Estamos en un momento en el que los nuevos libros aparecen como una floración de la primavera, y es que las ferias que se celebran permiten a los lectores conseguir la dedicatoria de algunos autores de su preferencia. Quienes ocupan los primeros puestos en las listas publicitarias de libros más vendidos, o tienen el respaldo de grandes editoriales, se desplazan de una ciudad a otra en busca de lectores, quienes a su vez aspiran a la distinción de que, en las primeras páginas del libro, figure su nombre con la firma y rúbrica del autor. Estas son las que yo llamo dedicatorias pasivas, puesto que, en la mayoría de los casos, el autor no conoce al lector que acude a la firma. Pero existen también las dedicatorias activas, y denomino así a las que los autores estampan impresas en los propios libros, bien sea al comienzo o a lo largo de los diferentes capítulos o relatos. Luego está el tema de que en el traspaso de negocios, las librerías se estancan, y no es una broma. ¿No es la librería una necesidad de mercado? Creo que si algo necesita la persona, son libros. Sin librerías no se abre la puerta a la esperanza de la cultura, de la formación y del conocimiento. ¿Es éste el mundo que deseamos? ¿Es ésta la sociedad del progreso? Historia, teatro, valores educativos, religión, narrativa, poesía, filosofía... se encuentran en las librerías. ¡Un país con escasez de librerías deja mucho que desear!
|