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De Felipe V a Felipe VI

Se acerca el final de la monarquía
José Enrique Centén
lunes, 23 de septiembre de 2013, 09:08 h (CET)
Principio y fin de la dinastía borbónica, más de 300 años soportando iniquidades, traiciones, ventas de tierras del Nuevo Mundo, islas oceánicas o del suelo patrio para ser reconocidos como reyes, amén de corruptelas de toda índole, no solo de sus familiares sino de ellos mismos. Ejemplos recientes tenemos con la entrega de un yate por parte de los empresarios, pero ¿a cambio de qué?, una cacería de elefantes, la caída de bragas de una supuesta princesa, una supuesta fortuna heredada en Suiza.

Sus hijas con empleos de alta remuneración, en banca o empresas privadas, solo con estudios básicos. ¿A cambio de qué?, de un yerno encausado por corrupción y mientras tanto universitarios, investigadores, médicos, etc, en paro o con trabajos basura y en el mejor de los casos obligados a emigrar en busca de oportunidades siendo parte de los seis millones de parados, con cerca de un millón sin subsidio de ningún tipo y en la indigencia total.

Se acerca el final, en la actualidad el monarca está dando claras muestras de senilidad como ocurrió en la apertura del año judicial 2013 estando a la espera del momento propicio en su abdicación, en un tiempo muerto para evitar, mediante el olvido, la relación entre abdicación y los escándalos financieros familiares o que algún percance acelere el proceso, dada la multitud de lesiones (esquí, caza) que sufre en su ajetreada vida laboral.

Estos motivos provocarán la abdicación del Borbón, impuesto por el dictador después de 40 años de la sublevación, incluso le llaman demócrata, si así fuese debería de abdicar en el pueblo español único soberano elegido por la urnas el 14 de abril de 1931 “Res Pública”, al ser esta monarquía ilegal en su restablecimiento e incluso porque el supuesto de abdicación no está regulada en la Constitución de 1978. Pero pretenden que se perpetúe en su hijo basándose en un sistema medieval, aducirán que el supuesto futuro monarca está inmaculado de todo trapicheo, puede que sí, pero con el paso del tiempo ya trincará algo él o su familia, por ese motivo tampoco hay que dejar ni un solo segundo en el trono al supuesto futuro Felipe VI.

La sucesión es devolver lo que ha sido arrebatado con las armas, siendo la República la única manera de cortar con el fascismo español, ya que España es el único país europeo que no ha abominado de su pasado fascista, tal y como vemos con la Memoria Histórica.

“La virtud republicana mana del hombre y no de la doctrina”, y se aferra en la profunda convicción de que el hombre es capaz de autogobierno y merecedor moral de ejercerlo, siendo necesaria porque toda república es democrática y más la nuestra, sin guillotinas ni fusilamientos, en contraste con esta monarquía siempre que retomaron el poder en otras épocas sólo enseñó dientes y armas como hizo la dictadura en su nombre, sabido es el apoyo del borbón depuesto Alfonso XIII y la colaboración de su hijo Juan con los sublevados.

En estos momentos este gobierno está siguiendo los usos de la dictadura, ahogando y comprimiendo todas las formas de descontento e indignación. Vicio incurable también de la monarquía española: fuerte frente a cada una de las clases por separado. Pero impotente con respecto a las necesidades históricas del país, siendo la causa de su quebrantamiento por dificultades financieras en todas las épocas.

La actual desconfianza de los ciudadanos ante la propia democracia cría desencanto y escepticismo, la convicción republicana está abriendo cauces cada vez más amplios en todas las esferas de la población merced a un pensamiento anclado en el realismo. Refleja fielmente el principio más universalmente compartido por todos los republicanos: el de la confianza aristotélica en la capacidad de la mayoría de los hombres por practicar la virtud pública y la filia politké, la concordia civil o amor a lo público.

En cualquier tipo de posible cultura o forma de gobierno el hombre necesita de la cooperación de los demás si quiere sobrevivir y la república es la forma más genuina. La filosofía republicana contemporánea posee, por lo pronto, dos sendas que conducen a universos opuestos. La de Robespierre, que lleva su propia destrucción y a la pronta voladura de la democracia y la libertad, en nombre de ambas cosas a la vez. La otra senda, la del republicanismo cívico, compatible con algunos aspectos del liberalismo, no pocos del socialismo democrático y afín al igualitarismo participativo.

L. Trosky señaló que “en muchos casos creen que con la república vendrá la riqueza, pero hay que tener en cuenta el carácter conservador que poseen muchas repúblicas actualmente para no caer en el mismo error, al seguir el camino de los jacobinos franceses: su miedo ante las masas, más fuerte que su odio a la monarquía”.

No debemos sentirnos como una partícula de polvo y ser aplastado por la insignificancia de su individualidad. Debemos de reconstruir un Estado republicano que se fundamente en un principio determinado de la conciencia de sí del espíritu, en la manera como el espíritu se conoce en relación con la libertad. En el Estado hay que distinguir la libertad del libre albedrío. La esencia del Estado es que la voluntad racional en sí y por sí, lo universal en sí y por sí, que esto universal, sustancial de la voluntad, es real. Las leyes deben ser la expresión de lo que respecto a la voluntad es racional. Verdi supo plasmar en Va Penseiro de la ópera Nabucco, el amor a aquella patria que pudo ser, para nosotros la democracia que empezó a surgir antes de la dictadura franquista, la república que debemos recuperar.

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