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Pioneros y secuaces

El seguidismo de los adeptos es muy aburrido y peligroso
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 24 de enero de 2025, 09:58 h (CET)

No me puedo olvidar de aquel simpático personaje interpretado por Anthony Quinn en el cine, me refiero a ZORBA, el inquieto griego tan expresivo. Para él suponía una enorme dificultad el comunicarse con palabras, la elocuencia no estaba entre sus dotes. Su fuerte radicaba en la danza, se ponía a enlazar movimientos con cualquier motivo. Sus expresiones se centraban en la danza, bailando mostraba sus alegrías o tristezas, sus acuerdos o discrepancias. La espontaneidad de sus impulsos no sabía de restricciones o manipulaciones ajenas. Estaba plenamente adaptado a su terruño y a sus propias condiciones, expresándose con toda naturalidad. Ingenuidad o genialidad en pleno baile.


Hemos de contar con el muestrario de condicionantes previos, genéticos, culturales o la incertidumbre persistente. Esos ARCHIVOS constitutivos los tenemos repletos de señalamientos bien asentados, activos y dinámicos. Como contraste, en su mayor parte nos resultan inaccesibles para la percepción inmediata, sus influencias determinantes se activan por territorios subyacentes. Hemos de contar con esa incompletud propia. También resulta arbitrario el uso de los datos que vamos recogiendo. De los descubrimientos registrados a su aplicación, recorremos trayectos dispares, que moldearán el futuro individual y comunitario. Los pormenores de esa utilización de los archivos definen con precisión nuestro perfil, no siempre para bien.


Pese a la inmensa carga archivada en las mochilas individuales, el tiempo nos azuza inclemente. Esa exigencia vital nos mantiene despiertos desde los primeros alientos, con ellos comenzamos a estar presentes; a su vera se fraguan las incipientes agrupaciones y empezamos a tomar conciencia de los acompañantes cercanos. Se generan auténticos NIDOS donde nos iniciamos en los compases espontáneos de la vida. Desde esas convivencias brotan nuevos matices condicionantes, de diversa fortaleza de cara a las futuras evoluciones. Se multiplican las iniciativas peculiares frente a la turbulencia de los entornos. En la vida incipiente asoman las perspectivas y aumentan las expectativas.


A partir de los nidos fundantes, las inteligencias demuestran sus verdaderas dimensiones y se ramifican por sectores insospechados. Destaca la captación de cuantas circunstancias repercuten sobre cada protagonista; con la consiguiente respuesta reflejada en sus aportaciones. Se establece una suerte de relación muy heterogénea, dado el número de participantes y las múltiples iniciativas posibles. A las cualidades personales hemos de añadir la disposición de ánimo y el esfuerzo dedicado al empeño existencial. Se entiende la aparición de los PIONEROS como avanzadilla de las diversas actividades; sometidos a las ventajas, inconvenientes y riesgos de actuar en esas posiciones, con la incertidumbre radical de acompañante.


Son muy llamativas las minorías aventajadas situadas en tareas de vanguardia, llegan a ensimismarse, desdeñando los contactos con gente menos favorecida, incluso tienden a utilizarlos como meros instrumentos para sus actividades. Las diferentes capacidades se transforman en un potente factor de disgregación, como resulta patente con los diversos niveles sociales en el ancho mundo. La preponderancia de los más capacitados tiene su lógica, aunque la ESTRATIFICACIÓN comunitaria va más allá, introduce maniobras menos defendibles y maliciosas. Siendo inevitable la polarización ante la variedad de recursos personales y materiales; la heterogeneidad de la sociedad se decanta por comportamientos inquietantes.


El distanciamiento de las posiciones entre unos y otros, genera tensiones importantes de manera progresiva, al hilo de la complejidad de los entornos. Disponemos del mejor atenuante, adecuado si conseguimos adaptarnos con franqueza a los razonamientos. Se trata del BUEN TALANTE, tras el primer asombro existencial ente la realidad envolvente. Exige una buena disposición para esforzarse en conocer mejor las cosas y el sentimiento de sentirse inmerso en el conjunto. No se puede prescindir de la elemental cortesía relacional, ejercer de víboras parlantes no es el mejor mediador. Y todo ello para comprometerse en una inauguración trascendente en la búsqueda permanente de la excelencia.


Suena bien esa dedicación acogedora de los participantes; suena cuando funciona, como es natural. Debido al propio impulso de las discrepancias, aquella entente cordial se resquebraja con facilidad. Abundan las perspectivas dispares y su misma proliferación propicia las desaveniencias. Aun así, caben las voluntades proclives al entendimiento, en busca de una armonía gratificante. Sin embargo, la energía discrepante es impetuosa, adopta con frecuencia aires INTRANSIGENTES, que no toleran las versiones ajenas. Con efecto inmediato, ese fanatismo interrumpe de raíz los necesarios debates; se entra de lleno en una polarización improductiva, disgregadora y peligrosa.


La misma irregularidad de las capacidades de cada ser humano, es intransigente; los mejor dotados aventajan a los restantes. Será natural la consiguiente servidumbre, centrada en la adaptación a los recursos superiores. Se establece un dinamismo creativo de búsquedas, hallazgos y aplicaciones, que serán percibidos de distinta manera por los promotores o sus seguidores, enseguida se manifiesta la controversia de esas repercusiones. Como consecuencia, unos pasan a dirigir con sus criterios y se organizan JERARQUÍAS peculiares para cada actividad. Asumidos los eslabones inevitables, resultará primordial la fluidez de sus conexiones; por abajo o por arriba, el talante y las dimensiones de la persona son irrenunciables.


El control de las propias acciones es algo que no surge por azar, la energía dinámica de las actuaciones es adsorbente, tiende a desatender la vigilancia de los excesos; sobre todo, no suelen preocuparse por las posibles repercusiones desfavorables para determinadas gentes. Los ABUSOS originados se notan sobre las espaldas de los ciudadanos. Las frondosas explicaciones no justifican los perjuicios provocados sobre las personas.


En las tramas organizadas, los promotores requieren y exigen la colaboración de ciertos elementos adictos. Al margen de como se pongan de acuerdo entre ellos, estos colaboradores comparten las estrategias diseñadas. Los pioneros descentrados exigen verdaderos secuaces para sus MAQUINACIONES; con evidentes disfraces y tapaderas para disimular el cariz de sus andanzas alejadas del ciudadano corriente.


Cualquier ciudadano es por definición un integrante de la comunidad, desde la mínima presencia a los más destacados. Establecer ese grado de participación será otra cuestión. Apenas se posicionan los incapacitados y los indolentes acérrimos. Quienes intervienen cubren un amplio espectro de posibilidades. Sin poder eludir ninguno de ellos la DISYUNTIVA crucial para sus vidas. La de orientar sus propias actuaciones hacia el buen sentido vanguardista o entrar de alguna manera en el desliz facilón de la organización taimada, esa de las desviaciones pioneras hacia los abusos, secuaces y sus despropósitos.

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