Mientras Franco agonizaba los cineastas Gutiérrez Aragón y José Luís Borau iban escribiendo a cuatro manos el guión de una película que el primero de ellos dirigiría al poco de morir el dictador y que fue estrenada y premiada en el Festival de Cine de Berlín del año 1977. Su estreno es España tuvo muchos problemas, primero la censura pasó algunos meses poniendo pegas, las disfrazaron con la excusa de haber perdido la documentación en algún despacho, y, finalmente, cuando el correspondiente departamento de censura que todavía existía en 1977 dio el visto bueno para su estreno en España fue bastante difícil encontrar algún exhibidor que estuviera dispuesto a hacerlo. “Camada negra”, la película de la que hablo, contaba la historia de unos cachorros del fascismo falangista dirigidos por una mujer fiel a la ideología de la extrema derecha. Entonces, y también ahora, quedaban muchos leales a la dictadura del general Franco que no veían con buenos ojos según que manifestaciones culturales y cuando alguna cosa, libro, película o exposición de arte no les gustaba la solución era atemorizar a la población mediante las “partidas de la porra” o la colocación de artefactos explosivos.
Hoy, por desgracia, todavía quedan algunos nostálgicos de los grises años de la dictadura pero también van saliendo a la luz alguna que otra joven camada negra ansiosa de totalitarismo que añorando una simbología dictatorial que por edad no conocieron quieren emular a sus mayores envolviéndose en símbolos que nos recuerdan una época de la historia española en la que los derechos y las libertades de los ciudadanos estaban prohibidos bajo la claveteada bota militar de un general rebelde y sus conmilitones.
Y es que aquí no se cumplió el refrán de “muerto el perro se acabó la rabia”, murió, en la cama y de muerte natural, el símbolo de la represión pero los miedos de unos y otros y también las ansias de poder de otros y unos pactó una transición de la dictadura a la democracia que fue toda una bajada de pantalones de los representantes de la izquierda que en cada reunión para ir allanando el camino a las urnas iban cediendo más y más ante las exigencias de los representantes del franquismo ahora reconvertidos en demócratas de toda la vida como el mismo Fraga Iribarne que había firmado el “enterado” en un Consejo de Ministros al fusilamiento de Julián Grimau. Se simularon cambios, se otorgó a los ciudadanos el derecho a votar pero el poder seguía en las mismas manos, el ejercito puso sus sables encima de la mesa a la hora de discutir la Constitución para que quedara atada y bien atada la unidad de la “nación” española, la única que reconocían y reconocen todavía en las salas de bandera de los cuarteles, la temida Brigada Político Social de la policía franquista siguió siendo policía en la democracia y a los funcionarios que habían servido fielmente a las ordenes de la dictadura se les respetaron funciones y prebendas.
Por todo ello no me extrañan algunas de las hazañas de más de un miembro del Partido Popular, al fin y al cabo mientras en otros países la extrema derecha tiene sus partidos representativos aquí la mayoría de votantes de esta ideología vota al Partido Popular, cuya ala dura les representa perfectamente. Y a los hechos me remito, hace unas semanas el alcalde popular del pueblo gallego de Baralla dijo que los asesinados por el franquismo se debían merecer esta clase de muerte, días después un dirigente de las NNGG de Xàtiva aparecía fotografiado junto a algunos ultras abrazado a una enseña con simbología nazi y racista, después no me sorprendió para nada ver al Secretario General de NNGG de Gandía haciendo el saludo fascista junto a un monolito que recuerda a los soldados “nacionales”, y para no ser menos que los “machitos” de su partido una concejala popular de Canals lucía fotografiada abrazada a la bandera preconstitucional, esa que tiene un “pollo” en el centro.
Todos estos jóvenes militan en las juventudes del Partido Popular valenciano y sus mayores casi les han aplaudido las hazañas, ya que tanto Alfonso Rus, presidente de la Diputación de Valencia, y el alcalde de Gandía han resuelto el tema de un plumazo tildando las actitudes fascistoides de sus cachorros como una “chiquillada”. También en la calle Génova callaban hasta que el revuelo que se ha formado en la prensa y las redes sociales ante la deriva de estos dirigentes juveniles del partido les ha hecho enviar ordenes a la calle Quart de Valencia, donde anidan las gaviotas valencianas, para que se abra un expediente a los infractores tanto de los estatutos del PP como de la legislación vigente que veta y penaliza este tipo de actitudes.
No se si finalmente estos expedientes derivaran en alguna sanción para estos aspirantes a miembros de cualquier “camada negra” pero no me cabe la menor duda que cuando se han envalentonado con estos gestos anticonstitucionales es porque siempre se han sentido protegidos por sus mayores, al fin y al cabo, no lo olvidemos, el Partido Popular durante muchos años tuvo al frente a un dirigente del franquismo como Manuel Fraga Iribarne, un tétrico personaje que durante décadas estuvo al lado del dictador mientras la policía y la política franquista machaba a los disidentes tan sólo por el hecho de serlo y demandar libertad. Y de la noche a la mañana nadie deviene en demócrata si viene de servir a la dictadura, al fin y al cabo donde hubo fuego siempre quedan rescoldos.
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