Sabe el Dios ateo al que rezo que hoy quería contar algo positivo, pero no me siento capaz.
Ésta ha sido una semana repleta de fracasos. Cómo habrá sido la sesión de investidura fallida que el mejor discurso, con diferencia, haya sido el de Gabriel Rufián. Y lo hizo casi implorando al PSOE y Podemos que se pusieran de acuerdo, recordando el acto de generosidad de su partido… aunque olvidó recordar también que fueron los independentistas los que rechazaron los presupuestos y nos abocaron a esta situación. El discurso, eso sí, maravilloso.
Pedro Sánchez ha perdido su segunda investidura. La crítica le recuerda que no es capaz de negociar acuerdos, pero para mí lo más grave es el tono soberbio que destilan sus palabras, su aparente seguridad en sí mismo, y sobre todo su lenguaje corporal. Uno puede creer que gobernará este país sin llegar a acuerdos, pero nunca lo conseguirá sin ofrecer una imagen más humilde.
Pablo Casado y el PP, líder de la oposición con el resultado más bajo de su historia, hacen lo que tienen que hacer, decir que no. Y lo hacen con la cordura que le faltó al PSOE de 2016.
Lo de Albert Rivera ya es de risa. Después de sus intervenciones me ha hecho pensar que no ha superado el final de la tercera temporada de La Casa de Papel; tanto plan, banda y botín. Para ser un partido de centro, que son los que miran a derecha e izquierda como bien le dijo Pedro Sánchez, se le está quedando últimamente un discurso más radical que el de VOX.
Pablo Iglesias merece algo más que un capítulo aparte, quizás un documental. Me pregunto, como se debió preguntar Alberto Garzón, para qué se consulta a las bases del partido y aunque éstas pedían un acuerdo de coalición con el PSOE, el candidato -ya autodescartado del futuro Gobierno- decida abstenerse en la votación. Y lo mejor de todo: pedir in extremis las políticas activas de empleo, sin saber que son competencias de las autonomías. ¿Qué clase de político aspira a gobernar algo sin saber qué puede tener o no entre manos? La broma que le gastó el miembro socialista que le dijo que hiciera esa propuesta, fue muy buena.
Y sobre Santiago Abascal y VOX quería decir… que me encantaron los anuncios que pusieron en La Sexta cuando se subió a la tribuna.
Los españoles no hemos votado mal, ni volveremos a hacerlo mal en noviembre como todo parece indicar. Lo de esta semana ha sido un fracaso de la democracia de la que tanto presumen aquellos que se han reído de ella, mientras cobran el sueldo por no hacer su trabajo.
El éxito de esta semana lo hemos conocido cuando Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, se ha subido el sueldo un 40%. Por lo visto no llegaba a final de mes con 2.200€ y 14 pagas. Al final el comunismo no deja de ser, en realidad, que lo mío es mío y lo de los demás también.
A mí me gustan más los fracasos como los de Mireia Belmonte en el Mundial de Gwangju. Cuando leo en las redes sociales que ya está acabada, comentarios de todo tipo que no tienen la menor precisión histórica de la clase de deportista que tenemos delante de nuestras narices, me cabrea. Y lo hace porque como dijo Jean Paul Marat, no existe el fracaso salvo cuando dejamos de esforzarnos. Y Mireia Belmonte sigue esforzándose aunque quede la última, porque forma parte de su naturaleza. Ojalá nuestros políticos supieran fracasar igual.
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