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La semana de la Infanta

Hay quienes piensan que son las encuestas o las multitudes aglutinadas en calles quienes tienen la potestad de condenar a personas que hasta que no lo diga un juez son inocentes
Juan José Sánchez Soto
miércoles, 5 de febrero de 2014, 16:11 h (CET)
Esta semana será una de las semanas clave para la Infanta. Este próximo sábado declarará ante el juez y ya desde hace semanas se especula si bajará o no por la famosa rampa por la que bajó su marido. Creo que desde la izquierda se ha intentado equiparar la igualdad de artículo 14 a que ella baje andando por la rampa como lo haría cualquier hijo de vecino, pero realmente, y cualquier jurista lo sabe, no significa que tengamos que ser todos iguales sino que se deben emplear mecanismos necesarios para que aquellos que no son iguales puedan tener condiciones igual de favorables que los demás. Concretando en este caso, ¿alguien se imagina que imputan a su padre o a su madre y en la rampa de Palma de Mallorca se amontonan 300 periodistas que habrá como mínimo más una multitud que madrugará para insultar a quien pase por ahí? Por ese motivo la policía ha recomendado al juez que baje la rampa en coche para evitar que pueda ser violentada con esos gritos y que éstos puedan luego perjudicarle en su declaración.

Por otro lado, ayer su abogado manifestaba en una actitud algo chulesca en mi opinión, que la Infanta no se sentiría coaccionada por los insultos o gritos que pudiese recibir el sábado antes de exponer su declaración. Si ese para mí era el motivo único que justificaba el desplazamiento en coche de la Infanta por la rampa no debería hacerlo si es verdad lo que dice su abogado. Pese a estas declaraciones esporádicas, no se sabrá que hará la Infanta hasta el próximo sábado ya que es decisión suya y no ha hecho ninguna declaración a los medios ni su abogado quiere adelantar ningún tipo de acontecimiento, normal también.

Y finalmente, sin que sirva de precedente como una defensa a la Infanta, sí que me gustaría poner en evidencia la falta de conciencia generalizada que existe en la sociedad acerca de la presunción de inocencia. Insisto en que la imagen que pretendo hoy dar en mi artículo no es de defensa férrea a la Infanta, pero sí que no entiendo cómo puede haber personas que pese a entender su alto grado de indignación no dejen expresarse delante de los jueces a quienes son citados a declarar en condición de imputados. España es un Estado de Derecho y eso significa que son los tribunales quienes aplicando la ley y la justicia evitaran la muerte de la democracia, pero hay quienes piensan que son las encuestas o las multitudes aglutinadas en calles quienes tienen la potestad de condenar a personas que hasta que no lo diga un juez son inocentes.

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