partidista en que el sustantivo pragmatismo y el verbo desideologizar se proponen como nueva, imperante y trasversal ideología desde hace más de tres décadas, frustra el deseo de fidelización del electorado, a la vez que engendra monstruos de oportunismo que durante el breve tiempo de permanencia en el poder, se apresuran a saquear las arcas públicas en nombre del interés superior de la estadolatría, cultivando corrupción, malversación, incompetencia y clientelismo. Se ha pasado de la política como creencia laica a la política como recreo, de ahí que aparezcan muchos pirandellianos personajes en busca de autorxvi, creando una narración para ellos verídica y honorable, mientras que está muy lejos de la realidad y la decencia. La vituperada ideología a pesar de su peligrosos y, a veces, abominables fanatismos, representaba una valla insuperable que otorgaba tintes de nobleza al cinismo de una autoridad, que construye su reinado siempre fundándolo en un parricidio, fratricidio o asesinado de conjuntos o lugartenientes (Edipo, las hijas de Pelias, el titán Cronos, Bruto, Rómulo y Remo, Macbeth, Hamlet, los hermanos Karamázov, etcétera).

Por cierto, como subrayaba José Aumente, el felipismo de los años ochenta ha vaciado el socialismo español de cualquier visión utópica, alineándolo a la ceguera del libre mercado, el lucro y la soberanía limitadaxvii, y además, ha abierto el camino para la supervivencia de una nomenklatura que, con el paso del tiempo, ha perdido todos los rasgos de su profesionalidad. En tal sentido, Felipe González, que sigue coleccionando cargos directivos, ha sido pionero en el desarrollo que han tenido casi todos los partidos comunistas y socialistas de Europa occidental, los cuales – incapaces de generar un proyecto alternativo – se han quedado en el vado del río de la ambigüedad, implementando medidas de carácter liberal, en que cambia el cocinero pero la sopa es siempre la misma. Esto es lo que hoy en día consiente a Sánchez de presentarse como portaestandarte de la realpolitik, estando abierto a pactar indiferentemente con la izquierda (Unida Podemos) y la derecha (Cs) y utilizar capitales y comunidades autónomas como moneda de cambio, sin enterarse de que el triunfo del PSOE, no es un voto a favor de su gestión sino en contra del programa represivoxviii, con referencia a las libertades negativas (aborto, violencia de genero, homosexualidad, matrimonio entre persona del mismo sexo)xix, de una agregación de derecha tradicionalista.

Asimismo, es la realpolitik que convierte a Cs en un partido céntrico, al igual que el PSI de Bettino Craxixx, o sea, una formación que desde el momento en que todos los actores han aceptado sin pestañear no solo la economía de mercado sino también la sociedad de mercado, puede, sin inmutarse, entrar en una coalición parlamentaria progresista o conservadora, y encima, siendo un factor decisivo para la nacida y la acción de cualquier gobierno, se presenta como un sujeto con un fuerte poder de negociación o chantaje político.

Colau: de la retórica de la intransigencia al compromiso

Colau no deja de sorprender haciendo sus piruetas con tal de conservar la silla, como dijo Nicanor Parra: “Independientemente del sistema. Los de arriba se sientan en los de abajo”(Alguien anda diciendo por ahí)xxi. El problema que tiene la exalcaldesa es como justificar el respaldo de Valls para obtener la investidura entretanto que Pablo Iglesias apunta al Ministerio de Trabajo, es decir, que Unidas Podemos exige gobernar carteras que tengan relación con derechos sociales para reforzarlos, en cambio Colau espera lograr los votos del exprimer ministro francés (31 de marzo de 2014 – 6 de diciembre de 2016), que fue el principal promotor de la reforma laboral neoliberal en el país transalpino, por medio de la cual tumbó la jornada semanal de 35 horas por semana (fijando que las horas extraordinarias solo habrían de pagarse un 10% mas del mínimo legal), estableció la prevalencia del convenio adoptado en el seno de la empresa sobre los acuerdos sectoriales y hasta los contratos individuales, avaló bajadas salariales generalizadas para conquistar nuevos mercados, facilitó los despidos por deterioro económico, inversión tecnológica y reestructuración empresarial, y por último, abarató las indemnizaciones (en particular, las máximas pasarían de 27 a 15 meses para trabajadores con más de 20 años de antigüedad)xxii. En definitiva, la cabeza de lista de BComú mientras envía mensajes en que echa la culpa a ERC y PSC por su desatinada obstinación de veto reciprocoxxiii, se dispone a aceptar la colaboración (“No es mi responsabilidad que quiera darme sus votos”)xxiv de uno que se define “blairista”xxv, o sea, aquel Tony Blair, que además de doblegar el laborismo a la corriente globalizadora, mintió acerca de la existencia de armas de destrucción masiva y misiles de largo alcance en posesión de Sadam Husein, para participar de manera injustificada a la guerra en Irak de 2003 (Segunda Guerra del Golfo Pérsico, 20 marzo de 2003 – febrero 2011)xxvi, así como atestiguado por el reportaje “Iraq Inquiry”xxvii. Sin embargo, sigue interfiriendo con desfachatez en la política británica, cuando un mínimo de sentido común debería aconsejarle apartarse de la vida pública.

