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Una racista no puede ser ni presidenta ni senadora

La asamblea legislativa controlada por los partidarios de Morales no le ha demandado que cese a Añez
Isaac Bigio
domingo, 24 de noviembre de 2019, 09:46 h (CET)

El 12 de noviembre la senadora Jeanine Añez se proclamó como presidenta de Bolivia sin que se encuentre en la línea de sucesión constitucional y sin que se haya reunido el pleno de la Asamblea Legislativa. Pese a la tremenda oposición popular que ha generado y a las matanzas que ha producido ella sigue en palacio. El último asesinato de sus efectivos fue el de un niño a quien asfixiaron de gas a poca distancia de las oficinas donde está Añez. Dicho menor de edad caminó 15 kilómetros desde El Alto junto a decenas de miles y a los féretros de otros vecinos suyos que en la víspera habían sido acribillados a bala. Dicha represión no respetó ni a los ataúdes ni a los más indefensos.  


El Movimientos Al Socialismo (MAS) detenta cerca del 70% de la actual Asamblea Legislativa. Como tal, bien pudo algún asambleísta de éste asumir la presidencia interina a la renuncia de Evo Morales o ahora simplemente éste bien puede no aceptar su dimisión y pedir que él vuelva a la presidencia. También bien puede declarar oficialmente ilegal la asunción de Añez a palacio plasmando lo que este partido siempre dice: que se produjo un golpe militar-policial racista y que la sucesión presidencial solo va hasta la presidencia de los diputados y no hasta la segunda vicepresidencia de cualquiera de las cámaras.


Llama la atención del porqué aún la asamblea legislativa controlada por los partidarios de Morales no le ha demandado que cese a Añez en el cargo. Además, también extraña el hecho de cómo en primera instancia, años atrás, a ella no la han inhabilitado como senadora por promover la discriminación racial y religiosa.


En muchas democracias del mundo si un parlamentario incita al odio racial contra los judíos o los negros, el parlamento puede sancionar y hasta separarlo. En el caso de Añez es más grave pues ella ha hecho carrera con declaraciones y mensajes abiertamente racistas contra la mayoría racial del país que tiene el mayor porcentaje de población amerindia.

Cuando ella representaba al departamento del Beni en la constituyente declaró: “En mi región nosotros no queremos ser el Collasuyo, no queremos una bandera como la wiphala”. Los descubrimientos arqueológicos han demostrado que el imperio inca y el Collasuyo abarcaron casi todo el Beni, el cual fue previamente el sitial de una avanzada civilización conectada con los Andes y la costa. La wiphala es una bandera que la vienen adoptando pueblos nativos de todas las Américas. Su rechazo al Collasuyo es parte del odio racista que muchos occidentalizados del oriente boliviano tienen hacia los “collas”, palabra con la que despectivamente se refieren a los altiplánicos.


Quien mira la página de Facebook de ella no encontrará fotos suyos con originarios del altiplano, pero sí múltiples referencias de desprecio hacia ellos.


Poco antes de llegar a palacio Añez se ha referido a Morales como un “pobre indio” mientras que ninguna autoridad en EEUU se atrevió a tildar a Obama de “negro desgraciado”, a Kennedy de “irlandés desgraciado” o a Kissinger de “judío desgraciado”. Tan solo 15 días antes de las elecciones ella tuiteó una caricatura donde aparecía el entonces presidente Morales aferrado al sillón presidencial con la frase “últimos días” junto con su propio comentario que fue "Aferrado al poder el pobre indio".


En otro tuit ella colocaba la foto de unos indígenas con vestimenta típica pero ella había puesto sobre un círculo verde el hecho de que ellos llevaban zapatillas por lo que en tono de mofa escribió “originarios?”. Esto implica que los pueblos nativos, según ella, no tienen derecho a la modernidad.


En el día del 2013 en el cual los aymaras celebran el solsticio de invierno que es el inicio del ciclo agrario anual (“Machaq Mara”) acudiendo al Tiahuanaco y a otros recintos en el alba para recibir los rayos del sol, ella tuiteó "Qué año nuevo aymara ni lucero del alba!! satánicos, a Dios nadie lo reemplaza!".


La prestigiosa Agencia France Press ha corroborado que estos tuits que luego Añez borró son ciertos y también estima que sea posible que se haya publicado este otro en el 2013: "Sueño con una Bolivia libre de ritos satánicos indígenas, la ciudad no es para los indios, que se vayan al altiplano o al chaco".


En la página de Facebook de ella se puede ver que ella se refiere a Morales de practicar cultos satánicos, los cuales son, obviamente, los rituales andinos ancestrales.


"Un cristiano no apoya a un partido político cuyos integrantes por esencia son ateos y adoran falsos dioses", publicó en un tuit en octubre de 2014.


Lo cierto es que un verdadero cristiano es tolerante y ama a su prójimo, al margen de cualesquiera que sean sus creencias. La intolerancia y el fanatismo desvirtúan la doctrina para convertirla en una forma de inquisición.


Añez se reclama una ferviente católica que se presentó en el balcón presidencial con una biblia gigantesca. Bolivia como todas las repúblicas americanas tiene una constitución secular y tolerante con todas las religiones. Su intransigencia religiosa puede conducir a persecuciones por motivos de fe y de etnia.


Lo más grave es considerar como “satánicos” a los indios y pedir que se vayan de las ciudades, las cuales serían de uso exclusivo a los mestizos o blancos.


Ninguna persona en las actuales repúblicas de Sudáfrica o Zimbabue que han sufrido el Apartheid toleraría que vuelva al poder un o una presidente que acuse a la mayoría negra de practicar rituales satánicos o que les desprecie por su raza.


Los indígenas de Bolivia han sufrido mucho en el último medio milenio. Han visto la destrucción del Tahuantinsuyo, la imposición de la mita y las encomiendas, el aplastamiento brutal de los levantamientos armados de Túpac Katari y Zárate Willca, la servidumbre de corte feudal, la pobreza y la discriminación racial.


Hoy Añez, a fin de evitar más resistencias, aparece junto a la wiphala (que sus mismos partidarios solían retirar de edificios públicos o quemarla) y tiene a una ministra con polleras. Sin embargo, nunca ha pedido perdón por todas sus ofensas racistas. Acaba de producir un video con muchos idiomas junto con jóvenes bolivianos dirigido a todo el mundo para decir que en Bolivia no ha habido golpe. En éste, sin embargo, se destaca que ninguno de sus protagonistas son indígenas y que solamente se emplea la tricolor, pero no la wiphala que es el otro estandarte oficial del Estado. Ella, además, sigue ordenando que tiren bala a indios, y ya son tal vez un centenar los que han caído heridos, desaparecidos o muertos mediante la represión.


A Añez y a cualquier persona que se atreva a incitar el odio racial y religioso no se le puede permitir que estén en cargos públicos. Es inadmisible que, pese a toda la ola de provocaciones racistas, a ella se le haya permitido permanecer en el senado.


John Bercow, quien fue el presidente de la cámara de los comunes durante una década, jamás le hubiera permitido a Añez entrar a su recinto ni aunque viniera como presidenta de Bolivia. Los principios del respeto a todas las razas y creencias religiosas son sacrosantos. Es inconcebible que la Asamblea Legislativa de un Estado que se reclame como Plurinacional pueda seguir no solo como presidenta autoproclamada sino como servidor pública.

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