Se ha consumado. Esta fue la última de las siete frases que Jesucristo pronunció en la Cruz, cuando ya sentía próxima la muerte.
Yo la traigo a colación porque realmente es lo que ha ocurrido en Navarra, todo se ha consumado. Ya algunos analistas políticos han denominado el contubernio ocurrido en esa comunidad como el Pacto de la Vergüenza.
Y no es para menos, ya que María Chívite, la candidata socialista al gobierno de la comunidad navarra ha conseguido su cargo con el apoyo, del PSN, como es lógico, Geroa Bai, Podemos y Esquerda - Ezquerra, y la abstención de Bildu que es la formación política con la que se enmascaran los etarras.
Como es lógico, Pedro Sánchez ha dado su beneplácito y bendición a dicha aberración, a pesar de que, cuando le conviene, dice que ha de gobernar la lista más votada, que en este caso debería de haber sido Navarra Suma.
La representante de Bildu ha dejado bien claro que este partido es quien tiene la llave para abrir o cerrar acuerdos, lo que, más o menos, significa que, hasta para mover un papel de mesa, tendrán que contar con ellos. Es una hipoteca muy seria la que ha firmado el PSOE, pero a su “nunca bien ponderado” Presidente le importa un bledo con tal de conseguir poder.
Este hombre no comete más desatinos porque seguramente no tiene tiempo para ello.
Desde su ascenso a la Presidencia del Gobierno con ayuda de los acérrimos enemigos de España, independentistas catalanes y vascos, y el apoyo de quien quiere asaltar el Poder, es decir Pablo Iglesias, no ha dado muestras nada más de desvaríos, dislates e incongruencias.
Recuerdo que, cuando gobernaba Felipe González, como mentía tanto, los humoristas Gallego y Rey, cada vez que se desdecía, lo dibujaban con la nariz más larga.
De este hombre que no mantiene su palabra ni veinticuatro horas ¿qué imagen podríamos poner?
A partir de haber alcanzado marrulleramente, aunque fuese legal, la Presidencia del Gobierno, no ha dejado de demostrarnos a todos los españoles que le importamos una higa, que lo único que le mueve es el poder y que para ello, es capaz de sacrificar, no sólo todos los valores nobles que caracterizan a una persona de bien, sino nuestros intereses.
La ambición de poder que tiene sólo es comparable a su inconmensurable ego. Éste, al igual que Narciso, está enamorado de sí mismo, de quien cuenta la mitología griega que sólo sabía querer a su persona. Los demás le importaban un bledo, aunque estuviesen favorecidos por la diosa Fortuna y contasen con innumerables cualidades. El concepto desmesurado que tiene de su persona le impide aceptar las proposiciones que le hagan los demás, aunque, al rechazarlas, vaya en contra de los intereses de España. Si no, no ostentaría el poder con los que quieren destruirla.
Pero donde ha llegado el colmo de su desfachatez ha sido en la pasada Sesión de Investidura en la que ha pedido, con todo el descaro y desfachatez la abstención del PP y de Ciudadanos a cambio de nada. Estamos de acuerdo que estos partidos, aunque fuese con la concesión de prebendas, no quieren participar en un Gobierno en el que lo presida sea una persona de la que no se pueden fiar y que un día gira al norte y otro al sur, según sople el viento favorable para sus intereses, pero aún sabiéndolo los pone en el compromiso de que tengan que decir que no, para poder culparlos de que si no hay Gobierno, no es por por su causa sino por la de los demás.
Pablo Iglesias, ya le ha dicho claramente que, con las condiciones que ofrece, que no cuente con su ayuda.
Así le va a España que está en manos de un irresponsable que, posiblemente lo que busque sean unas nuevas elecciones, que, según su mandado Tezanos, le auguran un triunfo considerable, pero como se ha dicho siempre que la única encuesta que vale es la que sale de las urnas que se arriesgue veremos a ver qué respondemos después de tanto desaguisado, desgobierno e incertidumbre.
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