Recuperar la memoria de un pueblo, es dignificar su historia y al mismo tiempo construir con ese gesto los pilares fundamentales en los que sustentar la construcción y el desarrollo de la democracia plena, esa que necesita de la coherencia, la dignidad y la valentía decidida de aquellas personas que están dispuestas a sacrificar su interés personal a favor del interés general en la conquista de la libertad, la igualdad y la justicia social.
Y es que, estos valores supremos de la democracia constituyen como diría la añorada Rosario Valpuesta Derechos de Conquista, esos que han sido ganados por la reivindicación histórica de generaciones anteriores y que deben de ser mantenidos con la defensa y la entrega decidida de quienes nacidos al abrigo de la constitución de 1978 debemos decir basta ante quienes enarbolando la bandera del discurso reformista desde posicionamientos conservadores buscan recortar o erosionar esos valores supremos , derechos fundamentales como los de la sanidad y la educación pública , que hoy son puestos en jaque de manera reiterada desde el gobierno del PP.
La Educación es como decía el ya desaparecido premio Nobel Nelson Mandela el arma más poderosa para transformar el mundo. Y fue ese pensamiento, el que impulso a la segunda república a hacer de la educación pública y laica la piedra angular de la construcción de una nueva sociedad en España, una sociedad de igualdad y desarrollo al alcance de todas las personas , con independencia de su origen familiar . Una educación que respondía a un modelo de enseñanza moderna e innovadora que buscaba el avance de un país , el nuestro pero que por desgracia se vería condenado de nuevo al vagón de enganche de Europa como consecuencia de un golpe militar que nos llevaría a una guerra civil y la posterior dictadura franquista.
Y fue aquí, en este ámbito de lucha decidida por la educación pública, por el progreso de la sociedad y por la defensa de las libertades en el que las maestras de la república dieron un ejemplo de coraje y valentía en la construcción de esa nueva España. Un país, que vio como desde el advenimiento de La Segunda República fueron las maestras quienes con un esfuerzo inusitado y enfrentándose a todos los condicionamientos de un país machista y en algunos casos misógeno dieron un ejemplo claro de compromiso en la defensa de la educación, de una educación pública y abierta, plural y en igualdad. Mujeres estas, que serían posteriormente represaliadas, condenadas a la ignominia y en muchos casos fusiladas en juicios sumarísimos sin garantías por el único delito de defender la legalidad vigente y querer construir un mundo mejor.
Las Maestras Repúblicas fueron durante mucho tiempo olvidadas, ocultadas en ese exilio interior del que hablada mi querida amiga Dulce Chacon a la luz de quienes venimos después, una oscuridad que gracias al trabajo de la FETE UGT hoy ya no es tal y que nos permite recordar su historia y conocer su compromiso.
Hoy, cuando de nuevo nuestra educación pública esta en riesgo ejemplos como el de estas mujeres hacen que quienes nacidos al calor de la democracia entendamos que el mejor homenaje a ellas no es sólo recordarlas sino seguir peleando por lo que ellas dieron su vida, por una educación pública y de calidad.
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