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Hoja de buenas acciones

Hoy me he vuelto a levantar con la noticia de otra violación en mi ciudad, la segunda en las Fiestas de Gracia de Barcelona
Eduardo Cassano
jueves, 22 de agosto de 2019, 10:34 h (CET)

Acabo de renovar el DNI y me han dado 10 años más de vida, si no se tuerce la cosa.

La cuestión es que, por una vez en mi vida, me ha tocado una funcionaria muy simpática. Ha sido tan agradable que si fuera médica la querría en mi primera colonoscopia. Y era mayor, bastante más que yo, lo que anula cualquier posibilidad de atracción sexual y facilita el verdadero sentimiento obtenido por el servicio prestado.

No es nada fácil encontrarse con buenos funcionarios. Tengo muchos recuerdos de voces cansadas de su trabajo, miradas vacías y respuestas bordes. Lo cierto es que renovar el DNI ha sido de lo más agradable que me ha pasado esta semana. Me habría gustado decírselo a ella, o como soy tímido, hacerlo de forma anónima. Pero no hay un buzón para las buenas acciones, como sí lo hay para las reclamaciones.

Eso me ha hecho pensar que cuando una persona trabaja cara al público siempre está expuesta a la crítica, porque el cliente siempre tiene la razón, pero no al halago porque no hay un barómetro para ello. ¿Por qué no?

Soy de los que compra en diferentes supermercados, diría que para ahorrar (que también) pero la realidad es para comprar los productos que no están en otros. Y recuerdo especialmente a una cajera, que me saca de quicio cada vez que me toca, porque es de esas personas que no paran de hablar y formar cola, y como cuando coincido yo nadie se queja y además le ríe las gracias, uno piensa… pues chica, tú si te mereces ser una fija discontinua, o un despido objetivo.

Pero en una de sus charlas comentó que le hacían un contrato tras otro, le pagaban el finiquito con vacaciones y le volvían a contratar al día siguiente un año tras otro. Todo esto mientras pasaba los productos de la compra de la gente, a veces con la empatía de otras personas y casi siempre, hablando ella sola ante la cara cabreo de otras, y mi risa floja siempre mientras observaba el panorama.

La chica es una pesada, porque lo es, pero razón no le falta cuando cuenta su vida como un grito de auxilio. Algún día de estos habrá que poner fin a los contratos temporales, cuando se abusa de ellos. Y también deberíamos poner fin a las cajeras como ella, indefinidas o no. Por favor.

La funcionaria que me renovó el DNI no tenía anillo en su mano, y aunque eso no parece ser ya un indicativo, me la imaginé terminando su turno y antes de llegar a su casa para dar de comer a los gatos, tomarse una cerveza en un bar a ver si alguien se fijaba en ella. Pero absolutamente ninguna de las personas que se encuentre en ese bar sabrá lo amable que fue conmigo, y lo que se lo agradezco, y seguramente con el resto de las personas en su trabajo.

Es cierto que le hice una observación, con respecto al procedimiento de renovación del DNI. ¿Por qué con la tecnología que tenemos hoy en día, como una webcam, tenemos que pagar casi 10€ por una foto –si la queremos con brillo aunque luego termine en blanco y negro-? Su respuesta fue tan ágil como productiva: “ Porque las fotos tienen que ser con el fondo blanco para que no se vea nada detrás”.

Yo pensé… pienso tanto. ¿No es más fácil poner un biombo blanco detrás de mí? Me dije. Pero me callé, y por callarme yo hay muchas personas que seguirán pagando sus casi 10€ en fotos de carnet. Y no lo dije por la sencilla razón de que esa mujer, con esa amabilidad y la dulzura en su voz, no tenía la culpa. Y protestarle a ella no solo era perder el tiempo, era mancillar su trabajo. Y ella no se merecía algo así. Eso sí, si me llega a tocar esa cajera del supermercado… pido la hoja de reclamaciones.

Por cierto, hoy me he vuelto a levantar con la noticia de otra violación en mi ciudad, la segunda en las Fiestas de Gracia de Barcelona. Ya ni siquiera me quedan fuerzas para protestar. Solo eso, dejar constancia.

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