¿Un gobierno de coalición con los comunistas será la solución a los problemas de España y a su estabilidad económica? Los que nos alejamos de prestar especial atención a los grandes titulares de los medios de comunicación, sabedores de que lo que quieren transmitir con ellos son las líneas editoriales de cada dirección, siempre condicionada por los criterios de los que manejan las llaves de la financiación de cada uno de ellos, sean los consejos de administración de la propia sociedad, sean los partidos políticos que los financian, sean los gobiernos o administraciones que los utilizan en su provecho o sean los poseedores de grandes fortunas quienes los controlan para enfocarlos hacia sus fines particulares; siempre esconden un mensaje, en ocasiones subliminal, en el que se refleja cómo, el medio en particular, intenta dar a conocer la noticia o el comentario a su audiencia, sus lectores o sus escuchantes siempre, por supuesto, bajo el ángulo o especial punto de vista que más pueda favorecer a la política que pretenden favorecer quienes emiten la información.
Es evidente que España sigue manteniendo una economía basada en lo que fueron las directrices que le imprimió, cuando en las elecciones celebradas a finales del 2011, el PP que se hizo cargo de las ruinas de una nación que estaba pasando por una crisis que, evidentemente, no supieron enfrentarla debidamente los gobernantes socialistas que la dirigían, encabezados por el nefasto señor Rodríguez Zapatero, el verdadero culpable de todos los episodios negativos por los que hemos tenido que pasar los españoles. Entonces (a cada uno lo suyo) el señor Rajoy supo actuar con diligencia, parar a los que en Europa ya estaban planeando nuestro rescate y convencer a los bancos de la UE y el FMI para que nos concedieran un préstamos de unos 40.000 millones de euros para evitar que la banca española, como consecuencia de la crisis de la construcción, tuviera que declararse en quiebra.
Deberemos reconocer que hubo un cambio de signo que convirtió lo que amenazaba con ser un nuevo rescate para sanear nuestra maltrecha economía, en el principio de una lenta, dolorosa, impactante y sacrificada recuperación que supuso pasar por una época de control del gasto público, de limitación de las mejoras sociales, de contención de los salarios y congelación de las pensiones que, como sucede en tales casos, siempre van acompañadas de problemas sociales, desempleo, empobrecimiento, huelgas, manifestaciones y movimientos desestabilizadores que, en nada, contribuyeron a que la recuperación pudiera ser lo rápida que todos los españoles hubiéramos deseado.
En realidad, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que España durante todo el tiempo en el que el PP tuvo el control del gobierno, siguió manteniendo las mismas directrices económicas, de relaciones con la CE, de mejorar sus contactos con el resto de países de la UE y de intentar, no siempre lo consiguió, la contención del gasto público del Estado y de sus comunidades autónomas, mientras su industria, sus empresas y sus posibilidades de obtener financiación iban mejorando con lo que fue una esperanzadora, aunque lenta, recuperación que no tardó en notarse tanto en nuestra producción como en nuestras exportaciones al resto de países de nuestro entorno. Fue apenas hace un año cuando todos aquellos partidos que no podían admitir que el PP hubiera conseguido la espectacular mejora de la situación de nuestra nación; con la importante colaboración de un partido que ahora estaba empezando a caer del pedestal en el que muchos españoles incautos lo habían situado, el Podemos del señor Pablo Iglesias, ahora feminizado con el nombre de Unidas Podemos y que, con motivo de la complicada investidura del señor Pedro Sánchez, parece que ha conseguido situarse en un primer plano de la actualidad, algo que nos hace pensar que, finalmente, salvo que se convoquen nuevas elecciones, la innata habilidad de Iglesias puede conseguir sacar tajada para su partido si, como parece que puede suceder, consigue alguno de los ministerios a los que aspira y a lo que, seguramente, se verá obligado a ceder el PSOE si, de verdad, desea hacerse con el gobierno de España; algo muy complicado de llegara a producirse sin el apoyo necesario de los comunistas de Podemos.
Otra cosa distinta será que, tal y como parece que muchos confían que va a suceder, entre ellos el FMI y otras instituciones europeas, esta marcha positiva que todavía venimos manteniendo en lo económico, teniendo en cuenta que seguimos con los últimos presupuestos del PP: y que apenas han cambiado ( si no es para empeorar) las directrices fijadas en la materia económica y de relaciones con la UE, todo ello debido a que es obvio que no se puede decir que, el PSOE, haya gobernado con grandes cambios legislativos; antes bien de lo que se ha estado preocupando durante los meses que lleva al frente del Gobierno, durante los cuales nos hemos enfrentado a cuatro consultas populares, ha sido en intentar buscar apoyos para mantenerse al frente del ejecutivo luego que desbancaron a Rajoy en la moción de censura. Unas legislativas, de las que hace tres meses que estamos esperando que se constituya un nuevo gobierno, sin que se vea claro si lo vamos o tener o no, y un gobierno dedicado por completo a buscar quienes le apoyen para poder mantener al país en la estabilidad que necesita y que tan difícil es de conseguirla.