De igual forma, Ada Colau continúa a postularse como bisagra de una alianza de fuerzas izquierdistas, minimizando las notables diferencias existentes entre ERC, PSC-CP y Barcelona en Comú, en efecto, es típico de su manera de actuar, tomar una postura intermedia para conseguir el máximo beneficio personal, la misma que ha tenido – con argumentos jurídicamente antinómicos y políticamente capciosos – durante el inconciliable enfrentamiento entre soberanistas y constitucionalistas. Los resultados conseguidos en la competición municipal, habrían debido modificar su estrategia que oscila entre la neutralidad giolitiana (“teoria del parecchio”)xxviii y el concepto sciasciano de “cretino de izquierda”, es decir, el que tiene “la marcada tendencia hacia todo lo que es difícil creyendo que la dificultad es profundidad”xxix, pero por lo que parece, Colau insiste en su cuestionable tesis (“Los resultados de las últimas elecciones son claros en votos, el 60% del electorado ha votado partidos progresistas”)xxx, deliberadamente ignorando que:

- ERC es el partido más votado, aunque por 4.833 votos, así que le toca el honor y el deber de intentar obtener la investidura buscando todas las posibles alianzas (más en general, las formaciones nacionalistas ERC, JxCat, CUP y BCAP han conquistado 297.512 votos, 39,45%, 9.054 votos más pero 1,73 puntos porcentuales menos que en 2015, dado que ha crecido el numero de electores de 60,6% a 66,2%); también hay que tener en cuenta que ha reforzado su presencia en muchos barrios populares como el Raval (1.803, 18,27%), la Trinitat Vella (348, 12,3%), la Trinitat Nova (343, 16,42%), les Roquetes (584, 11,3%), Verdun (617, 13,6%), el Turó de la Peira (1.022, 18%), Canyelles (521, 14,5%), la Guineueta (1.310, 16,8%), el Carmel (1.789, 14%), la Prosperitat (1.471, 13%), la Verneda i la Pau, (2.198, 16,3%), el Besòs i el Maresme (1.295, 17,3%), Porta (1.906, 17,5%), Vilapicina i la Torre Llobeta (2.569, 20,4%), Sant Martí de Provençals (2.681, 20,7%) y la Marina de Port (2.251, 17,2%);

- Barcelona en Comú ha pasado de los 176.612 votos de 2015 a los 156.157 de 2019, con una pérdida de 20.455 votos, es decir, 4,5 puntos porcentuales menos que equivalen a una reducción del 13% de sus consensos, además, es el primer partido en solo 14 barrios (en 2015, había logrado 54 barrios) sobre 73 (19%), respecto a ERC que gana en 30 (41%) y PSC-CP en 24 (33%)xxxi. Eso explica porque incluso imponiéndose en 6 de los 10 distritos, no ha podido parar la hemorragia de papeletas;

- el partido que se declara de izquierda radical, sufre un batacazo en los barrios pobres, en particular, gana solo en 2 de los 23 de renta más baja (la Marina del Prat Vermell - Zona Franca 72-40,0xxxii; el Raval 51-71,2;), mientras que en los demás el PSC-CP recupera su histórico electorado con una neta victoria (Ciutat Meridiana 73-38,6; Vallbona 71-40,9; Torre Baró 70-46,5; la Trinitat Vella 69-47,1; la Trinitat Nova 68-48,2; les Roquetes 67-49,7; Verdun 66-51,3; Can Peguera 65-51,5; el Turó de la Peira 64-51,9; Canyelles 63-52,2; la Guineueta 62-53,8; el Carmel 61-54,2; la Prosperitat 60-56,0; la Verneda i la Pau 59-57,0; el Besòs i el Maresme 58-60,4; Porta 56-64,4; Vilapicina i la Torre Llobeta 57-63,8; el Bon Pastor 55-65,1; Sant Martí de Provençals 54-67,4; Baró de Viver 53-68,9; la Marina de Port 52-69,3;)xxxiii.

Estos tres elementos tendrían que producir en la dirección del partido morado una reflexión sobre la pretensión de ejercer el liderazgo, abriendo un debate serio y democrático y no un simple plebiscitoxxxiv para conservar el gobierno de la ciudad condal. 

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