El senador Huey P. Long fue asesinado en Louisiana en setiembre de 1935, el mismo año en que se firmó la “Paz del Chaco” entre Bolivia y Paraguay. Recibió dos disparos de armas calibre 38 y 45 en plena sede del capitolio estatal de Baton Rouge, Lousiana (EEUU). Murió dos días después, luego de permanecer en terapia intensiva. El senador Long fue un conocido defensor de la causa paraguaya en el conflicto (1932/1935): acusó a la multinacional Standard Oil de financiar a Bolivia en aquella guerra sudamericana entre vecinos para quedarse con el petróleo del Gran Chaco.
El crimen del senador Long nunca fue aclarado: el acusado de ser el asesino fue un respetado médico local, Carl Weiss, quien supuestamente portaba un arma calibre 32 en el momento del atentado. Weiss jamás pudo defenderse: fue acribillado con 61 balazos disparados por los “guardaespaldas” de Long.
A partir de esta contradicción flagrante, el escritor Luís Agüero Wagner inicia una pesquisa forense, metódica e incisiva, basada en documentos del caso real y en la revisión de archivos “top secret”, abiertos y publicados por el Congreso estadounidense. “El Caso del Senador Huey Long” es una novela de no ficción basada en un crimen consumado cuya autoría real ningún organismo oficial quiso investigar.
Siguiendo pistas “sueltas” y contradicciones evidentes -al puro estilo del escritor británico Sir Arthur Conan Doyle- Agüero Wagner desgrana teorías diversas sobre el mismo caso, convirtiéndose a veces (y salvando las distancias) en una especie de Sherlock Holmes del caso Long. La novela es un gro en círculos, de ida y vuelta, sobre ciertos puntos que no encajan en las conclusiones oficiales de este crimen que apuntó -en su momento y hasta ahora- a la familia Rockefeller como la autora intelectual del asesinato.
Nada es como uno cree que es, cuando comienza la novela sobre el crimen del senador Long. Con apuntes puntuales de la historia real, el libro es un eterno flashback que nos recuerda a otros asesinatos impunes (e impúdicos) que parecen crímenes perfectos, aunque no deberían serlo. Como sostiene el epílogo de El Caso del Senador Huey Long, ese político estaounidense amigo del Paraguay en la guerra del petróleo: “solo los muertos ven el final de la guerra”.
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