Pero ¿Un gobierno con participación comunista?, ¿de verdad que es lo que mejor le conviene a España, pese a que las encuestas muestran un 26% de ciudadanos que parecen confiar en él?. Tenemos la impresión de que, cualquier persona sensata que todavía quede en España que tenga suficientes conocimientos para valorar los efectos de una alianza semejante, se mostraría pesimista con respecto a los resultados que, a medio o largo plazo, iban a tener en nuestra economía y, diríamos más, en nuestras relaciones con la UE y nuestras posibilidades de que, si se pusieran en práctica todos los decretos que los socialistas han puesto en marcha durante el periodo preelectoral, no se tambalearan las posibilidades de, teniendo en cuenta los costes que para nuestra nación suponen todas las mejoras sociales que, el que menos las valora, las estima en un aumento de 16.000 millones de euros, sólo para empezar.
Pero vean lo que se esconde en las páginas interiores de la prensa. Un informe del Instituto Nacional de Estadística, nos avisa de un punto vital para valorar la situación del sector privado. En efecto el Índice de Cifra de Negocios Empresarial (ICNE), que sintetiza la evolución de la facturación mercantil en los sectores económicos no financieros, fue relativamente bueno durante los primeros meses del este año pero, en el pasado mayo empezó a mostrar preocupantes tendencias a empeorar. En efecto, en mayo del 2017 la subida respeto al año anterior fue de un 8,7%, corregido de efectos estacionales, el repunte en mayo del 2018 fue de un 5,9% y, este año 2019 el crecimiento se ha limitado a un 3,3%. La caída no se centra, simplemente, en los datos contables porque, si en algún aspecto se puede controlar es, sin duda alguna, en el consumo eléctrico en las fábricas españolas. Pues bien, entre junio y julio del 2018 el consumo de luz en la industria española cayó casi un 3,5% en términos interanuales; el deterioro en 2019 ha sido todavía superior al arrojar una bajada cercana al 4,5%. A esto hay que añadir que los datos del segundo trimestre de este 2019 han sido catastróficos de modo que, el descenso ha sido de un 8% en cuanto al consumo industrial de las fábricas españolas. Como dato adicional, una de las principales industrias de nuestra nación, la de fabricación de automóviles redujo su consumo de electricidad en un 12% y la metalúrgica en junio un 15%. Pero veamos qué datos nos proporciona el Instituto Nacional de Estadística, respecto a la entrada de pedidos en el sector secundario que experimentó, a su vez una fuerte caída del 9% en términos desestacionalizados. Otro dato: el empleo sectorial lleva dos meses en números rojos.
Sabemos que durante este año 2019 el PSOE, suponemos que para evitar el susto que tiene preparados para quienes pagan impuestos, que somos todos, parece que no tiene intención de aumentarnos las cargas fiscales, algo que, evidentemente no va a suceder en el 2020, donde nos esperan una retahíla de cambios fiscales que, seguramente, según cálculos de expertos, pueden llegar a suponer un aumento anual por ciudadanos de unos 1.000 euros. El presunto nuevo presidente, señor Pedro Sánchez tiene en mente la elevación de los impuestos porque, aparte de acudir al endeudamiento público va a necesitar mejorar mucho la recaudación de impuestos si es que quiere (y nada nos indica que desista de ello) poder atender a una parte importante, al menos suficiente, de sus promesas de mejoras sociales con las que consiguió que muchos españoles los votaran, pensando que iban a sacar beneficio de ello. En este sentido, es evidente que el apoyo de los catalanes que, seguramente, le van a permitir ser investido, se basará en la confianza de que, con el señor Sánchez al frente del gobierno del país, les va a resultar mucho más fácil conseguir el indulto, si fueren condenados, de los enjuiciados por los sucesos del 1.O del 2017 y el encontrar una solución “política” que les permita sacar ventaja, en cuanto a sus aspiraciones soberanistas.
Y, por si acaso alguna persona ignorase lo que representas nuestra deuda pública respeto a su repercusión sobre cada español, le recordaremos que si, en el 2008, la deuda pública representaba una carga media de 9.511 euros por ciudadano, ahora ha experimentado un aumento por habitante de 15.484 euros desde el estallido de la crisis; o sea, que la carga actual por habitante se ha elevado a casi 25.000 euros, ¡vaya lo que se puede considerar como un absurdo!. ¿A dónde vamos a llegar, si Europa no se opone y nos corta por lo sano nuestras locuras respecto al gasto, cuando el señor Sánchez pretenda poner sus planes de apoyos sociales que ha prometido a sus votantes?
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, creemos que todo este optimismo exagerado que parece que se ha contagiado, incluso en aquellos que no votaron a los socialistas, que parece que se conforman con acuerdos contra natura, con tal de que haya un gobierno que consiga “estabilizar el país”; tenemos que negar la mayor: nunca un acuerdo de coalición con los comunistas de Podemos va a estabilizar el país. Los que no lo entiendan así seguramente no tardarán muchos meses en percatarse de su error. Claro es que, para entonces, ya no habrá remedio.
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