¿Para qué dejar talentos ayudándome a luchar?, parque de sombras, prudencia, dejarlo a capricho, el frágil cristal, a mí misma. ¿Para qué dejar mis obras, falsos besos?. ¿Para qué dejar silencios en la almohada?, ¿para qué dejarme a mí?... ¿Para qué dejar tormentos cenicientos, pobres dones... para qué dejarlo así?. ¿Para qué dejar sombría la esperanza de tenerte?, ¿para qué sobresalientes, lunas, cartas en blanco brillante, ases de bastos y copas y cestas de atún con arroz?, si yo...
¿Para qué dejar trabajos, falsos besos que como sueños son?, de inquietud, despiertos si los dos, tú y yo nos amamos como el sol, la luna de amarilla esencia, como el cometa de cristales que se mueve, como el resplandor un, dos, tres de un anillo de colores, de una empresa de golosinas y en la empresa esa cosa... gominota, ¿puedo verte?, no, no estás ni estarás, estás lejos, distante. Talentos no hay, no tengo, no tienes, ¿cómo pintar, cómo inventar?. ¿Para qué las herencias si sólo tú, sólo yo?, todo quedará al dominio del amado público. Yo en usted, solos los dos.
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