Este año ha sido bisiesto, el mes de febrero ha tenido 29 días. Seguramente que todo el mundo sabe esto, pero quizás sea bueno recordar algunas cosas, como por ejemplo que sea febrero el que tiene 28 días y cada cuatro años 29.
Todos tenemos claro que febrero es el segundo mes del año pero no siempre fue así. Realmente el mes de febrero era el último del año del calendario juliano que hemos heredado, como podemos comprobar cuando nombramos los meses septiembre, octubre, noviembre y diciembre, que para los romanos eran el séptimo, el octavo, el noveno y el décimo.
Los meses de enero y febrero eran respectivamente los meses once y doce.
Los nombres de todos los meses del año los hemos recibido del imperio romano, que de alguna manera sigue presente entre nosotros. El mes de enero recibió su nombre por el dios Jano que se representaba con dos caras, como si mirara hacia atrás y hacia adelante, febrero tomó su nombre de unas fiestas de purificación que llamaban februa y se celebraban el último mes del año, que volvía a comenzar en marzo, la primavera, cuando se iniciaban las campañas de guerra o expansión del imperio y estaba dedicado a Marte dios de la guerra.
El mes de abril parece que toma su nombre de que en él se abren las flores y la tierra aunque otros dicen que está relacionada con la diosa Afrodita. El mes de mayo guarda relación con alguna ninfa. El de junio quizás se llame así en honor de la diosa Juno.
El mes de Julio, que inicialmente se llamaba quintilis, quinto mes, fue dedicado a Julio César; agosto tomó su nombre del emperador Octavio Augusto; septiembre, octubre, noviembre y diciembre, como antes dijimos serían los meses siete al décimo del calendario romano.
Cuando se comprobó que el año, tarda en dar una vuelta al sol 365 días, 6 horas y 9 minutos, acordaron añadir cada cuatro años un día más al último mes del año.. Son los años bisiestos que son todos aquellos que son divisibles por cuatro, por tanto el 2020 lo ha sido.
Los nueve minutos que no se tuvieron en cuenta fueron detectados por la Iglesia como un error acumulativo que desviaba el cómputo para la fiesta de Pascua, primera luna llena de primavera. El Concilio de Trento rectificó el desfase de 11 días y determinó que los años seculares solo fueran bisiestos si eran divisibles por 400. Se derogaba el calendario juliano por el gregoriano que seguimos utilizando.
Fue nuestro rey Felipe II, que entonces mandaba en casi todo el mundo, el que ordenó que, cumpliendo la orden de Trento, del 4 de octubre de 1582 se pasara al día 15.
Por supuesto que otras religiones siguieron y siguen con sus propios cómputos e incluso dentro de la cristiana, no fue aceptado por las Iglesias ortodoxas. En Inglaterra, protestante, fue en el siglo XIX cuando la reina Victoria dispuso el cambio del calendario, aunque mucha gente protestó en Londres diciendo que preferían estar en desacuerdo con el sol que de acuerdo con el Papa y otros reclamaban que se les devolvieran los once días. Otra curiosidad es que Santa Teresa de Jesús murió en la noche del 4 al 15 de octubre de aquel año 1582.
Hay por supuesto los que hablan de que los días 29 de febrero traen mala suerte, cosa que en la que no creo, pero alguien me apunta que ese día es el cumpleaños de nuestro actual Presidente de gobierno…
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