Ciertamente, frente al pensamiento mágico que es más primitivo la enseñanza debe potenciar adecuadamente la actitud crítica, reflexiva y analítica. Sin que esto suponga que la imaginación no tenga una función extraordinariamente útil y positiva en el campo educativo y formativo. Actualmente, el conocimiento cada vez mayor y más profundo de los procesos neuronales hace posible la diferenciación de distintos tipos de pensamiento: crítico y analítico en contraposición al mágico y mítico. Además, es evidente que el conocimiento del funcionamiento de las áreas cerebrales, y de sus funciones cognitivas está proporcionando respuestas cada vez más precisas y detalladas que pueden ser aplicadas al ámbito educativo por los neurocientíficos, y también por los expertos en neuroética.
Aunque, parece que existe una tendencia a creer que la memorización es algo absolutamente negativo en sí mismo. Conviene recordar que las funciones mentales están muy conectadas entre sí. Por tanto, la capacidad de entender o el entendimiento y la imaginación y la memoria no son potencias aisladas, sino que se interconexionan constantemente en el ejercicio teórico y práctico de la inteligencia. En consecuencia, la separación artificial entre entender y usar la memoria es, en cierto sentido, más bien especulativa. Ya que la actividad intelectiva siempre está usando la capacidad o el depósito de memoria a largo plazo, o la memoria de trabajo, o la de corto plazo.
La reflexión se sirve del análisis y la crítica para meditar sobre los hechos de la realidad lo que, indudablemente, mejora la comprensión de lo observado, y una valoración más precisa, y juiciosa o razonada de lo fáctico. Y es que el pensamiento científico es una de las bases de la actitud racional que ordena, clasifica, compara, etc. Aunque el pensamiento convergente no es creativo es el más habitual. Pero es necesario un desarrollo más eficiente y efectivo de la reflexión divergente o creativo.
Incuestionablemente, la creatividad es un proceso que puede parecer explicable de un modo simple, pero no es el caso. Porque intervienen múltiples elementos y factores que complejizan la explicitación de la producción de las creaciones como constructos cerebrales. El gran valor de las invenciones y los descubrimientos en las diversas ciencias, y la creación de obras escritas y artísticas ponen de relieve la trascendencia del pensamiento creativo, desde la perspectiva del conocimiento.
Existen diversas técnicas y estrategias para la potenciación de la creatividad. Es muy conocida la denominada tormenta de ideas. En cualquier caso, lo que promueven estos procedimientos es que surjan numerosas ideas nuevas y originales de modo espontáneo. Además, como resultado de investigaciones neuronales se sabe que los procesos inconscientes más poderosos están trabajando en la posible solución de la cuestión o el problema, si el estudiante o investigador está muy motivado, o pone mucho interés en el desarrollo de su tarea intelectual. Es cierto, como nos indica la neurociencia, que participan distintas redes neuronales en la actividad creativa de la mente que en el pensamiento crítico y analítico.
En realidad, la reflexión asociativa es el fundamento para el logro de soluciones a muy diversos problemas de modo creativo. En este sentido, la originalidad está en buena parte causada por la curiosidad que es una especie de resorte facilitador de nuevas ideas. Porque la combinación imaginativa de hipótesis, y planteamientos muy diversos proporciona la base para el desarrollo potencial de la dinámica creativa. Considero que la actividad lectora es el procedimiento más eficaz, a mi juicio, para mejorar extraordinariamente la capacidad comprensiva, el juicio, la argumentación y, por supuesto, la creatividad.
La denominada curiosidad perceptual diversificada, y la curiosidad epistémico-específica son esenciales para una mejora sustancial del aprendizaje, y de la calidad de la educación. La estimulación producida por cosas nuevas que son percibidas por los seres humanos es una fuente de activación de áreas cerebrales de la recompensa, del aprendizaje, y de la memoria explícita. Por otra parte, la curiosidad epistémica se origina, fundamentalmente, por la presencia de rasgos de incertidumbre que el individuo quiere superar a través de la búsqueda de datos y conocimientos concretos.
De hecho, la curiosidad espontánea es uno de los principios que, en mi opinión, es más decisivo de cara a la construcción de una actitud creativa, tanto en el ámbito formativo o educativo, como en el laboral, etc. Si la conducta se orienta de modo casi automático a la exploración de lo nuevo, extraño o misterioso se puede decir que es la expresión de una actitud cognitiva constructiva y creativa. Otra disposición o rasgo de carácter que muestra de forma clara una actitud curiosa ante la realidad es el deseo de saber más acerca de muchas cuestiones. También la búsqueda de nuevas experiencias es otra manera de exploración de la realidad que manifiesta, inequívocamente, una curiosidad espontánea que suele impulsar el desarrollo de un pensamiento creativo. Por último, la insistencia y tenacidad en el descubrimiento del entorno y en la observación de la realidad empírica es una muestra más de un interés espontáneo por saber más que, generalmente, potencia la actitud crítica, analítica y creativa.
Existen estrategias pedagógicas que estimulan la curiosidad en los estudiantes: comenzar la clase con algo que resulte nuevo o chocante, interrogar sobre problemas cotidianos, fomentar un diálogo respetuoso y comprensivo, argumentar con coherencia, potenciar el autoaprendizaje, orientar el proceso de enseñanza, etc. El aumento del nivel de curiosidad incrementa también el deseo de aprender y potencia la motivación, y la perseverancia en el esfuerzo por saber. Todo esto produce, a mi juicio, una neuroeducación mucho más creativa en todos los niveles de formación.
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