Los pensamientos me invaden como cometas de arena, deseo que se terminen ya mis penas pero son fuertes aunque parezcan débiles, son mi memoria, mi tortura que no siente compasión de mí. Y yo las acepto. Quieren que caiga al abismo y me lastime, quieren que fracase de nuevo. Me estropean algunos días en que deseo sonreír y olvidarlas, pero sé... que todo tiene su fin y algún día tendrán que refugiarse en una habitación sin luz sin nadie a quien perseguir.
Me llenará la luz solar, luz que nunca se ha marchado permitiéndome resistir las inclemencias del tiempo, las noches sin estrellas y la locura.
Rodaré mi película con la luz del sol en la cara, única, verdadera, natural y sincera. Noble y buena compañera, la que me mantuvo en pie y me cantaba hermosas melodías, la que me permitió ver hermosos paisajes, la que me dejó disfrutar del quehacer diario en casa, con mis gatos, que cual terapeutas impidieron que tuviese que calmarme con insanas pastillas.
Y acabo aquí estas letras enfocadas a la esperanza de un día, poder rodar la película personal, con la historia que a cada uno le gustaría vivir.
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