Sí señores, como estaba anunciado y nada que no se pudiera esperar, conociendo al señor Pablo Iglesias y su forma de actuar, y teniendo en cuenta que el señor presidente, Pedro Sánchez, siempre actúa, no por una reflexión meditada o por los intereses de España y de los españoles, sino que improvisando, intuyendo, reaccionando primariamente ante un obstáculo que surja y, en la mayoría de ocasiones, guiado por su instinto de supervivencia, que es el que le ha guiado a través de toda su carrera política.
Ya se veía venir desde hace tiempo y quedó confirmado, cuando en las elecciones del pasado mes de noviembre de 1959l, apenas conocidos los resultados de las votaciones de unos comicios que dejaron un panorama político, basado en la atomización del voto de los ciudadanos, que comprometía el conseguir una mayoría suficiente para poder formar gobierno y, ante semejante panorama, el señor Pedro Sánchez no dudo un instante en echarse en los brazos del líder de Podemos, señor Pablo Iglesias, un político que, pese a los resultados adversos obtenido por la formación que él lidera, encontró el bálsamo curativo de sus males cuando, inesperadamente, se vio ensalzado a las más altas instancias al recibir el “placer”, para formar parte del gobierno de Pedro Sánchez quien, apenas unos días antes, declaraba que nunca llegaría a formar tándem con Iglesias, al que consideraba como un peligro para sus descansos nocturnos. Evidentemente que Sánchez ni siquiera tuvo que pagar las treinta monedas para vender España al comunismo, como recibió Judas Iscariote para vender a Cristo, porque la persona a la que escogió para conseguir el poder, estaba tan ansiosa de formar parte del Gobierno que, poco le faltó para arrodillarse ante su “benefactor” para besarle los pies, por haberle salvado de la repulsa que, seguramente, hubiera recibido de sus propios compadres comunistas bolivarianos por el fracaso electoral.
Pero ya se sabe que no hay nada peor que darle mando a un ambicioso sin escrúpulos y convencido de que nació para salvar al mundo de las “garra” del capitalismo que, cuando lo juzga un comunista, es lo peor que le puede suceder a un país. Claro que las mayores miserias, situaciones de pobreza, inanición, opresión sobre los ciudadanos y privación de sus derechos, históricamente siempre se han dado en aquellas naciones sobre las cuales se ha instalado el yugo del comunismo estalinista y no, precisamente, han sido consecuencia de aquellas naciones en las que se ha dado, libertad a sus ciudadanos para trabajar, comerciar, ejercer libremente su albedrío, tener un gobierno democrático y, por encima de todo, sometido a la voluntad de los ciudadanos y no viceversa. Seguramente, y esto sucede frecuentemente a los ilusos que se creen superdotados, que desprecian la inteligencia de los demás o que valoran tanto su inteligencia, que son incapaces de pensar que alguien pueda igualarlos o superarlos.
Y aquí tenemos el caso del señor Sánchez, el presidente del gobierno de la nación española, un personaje de poca entidad personal, de una gran egolatría, especialmente dotado para mentir, rectificar, engañar, manipular y actuar con una gran malicia cuando se trata de perjudicar a sus adversarios políticos, a los que él, en su fuero interno, tiene como enemigos a los que hay que eliminar, utilizando los medios que fueren, sean legales, ilegales, éticos o deshonestos pues, para este personaje que nos gobierna, el fin justifica los medios si es que, con ellos, se obtienen los resultados apetecidos. Claro que, cuando no se reconocen las limitaciones y se sobrevaloran los méritos, suele suceder que, en muchas ocasiones, al creerse que se domina la situación y que se disponen de los medios para controlar a aquellas personas que, potencialmente, están en condiciones de sobrepasarse en las atribuciones que se les han concedido; puede suceder que, como dice Platón: “El que no desee ser engañado, procure no engañar” , pretendiendo tener el control de la situación resulte que, el que lo tenga de verdad sea aquel a quien se crea dirigir. Bien, pues este señor Iglesias, vicepresidente segundo del gobierno, no se ha cortado en absoluto afirmando que la firma del documento por los tres partidos que lo han hecho, garantizaba que la reforma laboral que llevó a cabo el PP, vaya a ser derogada “en su totalidad” y así, con toda la cara y sin que tenga la decencia de haber consultado a los agentes sociales que debieran conocerlo de antemano, se han encontrado ante el anuncio de un hecho consumado. Una muestra de lo que nos espera en manos de este nuevo Frente Popular, que parece que el señor Iglesias ya da por instaurado.
