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Etiquetas | Terrorismo | 11-M

11-M: el suicidio electoral del PP

Sin importarle las víctimas al PP, el Gobierno solo tenía que atribuir los atentados a quien fuera, menos a Al Qaeda, y ETA era una opción creíble
Juan José Sánchez Soto
miércoles, 13 de marzo de 2013, 08:01 h (CET)
Este pasado lunes se cumplían 9 años de la mayor tragedia cometida en España: los atentados que se llevaron a casi 200 personas de los trenes de Madrid. No se esperen que en mi artículo de hoy hable de los autores de la masacre ni de otros morbos que puedan interesar a algunos medios o personas, sino que me ceñiré en explicar cómo se pueden perder unas elecciones con tres o cuatro frases.

Las encuestas a finales de la segunda legislatura de Aznar vaticinaban una nueva victoria del PP, algo positivo de valorar pues es difícil mantener la línea política con una mayoría absoluta como la que disponía el PP en aquel momento. Esas encuestas dieron un vuelco de 180 grados con la gestión del Gobierno de Aznar de los atentados del 11-M. Que en un primer momento se afirmara que ETA era la que estaba detrás de los atentados no es reprochable puesto que hasta el propio diario El Pais atribuyó a ETA la autoría de la masacre en la portada del día siguiente. Además, ¿qué persona con dos dedos de frente no podía pensar en un primer momento, con más de 30 años de asesinatos de ETA, que podían haber sido "los mismos de siempre"? El problema venía después, cuando las pruebas que se iban encontrando tenían una dirección distinta a la que apuntaba el Gobierno y al pensamiento de los españoles.

La insistencia en seguir afirmando que la autoría de los crímenes era de ETA cuando se iban acercando las elecciones generales fue el mayor error que podía cometer el PP, era su suicidio electoral y la patada a las encuestas. El periodismo jugó un papel muy importante a la hora de informar a los ciudadanos mientras que proporcionalmente la credibilidad del Gobierno se iba reduciendo. Se empezó a creer que la opacidad de las declaraciones tenía como objetivo evitar a toda costa atribuir los atentados a grupos islamistas puesto que eso significaría una derrota del PP en las elecciones, puesto que si Al Qaeda era la autora significaría que España estaba pagando el precio de haber ido a la guerra de Irak. Sin importarle las víctimas al PP, el Gobierno solo tenía que atribuir los atentados a quien fuera, menos a Al Qaeda, y ETA era una opción creíble.

Nueve años después, las ideologías marcaron un triste aniversario en el cuál, los homenajes se hacían en lugares distintos, con políticos distintos, pero con un fondo común: las víctimas. ¿Cómo es posible que nueve años después siga existiendo esta separación de homenajes? ¿Cómo es posible que las víctimas de un atentado también sirvan para politizar unos homenajes? A día de hoy el mismo partido político que gobernaba en aquel año está hoy en el poder, las mentiras se suman a los recortes para transformarse en más mentiras a los españoles. Mientras tanto, las sombras que esconden a las víctimas del 11-M han vuelto a recorrer las calles gracias al recuerdo que todos tenemos en ellas. Las lágrimas de los familiares asesinados han vuelto a mojar unos rostros que se transcribían en un “¿por qué a mí?” y en la inquietud de pensar “¿le dije los te quiero suficientes y que se merecía?”. Esas sombras, son y serán, y la sombra de la luz. 

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