La buena suerte es, según su autora, «un rompecabezas, un juego de enigmas que el lector tiene que ir resolviendo». La novela comienza dentro del vagón de un tren y, en él, se dirige nuestra atención hacia uno de los pasajeros, el único que no ha levantado la vista de su portátil durante todo el trayecto. Solo lo hace al pasar por Pozonegro, un pueblo de mala muerte que muestra, a través del cristal, un sucio y viejo edificio con un cartel de «Se vende». Ese cartel determinará el destino de uno de los protagonistas de la historia.
¿Qué impulsa a un hombre a bajarse anticipadamente de un tren camino de Málaga y ocultarse en un pueblo de mala muerte? ¿Quiere recomenzar su vida o pretende quizá acabar con ella? Es alto y delgado, de unos cincuenta años, ropa elegante y cara: este individuo es un misterio. Huye de alguien, o de algo, o incluso de sí mismo, y el destino le ha traído a Pozonegro, un antiguo centro hullero que ahora agoniza tras el cierre de la gigantesca mina La Titana. Pasan los trenes por delante de la ventana del precario refugio de ese hombre en el pueblo maldito, trenes que pueden ser salvación o condena, mientras los perseguidores van estrechando el cerco. La perdición parece estar más próxima cada día. Pero este hombre también conoce gente en Pozonegro. La adolescente gótica llena de piercings. Felipe, el antiguo minero. El turbio Benito. Y, sobre todo, Raluca, la luminosa, incompleta y algo chiflada Raluca, que pinta cuadros de caballos y tiene un secreto. Todos arrastran algún secreto en Pozonegro, algunos más oscuros y peligrosos que otros. Y algunos simplemente ridículos. También hay humor en este pueblo triste, porque la vida tiene mucho de comedia. Y gente que finge ser quien no es, o que oculta lo que planea. Es el gran juego de las falsedades. Un mecanismo de intriga hipnotizante y tan preciso como un reloj va desvelando poco a poco, entre mentiras y verdades, el misterio de ese hombre, y al hacerlo nos muestra el interior de lo que todos somos, una radiografía exacta de los anhelos humanos. El miedo y la serenidad, la culpa y la redención, el odio y el deseo. Esta novela habla del Bien y del Mal, y de cómo, pese a todo, el Bien predomina. Es una historia de amor, de amor tierno y febril entre Raluca y el protagonista, pero también de amor por la vida. Porque después de cada derrota puede haber un nuevo comienzo, y porque la suerte sólo es buena si nosotros decidimos que lo sea.
La buena suerte es custodiada por algunas frases que determinan no solo el carácter de la obra sino, también, nuestro propio carácter hacia la obra y, con suerte, la misma que se encuentra en novela de Rosa Montero, hacia la vida. Estas frases son: «La alegría es un hábito» y «La suerte sólo es buena si decidimos que lo sea». Con razón nos advierte Rosa Montero de que esta obra, aunque trata temas duros, está llena de luz y guarda un regalo para nosotros.
La buena suerte de Rosa Montero ya se encuentra en todas las librerías del país y en las principales plataformas de libros desde el 27 de agosto de 2020. Con 328 páginas y bajo la edición de Alfaguara, nos deja en estos tiempos inciertos una gran historia sobre felicidad, redención, supervivencia, familia y, por supuesto, sobre la suerte.
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