Dejar la vida andar a su ritmo lento, fenomenal, permitir el desprecio de aquel ser que nada significó para mí, que me criticó y denunció por mis acciones. Desear seguir teniendo amistades para presumir de ellas, no para que tengan mi eterna e incondicional confianza, mejor así, dejar la vida andar y contemplar los paisajes que te ofrece gratis. Dejarla y ya está, irse poco a poco creyendo que la sociedad mejorará, y tú en ella, agotándote en medio de tanta ignorancia y pudiendo escribir como la dama de la pluma, contar las cosas que me han sucedido convirtiéndome en una loca, en el fondo incomunicada, de nuestros tiempos y pidiendo a los que se crean un poco tontos, con perdón, que no lean estas letras sólo una vez, no las comprenderían. Tantas y tantas diferencias sociales, salariales, de costumbres y tantos razonamientos necios de los días del “hoy por hoy”, no les permitirían una fácil comprensión.Y es todo muy sencillo, sólo voy a dejar la vida andar y contemplarla, es gratis. Dejarla, pero no sin esperar la acción de Dios sobre algunos sucesos y acciones, sería muy duro no esperarla.
Dedico estas letras a las gatas Chita y Nanny, y a los gatos Uxío, Manolito y Truffo. A ellos tampoco les queda más remedio, que vivir contemplando el mundo, desde las calles en que sobreviven.
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