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Padrenuestro

Los momentos de retiro tienen que servir para dialogar con el Padre celestial
Octavi Pereña
lunes, 19 de octubre de 2020, 10:03 h (CET)

Francie Healey, socióloga y consejera de salud y bienestar afirma que durante toda su vida ha reflexionado sobre la soledad: “Recuerdo que cuando era una niña me sentía sola en mi mundo incluso en medio de mis familiares y amigos. Supongo que me sentía invisible e incomprendida”. Este sentimiento es general. Nadie se escapa del sentimiento de sentirse solo en medio de la gente. Se debe a la sencilla razón de que en lo más profundo del alma, que es en donde se forman los sentimientos, ningún ser humano, salvo Dios, tiene acceso. Es por esto que encontrándonos gozando de la vida en una fiesta, de vacaciones en compañía de alguien estimado en uno de estos paraísos terrenales que anuncian las agencias de viajes, no desaparece el sentimiento de soledad, sentimiento que en algunos casos conduce al suicido, <i>la muerte silenciada</i> como también se le conoce.

Un estado de soledad persistente es una “crisis de salud” asegura <b>Francie Healey</b>. Los expertos en salud mental “relacionan aislamiento social y la soledad como un riesgo más alto de enfermedades mentales, físicas, cardíacas, obesidad, sistema inmunológico debilitado, Alzheimer, depresión e incluso la muerte”.

La socióloga Francie Healey, dice: “El 2018, el primer ministro británico lanzó la primera campaña nacional para poner fin a la soledad, calificándola de “uno de los principales desafíos de salud pública de nuestro tiempo”. Pero soledad no es lo mismo que estar solo” ¡Cuánta razón tiene la socióloga! Conviene distinguir la diferencia.

El estilo de vida occidental es frustrante. Eso hace que personas residentes en las grandes áreas metropolitanas decidan abandonarlas para irse a vivir en zonas rurales, más cerca de la naturaleza en donde se vive más sosegadamente, evitando vivir con el estrés que provoca las grandes aglomeraciones de personas. Francie Healey, comenta la novedad nacida en Corea del Sur conocida como honjok, iniciada por la juventud que opta por realizar tareas en solitario. Esta tendencia no es ninguna novedad. Los antiguos eremitas de los siglos III y IV abandonaban el mundo, con su polución espiritual, para refugiarse en lugares desérticos. Con ellos siguió la polución espiritual del mundo que creían abandonarla porque la llevaban consigo.

Jesús fue un hombre muy atareado. Las multitudes lo buscaban insistentemente para que les curase sus dolencias. Nos da ejemplo de lo que se tiene que hacer para que las exigencias laborales no nos produzcan trastornos sicológicos. Dejando a las multitudes que le agobiaban se retiraba a lugares solitarios, abandonando el mundanal ruido y oraba a su Padre con el propósito de cargar las baterías emocionales y buscar consejo. Jesús es el modelo por excelencia. Nos muestra la bondad de aislarnos para abandonar el ensordecedor ruido del mundo. Cuando lo hace no lo hace con el propósito de mirarse el ombligo. Lo hace para que nos demos cuenta que tenemos que salir de nosotros mismos y dirigirnos al Padre celestial. A quienes somos sus discípulos nos enseña a orar.

La primera cosa que nos enseña es lo que no tenemos que hacer jamás: “Y cuando ores no seas como los hipócritas, porque ellos aman orar en pie en las sinagogas (iglesias) y en las esquinas de las calles, para que sean vistos de los hombres, de cierto os digo que ya tienen su recompensa” (Mateo 6.5). ¿Cuál es el secreto de la verdadera oración? Así lo expresa el Señor. “Mas tu cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (v.6). Estas palabras de Jesús denuncian a aquellos que de la práctica religiosa hacen ostentación. Ya tienen lo que buscan: El aplauso de los hombres pero no el favor del Padre.

Jesús cuando muestra el Padrenuestro como una oración que sirve de modelo nos dice que no debemos hacerlo de carretilla como los incrédulos. Hagamos un breve examen del Padrenuestro.

“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre”. Dios está en el cielo, nosotros en la tierra. Respetemos la distancia. Dios es santo y su Nombre debe pronunciarse con reverencia ni mancharlo con blasfemias.

Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra”. Se debe ser consciente que Dios es el Rey de la creación y que al final del tiempo implantará su reino eterno. Si respetásemos su voluntad las farmacéuticas tendrían muchas pérdidas porque no se consumirían ansiolíticos ni pastillas antiestrés. Al no haber discrepancia entre la voluntad de Dios y la nuestra el resultado sería la paz en el corazón.

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. “Como las aves dependen de Él para su sustento, nosotros por el hecho de haber sido creados a imagen y semejanza de Él y con el raciocinio que nos ha dado, tenemos que pedirle por las necesidades del día. Ni más ni menos. Si Dios cuida de las aves, ¿no cuidará de nosotros hombres de poca fe?

“Y perdona nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Como transgresores de la Ley de Dios le pedimos perdón y nos lo concede, como perdonados tenemos que perdonar a quien nos falte. Si lo hiciésemos así, las venganzas desaparecerían, no nos consumiría el rencor almacenado y viviríamos en paz los unos con los otros.

“Y no nos metas en tentación, mas líbranos del Maligno, porque tuyo es el reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”. El diablo es un ser muy poderoso al que no podemos vencer con nuestras escasas fuerzas. Resistiéndole envestidos del poder de Dios huirá de nosotros.Cerrada la puerta de nuestra habitación oremos al Padre celestial para que nos ayude en el día a día hasta el día que nos llame a su presencia.

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