John Connolly escribe una carta al diablo en estos términos: “Querido Satanás: Lamento profundamente tener que comunicarte nuestra decisión de relevarte del cargo de Archidemonio, príncipe de la Oscuridad, Rey del Abismo, etcétera, y despojarte de todos y cada uno de los títulos asociados a tu supuesta condición de fuente del mal supremo en el mundo…Podríamos continuar, pero no veo razón para avergonzarte más. Es cierto que el mundo se encuentra en una situación atroz, y que los motivos para el optimismo son pocos y muy dispersos, pero a la humanidad le ha tocado labrarse su propia ruina sin contar apenas con tu ayuda, o prescindiendo por completo de ella, una tarea que ha asumido con gusto. No podemos sino considerar que los retratos cinematográficos y literarios que te presentan como un personaje cuya malevolencia solo se ve superada por su astucia, son excesivamente aduladores y que en algún momento el dinero ha debido cambiar de manos. Estamos muy decepcionados contigo y la verdad, ya no te necesitamos más. Somos y siempre hemos sido lo suficientemente capaces de no cuidar de nosotros mismos, atentamente, John Connolly, alias el Nuevo Satanás”.
El autor de la carta a Satanás niega la existencia de este ser maligno y que la caótica situación en que se encuentra la sociedad es de nuestra exclusiva responsabilidad. Los hay que niegan el holocausto nazi y la existencia de los campos de exterminio. Existen negacionistas del coronavirus. Negarlo no significa que el primeo no existió y que el segundo no sea el causante de los estragos que hace en la sociedad. Negar la existencia del diablo no significa que no exista y que la causa que la sociedad se labre su propia ruina no quiere decir que satanás no tenga nada que ver en ello.
Jesús habla del diablo lo cual da fe de su existencia. Lo hace con estas palabras: En medio de una discusión con los judíos que presumían que Abraham era su padre, Jesús esclarece quien es el padre espiritual de sus oponentes. Les dice: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiros y padre de mentira” (Juan 8. 44).
¿Sabe el lector quien ha sido el primer mentiroso que ha existido en la Tierra? El diablo que cambió la verdad por la mentira. La verdad es esta: “Y mandó el Señor Dios al hombre diciendo: “De todo árbol del huerto podéis comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis, porque el día que de él comáis, ciertamente moriréis” (Génesis 2: 16,17). La primera mentira la proclamó el diablo cuando dijo a Eva: “¿Con que Dios os ha dicho no comáis de todo árbol del huerto?” La mujer comete el error de querer dialogar con el padre de la mentira. Eva dijo a la serpiente: “Del fruto de los árboles del huerto podemos comer, pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios. No comeréis. De él ni lo tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: “No moriréis, sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-5). El diablo cuando era un ángel de luz se llenó de orgullo y pretendió destronar a Dios. Perdió la guerra y fue expulsado del cielo. Siendo un vencido y convertido en el padre de la mentira se acerca a Eva y le insinúa que a ella y a Adán se les abrirán los y serán como Dios. El deseo inmoderado llena e l corazón de Eva. La mujer hasta aquel momento no se había fijado en el árbol del conocimiento el bien y del mal. Gracias a la insinuación de Satanás le pica la curiosidad: “Y vio que el árbol era bueno para comer y era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar sabiduría, y tomó de su fruto y lo comió, y dio también a su marido, el cual comió, así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y conocieron que estaban desnudos, entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (Génesis 3: 6,7). Nuestros primeros padres desobedecieron el mandato: “Someteos, pues a Dios, y resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4: 7). Adán como progenitor de toda la humanidad desobedeció a Dios y cayó preso en las garras del diablo. Alejado de Dios no tuvo fuerzas para resistir al diablo y fue atrapado en sus redes.
Su descendencia sigue haciendo lo mismo y es incapaz de desprenderse de los tentáculos del Maligno.
Adán y Eva se diesen cuenta de que iban desnudos porque habían muerto por sus delitos y pecados. En el acto no murieron físicamente. Adán vivió nueve cientos treinta años. Desde el mismo instante de la desobediencia llevaba inoculado el virus de la muerte que es el pecado. Espiritualmente también estaban muertos porque se rompió el vínculo con Dios. Sin Dios muerte integral: física y espiritual. Por reproducción somos concebidos muertos en ambos aspectos. Es necesario volver a nacer espiritualmente por la fe en Jesús para deshacer los efectos de la desobediencia de Adán.
El apóstol Pablo escribiendo a los cristianos en Corinto les dice: “si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto, en los cuales el dios de este siglo (Satanás) cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandézcala luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” (2 Corintios 4: 3,4).
Con John Connolly se puede negar la existencia de Satanás pero las consecuencias de lo que hizo en el paraíso son evidentes en el comportamiento humano en el día de hoy.
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