Y hoy precisamente, hemos tenido noticia de que el PSOE, Podemos y Bildu han firmado un documento, prescindiendo del resto de partidos, en el que se comprometen a abolir íntegramente la reforma laboral de Rajoy que, como de todos es sabido, se llevó a cabo, a instancias de la UE, como condición para poder conceder a las Cajas en dificultades cuarenta mil millones de euros para evitar el desmoronamiento del sistema financiero español. Aparte de que esta reforma ha sido la base de la recuperación de la nación, de la disminución durante los últimos años (no los dos en los que el PSOE ha estado gobernando) de una parte importante del desempleo y del resurgimiento de muchas empresas que pudieron adecuar sus plantillas a sus necesidades, lo que les ha permitido resurgir y ser competitivas en la actualidad. Y, cuando hablamos de actualidad, no nos referimos, por supuesto, a lo que el señor Sánchez, califica como “nueva actualidad” que, lejos de lo que él quiere dar a entender como una nueva situación económica, social y financiera mejor, más justa, más favorable a la economía de los españoles y beneficiosa para toda España; lo que los expertos de todo el mundo pronostican y, especialmente, para el caso de nuestra nación, es que nos esperan años de grandes problemas, de apretarse los cinturones, de numerosos percances en el sector industrial ( se habla de la posibilidad de que más de 300.000 empresas se vean obligadas a abandonar su actividad) y de un retroceso doloroso en el nivel de vida de los españoles.
Por lo visto se trata de darles más protagonismo a los sindicatos (aquellos que fueron precisamente los que llevaron a muchas empresas a tener que cerrar); a volver a darles preferencia a los convenios sectoriales o nacionales por encima de los de empresa ( algo que puede llegar a provocar que muchas pequeñas empresas no puedan seguir el ritmo de las grandes multinacionales, al no disponer de los medios ni la potencia económica que les permite a éstas pagar salarios más elevados y disponer de ayudas sociales para sus trabajadores, que están lejos de poder ser asumidas por las industrias o comercios más pequeños y con menos personal. Pero, seguramente, lo que más va a perjudicar a los empresarios será que, las facilidades para adaptar las plantillas a la situación económica de las empresas, para evitar el tener que cerrarlas, van a desaparecer para regresar a una situación anterior en la que las dificultades legales para poder regular la plantilla obligaban a muchas empresas a tener que dejar la actividad.
Pero tenemos que comentar un hecho que, si no fuera porque ya estamos curados de espantos y nos hemos acostumbrado a que, cada día, pase algo nuevo de que admirarnos, algo incomprensible que suceda en una nación civilizada, como es la nuestra, y en esta ocasión a cargo de un señor que, por lo visto, nos ha estado tomando el pelo a todos los españoles, presentándose como un científico encargado de trasmitir al pueblo las noticias del coronavirus, las precauciones que eran necesarias aplicar, las incidencias relativas a la propagación del virus y las muertes producidas por sus efectos. El señor Fernando Simón, máximo responsable del aspecto sanitario y supuestamente una autoridad en la materia, ha declarado públicamente que cuando, durante las primeras etapas del Covid 19 en España, se manifestaba como poco partidario de que el pueblo llevase mascarillas protectoras para evitar el contagio, no es que fuera cierto sino que, como ha reconocido, lo que sucedía era que en España no había suficientes mascarillas para que toda la ciudadanía pudiera protegerse contra el virus mediante su uso. ¿Qué dirían de ello Hipócrates y los demás grande científicos y médicos que le sucedieron? ¿Es posible que un representante del Gobierno pueda cometer un engaño semejante, cuando el Estado se muestra incapaz de enfrentarse a una pandemia mortal por carecer de los medios más elementales para proteger a sus ciudadanos?
¿Cómo es posible que este Gobierno pida lealtad a los ciudadanos, a los partidos políticos y a la nación entera, cuando ha basado toda su estrategia contra el coronavirus en una gran falsedad, una felonía inadmisible que debiera de comportar la dimisión inmediata del señor Simón, del ministro de Sanidad, señor Illa y de todos aquellos que han sido cómplices de este engaño colectivo, perpetrado en perjuicio de la ciudadanía?
O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, no podemos evitar que, a medida que trascurren los meses, que estos señores que nos gobiernan van perdiendo el miedo a la reacción ciudadana y que la parte más extrema de la izquierda, representada por el señor Iglesias y todos aquellos que le apoyan, parece que cada día va adquiriendo más protagonismo y que su influencia en el Gobierno se hace más evidente, mientras que los ministros que parecen más sensatos, menos extremistas y más razonables da la sensación de que van perdiendo la batalla para evitar que, finalmente, se imponga un nuevo Frente Popular que, como todos sabemos, fue el que tomó el mando de la nación una vez que los resultados de las elecciones de febrero de 1936 culminaron con el caos ciudadano que llevó a la sublevación del día 18 de julio. No sabemos si la paciencia de aquellos españoles, que no comparten las ideas bolcheviques de Podemos, estarán dispuestos a seguir aguantando pacíficamente y sin protestar, que lo que resta de la España tradicional, democrática y, por supuesto, amiga del orden y la paz, acabe en manos de los representantes en España del señor Maduro de la república venezolana. Y es que aquí, por lo que se ve, ya no quedará más que el “argumentum baculium”. Por desgracia parece ser el único medio de que, esta gentuza, entre en razón.
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