Si ellos me ven desde un rascacielos, yo estaré disimulando bien. Y ya amigos, subo y subo y el escultor perece, subo y subo y un día seré basura. Subo, pero no para estar con ellos, subo dentro de mi cuerpo porque me pongo bien, gano deseos de vivir, salud y es todo un misterio que me cuesta entender. No se darán cuenta, no sabrán pues son la oscuridad total, desconocen que “el día que he nacido yo, crecieron todas las maravillosas flores”.
Ignoran que algún día saldré corriendo como el gato Lukas Chughaing y treparé por los árboles moviéndome entre sus ramas. Me alejaré para siempre, no sabrán que soy “la fiera”, “la insensata”, “la violenta”, “la mala cristiana cenicienta”, “la que odia las cruces pero convive con una en su cadena desde que era pequeña”, tampoco me gustan las misas aunque sean cantadas y siento amor por la virgen siendo este un sentimiento que circulará por mi sangre hasta la muerte.
No soy santa, no soy dulce, no soy frágil tampoco. No me rompo, no me apago, no me hundo, no es no.
No me vencen las palabras, pero no me gusta que me tiren ni me empujen.
Soy confusión, ignorancia, ciencia cierta y ¿tolerancia?.
No sé bien lo que soy, pero el respeto debe ser universal, la igualdad debe demostrarse y lo ético, aplicarse. Sí, sí, sí a la importante presencia de las palabras que prometen.
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