Me acosté y no dormía, probé todas las posturas, me levanté a escribir aún a sabiendas de que lo hacía mal y sin tiempo, quizás por eso, perdiéndolo por completo, tanto oro como es. Me recosté sin haber aprendido a olvidarme de usted y sufrí como el sol de noviembre cuando lucha contra las nubes para transformarse en el rey.
Y esto fue lo que escribí, a pesar de todo, de que seas lo inolvidable, aunque lo seas por ser el culpable de esta situación, que sí superaré, con la ayuda de los seres divinos. Aquí está:
"No quiero que se maten santos sino escuchar todos los días sus santísimas palabras, vale más, que reciban bendiciones, larga vida, así es como debe ser. Se merecen lo mejor en el camino encontrar. Son de noble corazón, guapos y buenos".
Luego supe que no había perdido el tiempo al escribir sobre ellos y tú, tampoco lo pierdes al leerme, aunque en principio creas que sí.
|