La margarita no cedió
el polen, funerario, no cedió
la pata del tauro se mantuvo hincada, en lo alto sintiendo el viento
margarita azul del mar giró desde la ira de las camas de los solos y de mi madre en el viento aturdida de no verme mamá
Y fue un acto justo hermana. Sin posibilidad de respuesta Sol mío en mi día.
Siglos, temporadas sin fin de arrastrar las carroza del rey su montaña su pelo de espectro.
Zafiros, faralaes, mortajas aventadas bajo la tierra
y mortadas aventadas sobre el circo
fajados correajes sobre Equiano hechos con las pieles
de otros animales
la bota con la espuela en la noche, tú las miraste las estrellas, eran espuelas, qué poco supiste, mi mejor amigo
de los carros animales
y de las casas grisecitas calladas con gente...
¿Qué creías, oh tirano y mortal rey,
que los hijos de las montañas no se comunican?
Del felino al infante, a hocico a hocico,
de establos a los establos,
cascos golpeando el suelo
Fue largamente planeado:
Día de la hispanidad
El rey juan carlos I de África mueve la manita atún suflé pan negro
Y
Te aplaude la turba, traje pardo profundo y decenas de insignias
El firmamento se levantó sobre sus patas de atrás
pifiando nubes oscurecidas sucias,
vientos enérgicos oé
que hicieron volcar las carrozas caer militares y pipas Missouri Hole
Oh Cielo tú sólo eras un caballo libre azul junto con ellos!
Corrían, crines larguísimas subiendo y bajando lentamente,
como en un film de terror
Los lobos perros liberados
Se detuvo el Himno
Se detuvo el mar, sus olas, aguantando la respiración
Rey, fantoche, corría, cayéndosele la corona,
pateada por el primer caballo
que le llegó,
Azabache
brillaba su lomo ya libre
como la alegría y la muerte.
Pronto decenas de caballos pasando
por encima del cuerpo del
ciudadano rico que se creyó algo,
sólo eran despojos su cuerpo
en el asfalto nuevo de la gran avenida
de la celebración
Sonaron todos los disparos
Caballos blancos con largas colas y crines fueron cayendo
muertos
Tono tierra
muchos
caballos
Tono del mar
ya sin vida
cubriendo con sus onerosos cuerpos,
en montaña,
al rey.
Ay, mamá, era real y pasaba. Y era lo Justo.
El cielo azul Inmenso volvió a alzarse
relinchó como un trueno
que oscureció la altura y llovió a cántaros
Los caballos finados, al agua, empezaron a levantarse
De amarillos a ramas verdes
y huyeron a una de allí
por entre calles
casas habitaciones
camas tumbas épocas voces muros mundos abiertos
farsas verdades Hasta su torno en el campo el río la hoja amarilla.
Madre, eso pasó exactamente como te cuento
Entonces fue cuando tú me pariste
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