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El Frente Polisario y su causa del “Sahara Occidental” hacen el ridículo en Latinoamérica

A pesar de sus esfuerzos por instalar falsedades, los separatistas que buscan mutilar a Marruecos hacen el ridículo en América Latina
Luis Agüero Wagner
miércoles, 1 de octubre de 2014, 08:37 h (CET)
La posición de Marruecos fue siempre apetecida. Lo demostró ya el Imperio Romano, que la ocupó y dio el nombre de Mauritania Tingitana, y al que siguieron visigodos, bizantinos, árabes, españoles, ingleses y franceses. De allí habían venido a poblar la península los íberos que encontró Julio César en tiempos de la expansión del Imperio romano, de allí que los constructores de la Alhambra sean abuelos de los españoles actuales y también de los actuales marroquíes.

Relata el geógrafo francés Gautier, que hasta no hace mucho y quizá todavía, las familias andaluzas de Marruecos conservaban preciosamente guardadas las llaves de la casa ancestral en Sevilla y Granada. Es el territorio donde se refugió la élite del Islam Occidental luego de abandonar España. Al refugiarse en Marruecos luego de abandonar España, el Islam occidental le dotó de alma, esparciendo trozos de Andalucía. Absurdo sería reclamarles certificado de hispanidad.

¿Cuál es el motivo que separa a Latinoamérica de esta posición tan preciada en la geopolítica mundial? Daría risa si no fuera tan trágico: un grupo de nómadas financiados por Argelia, triste resabio de la odiosa guerra fría, que dicen ser “dueños ancestrales” del Sahara Occidental.

El líder de estos comediantes, que vive como un príncipe oriental, ha sido denunciado por atroces violaciones de los derechos humanos en Tinduf. Es él quien acapara para su propio provecho las enormes sumas de ayuda internacional que su pueblo jamás ve.

Pero como no hay mal que dure cien años, sus atrocidades han empezado a ver la luz en España. El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz escuchó recientemente a dos víctimas del Frente Polisario, Saadani Malainine y Dahi Aguai, presidente de la Asociación de los Desaparecidos del Polisario, así como otros testigos que interpusieron una querella hace seis años contra los dirigentes de esta organización que sigue amenazando con más violencia.

A estos acusados de cometer genocidio contra su propio pueblo solo para montar una farsa en propio beneficio, es a quienes inútilmente siguen creyendo algunos gobiernos, haciendo que sus compatriotas pierdan mucho más que lo que reciben, con un conflicto en el que ganan muy pocos y demasiado lejos. Lògicamente, entre los que ganan se encuentran un puñado de activistas de ONG que se eligen a sí mismos y con tan débil respaldo popular usurpan la representatividad de los pueblos para lucrar con las tragedias humanas. En Latinoamérica son bien conocidos por invocar causas altruistas para embolsar fuertes sumas en ayuda internacional.

Las proclamas inflamadas que la prensa militante “saharaui” difunde ruidosamente, afirmando que los gobiernos latinoaméricanos apoyan al Frente Polisario, raras veces han ido más allá de la retórica. Su más fanatizado aliado, el aislado gobierno de Cuba, carece de proyección internacional y coherencia para contagiar a la región de su entusiasmo por la causa del Polisario. Para esclarecer su falta de coherencia, basta saber que con su apoyo al separatismo saharaui defienden la misma causa que Frank Ruddy, quien fuera alto funcionario de USAID –a la que los cubanos siempre acusan de injerencia- y embajador nada menos que de Ronald Reagan, así como preclaro referente de la ultraderecha del partido republicano de EEUU.

En la Venezuela bolivariana, a la que el Polisario gusta presentar en los papeles como aliada suya, la empresa Tripoliven procesa alrededor de 100.000 toneladas de roca fosfática al año, en su mayoría comprada a Marruecos –incluyendo la de procedencia saharaui- para suministrarla a la industria de detergentes del país. Para mayor humillación del Polisario, el fosfato del Sáhara Occidental también llega a Sudamérica a nombre de una empresa de capital estatal venezolano. Se trata de Monómeros, la única empresa filial en la que participa Pequiven, con sede fuera del territorio venezolano, creada para promover productos químicos básicos e intermedios a la industria manufacturera y fertilizantes para el agro.

Ninguno de los tres países sudamericanos más importantes para el comercio mundial: Ni Argentina, ni Brasil ni Chile, se han pronunciado a favor de la causa que defiende el Polisario. Y no resulta sorprendente, por lo tanto, que sea justamente en Argentina y Brasil, donde la empresa nacional de fosfato de Marruecos (OCP).marroquí mantiene sus principales oficinas en la región. Vale decir, aunque el Polisario se jacta de haber aislado a Marruecos, en América Latina su causa es olímpicamente ignorada en la práctica.

Para el MERCOSUR, definitivamente, es la hora de abandonar la retórica y pensar en Marruecos....La llave del estrecho de Gibraltar; el camino de las Canarias, las colonias y la hispanidad americana; el camino a los dos mundos entrelazados de los árabes y el Islam; la España genuina disfrazada con turbante. Un pedazo de Latinoamérica en África.

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