La fecha de San Juan marca un hito luctuoso en la historia del tango argentino. Porque un 24 de junio de 1935 calló para siempre la voz insuperable del máximo intérprete del tango-canción. El aeródromo de “Olaya Herrera”, en Medellín (Colombia) fue testigo de la espantosa catástrofe que costó la vida al artista inimitable, al divo de la canción porteña que hizo vibrar de entusiasmo a las multitudes con su Buenos Aires querido , Caminito o su Tomo y obligo. Y con tantas otras composiciones como encierra el repertorio extenso de su cancionero criollo.
Mucho se ha hablado y se ha escrito sobre Carlos Gardel. De su arte incomparable, todavía no superado por nadie. Pues, hasta ahora, sólo ha tenido imitadores. Y algunos muy buenos, por cierto. Pero su trono como rey del tango continúa vacante al cabo del tiempo que media desde su trágica desaparición. Y es posible que lo esté por muchos años, acaso para siempre. Y es que, sin lugar a dudas, Gardel fue un superdotado de la canción, un fuera de serie y único en el género que cultivó.
En Buenos Aires se le recuerda con cariño, respeto y devoción. Mejor dicho, se le idolatra. Y hasta en los “colectivos” o autobuses de línea aún pueden verse sus fotografías, como prueba de la admiración que se siente por él. De la misma manera, en su mausoleo del cementerio de la Chacarita nunca faltan flores del tiempo. Lo que evidencia que su recuerdo permanece vivo entre los argentinos.
De este genial cantante existen numerosas opiniones que avalan su indiscutible calidad de artista. Carlos Acuña, el que mejor imitaba al “zorzal criollo” decía que cuando cantaba lo hacía con permiso de Gardel. Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura, manifestó: “Son los hombres, (Gardel y Razzano) que me han hecho pasar mis mejores ratos en la Argentina, oyendo sus canciones”. José Ortega y Gasset, dijo: “Este muchacho pinta el dolor callado de la madre que sufre, con emoción tal, que conmueve de verdad”.
De igual modo, el torero Ignacio Sánchez Mejías, lo definía así: “Carlos no echa el jipío pa el lucimiento na más, sino que se lo clava a uno en el alma”. “La radio expandió en el aire de Norteamérica la voz de Carlos Gardel, y todos los Estados de la nación se impregnaron del alma criolla”, afirmó J. Álvarez Esteban. Otra afirmación rotunda de Luis Mira Izquierdo: “Con la muerte de Carlos Gardel el tango perdió a su mejor intérprete”.
Opiniones muy certeras, más bien exactas, que definen por igual la enorme personalidad artística del mejor cantor que tuvo el Plata. Juicios de personas que le conocieron de cerca, y a través de las cuales puede deducirse lo que fue y representó el inolvidable Carlos Gardel para la canción porteña.
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